lunes, 18 de diciembre de 2017

La Revolución Rusa de 1917

           “Quien no sabe historia está condenado a repetir sus errores”. Aunque solo fuera por esto, valdría la pena celebrar centenarios. La Revolución Rusa de 1917, es lo que toca hoy. Sus ideales siguen prendiendo con facilidad en las mentes juveniles huérfanas de cultura y experiencia vital.
           En el fragor de la Primera Guerra Mundial, el ejército del Zar Nicolás II se encontraba en estado de sedición. Los soviets de trabajadores, liderados por Lenin, forzaron la retirada del frente europeo y ganaron la Guerra Civil que siguió a la abdicación del Zar. Mucha sangre corrió en 1917 … y siguió corriendo en los años siguientes. Aparcando la promesa de redoblar la democracia y el bienestar del mundo occidental, Lenin proclamó la “dictadura del proletariado”. Una dictadura que se fue recrudeciendo año tras año hasta que el sistema se hundió definitivamente en 1991. ¿Cómo iban a admitir elecciones democráticas que podrían despertar el deseo de volver a los horrores del pasado? ¿Y cómo iban a dejar viajar al extranjero a quienes no valoraban el paraíso comunista?

             El sistema económico que alumbró la Revolución Rusa se manifestó, sobre todo, en la economía pero tiene raíces antropológicas. ¡Nada sólido puede construirse sobre una concepción equivocada del ser humano. Marx consideraba que el hombre era bueno por naturaleza y que volvería a serlo tras erradicar la propiedad privada. En el frontispicio de la sociedad comunista podría escribirse: “A cada uno según su necesidad; de cada uno según su capacidad”. Parece una frase bíblica y lo es. Lo que nadie puede pretender es fundamentar en una idea bonita la organización de una sociedad de hombres egoístas que, para colmo, han perdido todo aliciente al esfuerzo y la responsabilidad.

La Tribuna de Albacete (18/12/2017)

lunes, 11 de diciembre de 2017

Estrategias de confusión y de claridad

           La estrategia de la confusión es la preferida de los demagogos. Mezclando todo en el mismo saco siempre encontrarán alguna ganga para atraer a los ingenuos. Lamentablemente la confusión no sirve para cimentar nada sólido y perdurable. La estrategia más eficaz y honrada para solucionar cualquier problema, digamos el del nacionalismo, empieza por separar los niveles o planos que allí se cruzan.  
                El primer nivel hace referencia a la adhesión sentimental. Hay que dejar claro que cada uno es soberano para sentirse prioritariamente europeo, español, catalán o ampurdanés. No hace falta justificar la opción, ni sirven de nada los argumentos para convencer al vecino. El odio es el único sentimiento a evitar. Quien note que le está creciendo, “debería hacérselo mirar”.
El plano racional, entra en escena en el momento de elegir el sistema de organización política del territorio. ¿Un estado central como el francés, uno autonómico como el español o uno federal como el alemán? ¿Y por qué no una confederación tipo la UE en la que cada parte del territorio es libre de salirse de forma unilateral? Aquí es cuando hay que poner en la balanza los pros y contras de cada opción y analizar los problemas, uno detrás de otro. ¿Agravios comparativos? –Vale, ¿cuáles son? ¿Pueden solucionarse en el sistema actual o requieren la ruptura? Por favor, presente sus datos y argumentos.
Por último, pero no menos importante, está el nivel jurídico. Para llegar donde queremos (sea un nuevo sistema de financiación o la independencia pura y dura), ¿qué pasos prescribe la Constitución? Si ésta no nos gusta, ¿qué hay que hacer para reformarla sin salirnos del estado democrático de Derecho?
La Tribuna de Albacete (11/12/2017)

lunes, 4 de diciembre de 2017

El viejo árbol constitucional

               Pasado mañana celebraremos el 39 aniversario de nuestra Ley Fundamental. Sólo la de 1876 cumplió más años. El ranking de longevidad lo encabeza la Constitución de los Estados Unidos de 1787, en pleno uso de sus facultades. No ha podido evitar crisis de todo tipo … pero ha contribuido a solventarlas de la mejor manera posible. ¡Para eso sirve una Constitución!
                “La antigüedad representa un grado”, dicen los militares  en el ejército y se aplica a casi todas las facetas de la vida. La longevidad de una Constitución también dice mucho (y bien) de ella. Un árbol centenario forma parte del paisaje y constituye un elemento de identidad de los lugareños. A su sombra ser reúnen para conciliar sus disputas, para unirse recordando momentos agradables o para planear nuevas aventuras. ¡Para eso sirve la Constitución!
Si indagamos en el secreto de la longevidad de estos árboles centenarios encontraremos podas ocasionales en las ramas descoyuntadas. Con las instituciones pasa algo parecido. El vigor creciente de la Constitución estadounidense tiene que ver con las 26 enmiendas registradas en sus 230 años de historia. Enmiendas que, como no podía ser de otra manera, han respetado los cauces legales y se han concretado en textos tan breves como bien amarrados.

Tras cuatro décadas de andadura, no parece descabellado que los españoles pensemos en algún tipo de reforma constitucional. Para que la reforma mejore la gobernabilidad de España, es imprescindible que esté avalada por una amplia mayoría de diputados. 2/3 es el porcentaje mínimo marcado por nuestra Carta Magna. Antes de abrir el melón, estas personas deberán tener muy claro lo que quieren reformar y el sentido de la reforma. El remedio será peor que la enfermedad si falta ese consenso o si pretenden solucionar todos los problemas reales e imaginarios de una sola tacada. 
La Tribuna de Albacete (04/12/2017) 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Cupo, bilateralidad y unilateralidad

                   El cupo para el periodo 2017-2021 acaba de ser aprobado. El Gobierno vasco aportará al Estado español 1.300 millones de euros anuales como contraprestación a los servicios generales allí prestados (defensa, justicia…). 225 menos de los que pagaba hasta la fecha. Los vascos insisten en que el sistema del cupo es el más eficiente y que, bien calculado, no entraña ningún privilegio.  Si es cierto, se preguntarán muchos, ¿Por qué no lo extendemos al resto de comunidades autónomas españolas? ¿Y por qué no lo han copiado otros países, ni siquiera los federales?  
                Porque en política el orden de factores sí altera el producto. No es lo mismo que el Estado transfiera a las regiones el 50 % de lo recaudado en España, a que sean los gobiernos regionales quienes transfieran la mitad de su recaudación. En el primer caso el Estado negocia simultáneamente con 17 autonomías hasta que las cuentas cuadren. En el segundo, el Estado habría de negociar con cada una de ellas. El descuadre está servido si son ellas quienes aportan la información relevante y si el sistema ignora la función más importante de cualquier estado moderno: la redistribución.
                El cupo facilitaría a cada autonomía una estructura de estado fundamental: la recaudación. La desconexión política por la vía unilateral (DUI) sería una tentación al alcance de cualquiera. Aunque no se llegara a ese extremo, la bilateralidad del cupo conlleva una tensión política permanente que fácilmente desemboca en trapicheos ajenos al interés general.           

Entiendo que ningún estado del mundo haya caído en la trampa del cupo. La Constitución española lo admite, como excepción histórica, para dos comunidades. Es, por tanto, legítimo. Los agravios comparativos que ha creado, obligarán, sin embargo, a repensar el tema en la próxima reforma constitucional.
La Tribuna de Albacete (27/11/2017) 

lunes, 20 de noviembre de 2017

Libertad responsable, el binomio imprescindible

       Somos personas: individuos sociales. Individuos que necesitamos de los demás y que solo nos realizamos plenamente cuando contribuimos al bienestar social, empezando por el de las personas que tenemos al lado. Unas ideologías ponen el acento en el individuo. Otras, en la sociedad. Estas diferencias son inevitables. Serán compatibles si comparten el binomio “libertad responsable”. Es la piedra que cierra el arco de bóveda de una sociedad cada día más compleja. Debemos colocarla en su sitio para evitar que el edificio se nos caiga encima.   
El marxismo, el nacionalismo excluyente y los movimientos populistas contemporáneos  ponen el acento en la sociedad y las instituciones. El problema surge cuando el individuo se diluye en ellas y lo único que cuenta es el pueblo, la nación o la clase social. Los problemas políticos serían conflictos de intereses entre pueblos, naciones o clases. Se solucionarán automáticamente si damos todo el poder al pueblo bueno, a la nación buena o a la clase social buena. Responsabilidad del individuo, ninguna.
              El liberalismo pone el acento en el individuo y su libertad. Suena bien. Lamentablemente, algunos liberales olvidan que la sociedad también existe y que es algo más que la suma de los individuos. Uno y uno suman más de dos si la pareja se armoniza y cada uno asume sus responsabilidades. Menos de dos, en caso contrario. No podemos presuponer que los individuos actuarán responsablemente y que el mercado llevará a un equilibrio de poderes. Se necesitan instituciones que fomenten esa responsabilidad y castiguen a los que abusan del poder.    
                La crisis económica ha proporcionado el caldo de cultivo para la irrupción de nuevos movimientos populistas en el siglo XXI. Los partidos tradicionales los critican duramente pero acaban copiando sus estrategias irresponsables.  A unos y otros les gusta prometer cosas imposibles, confiando que el Estado las proporcionará desde arriba y a coste cero. Ni unos ni otros confían en el potencial de la libertad individual, ni se atreven a recordar a los votantes sus responsabilidades. 
La Tribuna de Albacete (20/11/2017)

domingo, 12 de noviembre de 2017

Manual electoral del populismo

     Aristóteles definió la “demagogia” como la degeneración de la democracia. Veinticuatro siglos después entendemos sus temores al contemplar el auge de los partidos populistas. La democracia se ha reducido a poco más que un juego de ganar elecciones y los populistas han escrito el manual más exitoso. 
    El primer paso consiste en dividir la sociedad entre buenos (nosotros) y malos (los otros). La terminología cambia según los lugares y tiempos: pueblo y casta; comunes y élite; nacionales y extranjeros; patriotas y colonizadores…
     Desde arriba, como quien maneja un compás, el líder traza un círculo para demarcar el territorio. El punto de apoyo es un elemento capaz de aglutinar a la mayoría potencial de oprimidos y enfrentarlos a los opresores que supuestamente son pocos pero poderosos. Si no se encontrara ese punto, bastará con apelar al sueño del paraíso terrenal y suscitar la indignación de las masas desheredadas.
    Se necesitan líderes carismáticos que sepan transmitir ilusiones fuertes (ese paraíso terrenal) y remover agravios ancestrales o modernos, capaces de espolear el odio que enciende a las masas. Los típicos programas políticos donde se articulaban objetivos y medidas han quedado obsoletos. Podrían ser contraproducentes si alguien los invocara para exigir responsabilidades a los políticos.             
       Los “síntomas” es otra de las columnas de la estrategia populista. Un caso de corrupción (mejor si son mil) probaría la existencia de un partido elitista que explota al pueblo y que debemos reemplazar ya.
      Paradójicamente, lo peor que les puede pasar a los populistas es ganar las elecciones. Pronto comprobarán que lo único que está a su alcance es renombrar las calles y que todos lean: “Plaza del Paraíso Terrenal”.  

La Tribuna de Albacete (13/11/2017)

domingo, 5 de noviembre de 2017

Un "procés" con las cuatro ruedas pinchadas

            El vídeo de las CUP se ha hecho realidad. ¿Se acuerdan? Un grupo de personas empujaba un coche por una ladera empinada. Cuando por fin llegaron a la cima y despeñaron el vehículo gritaron exultantes: “¡Y ahora empieza el mambo!”. Afortunadamente, estos anarquistas antiespañoles, antieuropeos, anticapitalistas y antitodo representan un porcentaje exiguo de la sociedad catalana. El grueso de independentistas, amalgamados en “Junts pel Sí”, aspiran a algo más serio que el mambo pero menos sombrío que la cárcel.
Es el momento de preguntarse por qué el “procés” ha resultado tan penoso y qué lecciones podemos aprender de esta tragicomedia que nos ha quitado el sueño a la mayoría de los españoles durante los últimos meses. La primera es que en Estado democrático de Derecho nadie puede perseguir sus fines al margen de la ley. La ley obliga a todos: ciudadanos, políticos y jueces. Obliga tanto a los que pretenden la independencia como la autonomía o la recentralización.
Segunda lección. Para que un partido independentista se abra paso ha de contar con el apoyo de una mayoría social contundente.  Si para reformar el Estatut catalán se requiere el voto favorable de 2/3 del Parlament, ¿cómo se atreven a liquidar el Estatut, la Constitución  y España con la mitad más uno de los escaños? Sólo cuando los independentistas superen los 2/3 del electorado catalán estarán políticamente legitimados para iniciar un “procés” de reforma constitucional.
El apoyo masivo, festivo y pacífico de las diadas parecía ser la única rueda cargada de aire en ese coche que hemos llamado “el procés independentista”. Acabó pinchada cuando para unir a la mitad de los catalanes no dudaron en alimentar el odio contra la otra mitad y contra el resto de los españoles.

Por último, pero no menos importante, hay que aprender que el mentiroso tiene las patas cortas. Es posible engañar a mucha gente durante un tiempo breve. Es posible engañar a unos pocos durante mucho tiempo. Pero resulta imposible engañar a mucha gente durante mucho tiempo. A los independentistas, estos dos años se les han debido hacer eternos. Los próximos resultarán todavía más largos si no aprenden estas lecciones. 
La Tribuna de Albacete (06/11/2017)

lunes, 30 de octubre de 2017

El día en que el independentismo tocó fondo

Limpiemos la ciénaga que hemos generado 
y sembremos buenas semillas.

         Ayer coincidimos (mi esposa y yo) con un matrimonio catalán. Con la sabiduría humana que dan cincuenta años de convivencia en la diversidad (ellos cumplían sus bodas de oro) nos aseguraron: “Tranquilos, que el independentismo ya ha tocado fondo. Empieza una nueva etapa: la de construir”.
           Me llamó la atención que emplearan la misma expresión que da título a mi columna semanal: “Tocando fondo”. Ellos se referían a la ciénaga depositada en el fondo de los charcos. Yo me fijo en las raíces que sostienen y alimentan un árbol. Ambas perspectivas son complementarias: limpiemos la ciénaga que hemos generado y sembremos buenas semillas.
Hemos tocado el fondo de la política al margen de la ley. El Estado democrático de Derecho es la herencia más valiosa que recibimos de la Ilustración. Ojalá aprendamos que nada duradero podemos construir al margen de él.
Hemos tocado el fondo del enfrentamiento social. Para construir una sociedad de personas libres e iguales hemos de aceptar la diversidad y aprender a vivir en ella. En caso de duda que decidan los tribunales de acuerdo con la leyes. Unas leyes que pueden cambiar, cierto, pero que en su reformulación habrán de respetar los pasos marcadas por la ley.
Hemos tocado el fondo de la desconfianza en las relaciones económicas. Cuando la gran recesión de 2008 parecía superada, se dispara la prima de riesgo de la deuda catalana, se acelera la fuga de capitales por la noche y, al final del “procés”, a plena luz del día, dos mil empresas emblemáticas de Cataluña trasladaron su sede.
          El día que el independentismo tocó fondo descubrimos que detrás de la DUI no había nada pues nadie reconoció a la República independiente de Cataluña. 
La Tribuna de Albacete (30/10/2017)

lunes, 23 de octubre de 2017

Cataluña, España, Europa y el Estado democrático de Derecho.

Demasiadas veces se nos ha ofrecido el paraíso 
cambiando las fronteras
            
El 21 de octubre de 2017, a mediodía, el Presidente de España, Mariano Rajoy activó el artículo 155 para restaurar la legalidad constitucional que ha de devolvernos la democracia, la libertad y la convivencia pacífica. Por la noche, el President de Cataluña, Carles Puigdemont, compareció en TV3 para afirmar que la activación del 155 ha sido un golpe de estado contra la democracia, la libertad y la convivencia. Sus últimas palabras, en inglés, las dirigió a los líderes de la UE: “Si los valores fundacionales europeos están en riesgo en Cataluña, también lo están en Europa”.
           El azar histórico quiso que esos líderes coincidieran unas horas antes en Oviedo para recibir el “Premio Princesa de Asturias a la Concordia”.  El discurso de Antonio Tanjani, Presidente del Parlamento Europeo, puso en pie al público del Teatro Campoamor. “Hay algunos en Europa, populistas y nacionalistas, que gastan esfuerzos y recursos en separarnos. Mejor harían en trabajar por la concordia”.  “Demasiadas veces se nos ha ofrecido el paraíso cambiando las fronteras y se nos ha llevado con ello a los infiernos”.
            Y siguió. “Cuando algunos siembran discordia ignorando voluntariamente las leyes, creo que es necesario recordar la importancia del respeto al Estado de Derecho. La Unión Europea ha tenido éxito porque es fruto de una Comunidad de Derecho”. Las leyes pueden cambiarse, admitió Tanjani, el Tratado de Roma de 1957 se llama hoy Tratado de Lisboa (2007). “Pero mientras el Derecho no se cambie, su respeto no es una opción: es una obligación”. En caso de duda nosotros acudimos al Tribunal de Justicia. “Sus sentencias se acatan y punto”. 

          Recuperar el aprecio y respeto por el Estado democrático de Derecho es nuestra tarea principal en este río revuelto donde la estrategia de la confusión ha pasado a ser el modus operandi.
La Tribuna de Albacete (23/10/2017)

lunes, 9 de octubre de 2017

Independentismo y populismo

Lo peor del populismo 
es que se trata de una enfermedad muy contagiosa

         El viernes 6 de Octubre se celebró en el Campus de Albacete la sexta jornada Universitas. Versó sobre “Populismos siglo XXI”.  Empezó con una mesa redonda en la que participaron dos alumnos (Ángel Ortiz y Vakhtang Mtchedlishhyili) y dos profesores (Benito Cantero y Gregorio López). Las ponencias principales correspondieron a dos profesores de la Universidad Complutense (Carlos Rodríguez Braun, y Carlos Fernández Liria). El momento político animó a los ponentes a elucubrar sobre las bases “populistas” del independentismo catalán. No fue difícil encontrar los nexos. Avanzaré algunas de las ideas que yo apunté sobre la marcha. Vaya por delante que no todos los ponentes las suscribirán por completo. 
La primera característica del populismo consiste en apropiarse de la idea del pueblo. En el discurso de Puigdemont, la expresión “poble catalán” se repite insistentemente como si fuera algo homogéneo y eterno. ¿Y qué hacemos con la mitad no independentista? Pues echarlos en el saco roto de los malos catalanes, los que no cuentan. El segundo ingrediente del populismo consiste, precisamente, en dividir la sociedad en dos grupos: los buenos (nosotros) y los malos (ellos). El éxito de la estrategia populista se muestra en identificar un colectivo que comparta algo en común y buscar un enemigo común. Los dos pilares tienen la misma importancia.
                La voluntad del pueblo se manifiesta en el clamor popular. Las elecciones casi que sobran. El clamor del pueblo catalán ya hace años que se evidencia en las asambleas masivas del 11 de septiembre (la Diada). ¿Qué más necesita la Generalitat para declarar la independencia? Un referéndum parecía ser el broche de oro. Ningún país del mundo u organismo internacional serio llamará referéndum a la pantomima del 1-O. Pero ¿qué más da?
                Para mantener alto el clamor popular hay que azuzar los instintos primarios o tribales: odio al extranjero. La historia es reescrita para demonizar al enemigo y borrar los lazos que nos unen. Cuanto menos se mente a la bicha (esos lazos), mejor. Tampoco hace falta esforzarse por hilvanar argumentos razonables. En la atmósfera populista, los sentimientos tienen primacía sobre las razones.

                Lo peor del populismo es que se trata de una enfermedad muy contagiosa. Prende fácilmente tanto en la derecha como en la izquierda. El caso catalán es una prueba evidente. ¿Alguien se hubieran imaginado la derecha histórica catalana (encarnada en la antigua CiU) con los marxistas-anarquistas de la CUP?  Pues eso es lo que hemos visto en Cataluña durante los últimos años. La chispa populista puede saltar al resto de España. ¡No caigamos en la trampa!
La Tribuna de Albacete (9/10(2017)

lunes, 2 de octubre de 2017

Pitufacorchos o sacapitufos en el 1-O

Las raíces del separatismo son difíciles de extirpar 
hasta en la pacífica aldea pitufa donde todo es de color azul

               El uno de octubre amaneció nublado en toda España, en Cataluña lloviendo. Me propuse no leer ni escribir nada relacionado con el I-O. Mi mente necesitaba reposo y para conseguirlo nada mejor que hojear alguna historia de pitufos.
Para mi sorpresa, la historieta que cayó en mis manos rompía la utopía de esa aldea azul, pacífica y pacificadora. Un pitufo entró en casa de pitufo carpintero para que le pitufara un “sacapitufos”. El carpintero le corrigió: “Querrás decir un “pitufacorchos”, ¿no?” A partir de este incidente se desató una gran trifulca que enfrentó a los pitufos del norte con los del sur. Como es sabido, en las palabras compuestas, los del norte anteponen el fonema “pitufo” mientras que los del sur prefieren colocarlo al final.
                El ambiente de la aldea pitufa se fue calentando con manifestaciones de esas, que aunque se autodenominen “pacíficas”, generan más calor que luz.  Al final acordaron pitufar una frontera en el suelo con una pintura negra que separara para siempre el norte y sur de la pequeña aldea. Más de una casa quedó partida en dos. Hasta la mesa del comedor y el lecho conyugal quedaron divididos por la temible raya negra. No era un tema baladí. Cuando un miembro de la familia se trasladaba a la parte norte de la habitación debía cambiar su forma de pensar y hablar, so pena de ser políticamente incorrecto.
                A todo esto, ¿dónde estaba Papapitufo, el sabio y reconciliador abuelo de blanca barba?  Pues, encerrado en su laboratorio buscando la fórmula magistral que solucionara un problema tan tonto como inesperado. Cuando la encontró y salió a la plaza,  ya era demasiado tarde. Los pitufos habían llegado a las manos. Incapaz de transmitir su plan A, Papapitufo pasó directamente al B. Se metamorfoseó en el gigante Gargamel, el temible enemigo de los pitufos obsesionado por encontrar su aldea para exterminarles. Todos a una se le echaron encima. “Veis como la unión hace la fuerza”, pontificó Papapitufo.
                Luego les explicó su plan A: “Para evitar futuros enfrentamientos se eliminarán de la lengua pitufa todas las palabras compuestas”. Ni “sacapitufos” ni “pitufacorchos”; mejor “un pitufaaparato para pitufar los pitufacorchos”. La aplicación práctica fue tan caótica que en la última viñeta, Papapitufo escribe con cierta melancolía: “Los problemas idiomáticos del país de los pitufos no parecen haberse resuelto aún del todo”. Nunca hubiera imaginado que las raíces del separatismo fueran son difíciles de extirpar, incluso en la pacífica aldea pitufa donde todo es de color azul.
La Tribuna de Albacete (02/10/2017)

lunes, 25 de septiembre de 2017

Carta de Kant a Puigdemont

¿Qué pasaría si sus reglas de conducta se generalizaran?

                Molt Honorable President. Ante todo felicitarle por haber conseguido su objetivo: escribir su nombre en la historia de Cataluña. ¿De la historia o de la historieta? La respuesta la sabremos cuando las aguas vuelvan a su curso. Permítame introducir un segundo matiz lingüístico. Los ingleses distinguen entre “famous” o “infamous”. Famosos por decisiones que contribuyen a construir una sociedad mejor, o famosos por destruirla. ¿A qué grupo desea pertenecer?
Para trazar la línea roja entre los constructivo y lo destructivo es necesario una reflexión serena donde la razón prime sobre los sentimientos. ¡Ay, los sentimientos, esa llama tan maravillosa y tan difícil de controlar antes de que provoque un incendio! Para aclararme yo introduje la idea de los “imperativos categóricos”, algo que es razonablemente bueno y nos vincula con independencia de lo que sintamos o lo que prediquen las ideologías dominantes de cada época.  El primero de ellos lo podríamos traducir así: “Obras de forma correcta cuando tus criterios de conducta pueden convertirse en ley universal sin que su generalización destruya a la sociedad”.
Imagine, por un momento, las consecuencias de que cualquier partido del mundo que logra el 51% de los votos de un territorio pudiera decidir unilateralmente la independencia del mismo. Imagine que en las próximas elecciones catalanas ganan los unionistas por un voto y deciden liquidar la República catalana que tanto le costó a usted poner en marcha. O que el área metropolitana de Barcelona decide independizarse de la República catalana y de la Monarquía española esgrimiendo los mismos argumentos que usted ha empleado para justificar su “procés”. Me dirá: “Eso no puede ser, pues la Constitución catalana exigirá mayorías cualificadas para decisiones tan trascendentes”. Pero, ¿y si la nueva mayoría parlamentaria, siguiendo siempre su ejemplo, desobedece las normas que no le interesan?
Amigo Carles, le haré una confidencia. El Estado democrático de Derecho es lo mejor que se ha construido en la sociedada occidental desde mi fallecimiento, a finales del siglo XVIII. Un estado donde existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a derecho. Las medidas que usted ha adoptado le golpean en la medular. Si no desea pasar como “infamous” a la historia o historieta de Cataluña, le aconsejo rectificar y comprometerse con el Estado democrático de Derecho.  

 La Tribuna de Albacete (25/09/2017)

domingo, 17 de septiembre de 2017

El referéndum que ahogó el seny

Los "referendistas" no han calculado ni las fuerzas del estado de derecho ni las propias

Llamo referendistas a los partidarios de la independencia de Cataluña utilizando como ariete un referéndum ilegal. Me acordé de ellos al leer el siguiente texto evangélico, cargado de sensatez: “Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar? ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz” (Lucas 14:28-32)
                Los referendistas, que suelen operar en “modo avestruz”, no se han atrevido a calcular los recursos del Estado español. No estoy pensando en los efectivos militares, que también. Me refiero a los formidables recursos de que dispone cualquier estado democrático de derecho.
                Los referendistas carecen de apoyos internacionales, aunque aquí no se les puede acusar de negligencia. Pagaron fuertes cantidades a lobbies que les abrieran las puertas de estados para conseguir algún reconocimiento oficial. Sólo picó Maduro en Venezuela. El resto dieron un portazo al enterarse que se trataba de un referéndum no pactado con el Gobierno español y que nadie podría autorizar hasta reformar la Constitución. La UE les ha recordado, por activa y por pasiva, que una Cataluña independiente quedaría automáticamente excluida y para su readmisión necesitaría el beneplácito de todos y cada uno de los estados miembros.
                Los referendistas ni siquiera han calculado sus propias fuerzas. “Junt pel Sí” apenas obtuvo en 2015 el 45% de los escaños que representa el 39% del voto efectivo y el 29% del censo electoral. Para conquistar la mayoría parlamentaria se vio obligado a pactar con la CUP, grupo antisistema que difícilmente aguanta acuerdos superiores al año. Para callar una minoría cercana al 50% no dudó en reformar ilegalmente los procedimientos parlamentarios. 

                Esperemos que el 2-0 vuelva la sensatez a la tierra del “seny”. Y que si los ganadores en las nuevas elecciones autonómicas insisten en construir una torre independiente, empiecen por sentar los cimientos.
La Tribuna de Albacete (18/09/2017) 

domingo, 10 de septiembre de 2017

¿Es posible la paz?

Justicia y paz, dos caras de la misma moneda

             “No os dejéis robar la esperanza”. Estas fueron las primeras palabras del Papa Francisco al aterrizar en Colombia en su propósito de blindar el proceso de paz iniciado apenas hace un año. Las dificultades de acabar con el terrorismo son bien conocidas en España. Salvando las distancias, tenemos muchos puntos en común que nos invitan a hacer nuestras las palabras del Pontífice.
En su medio siglo de existencia, ETA y FARC compartieron la misma ideología (el marxismo-leninismo) y los mismos métodos terroristas (extorsión, secuestros y asesinatos). Hay diferencias de escala.  La banda etarra asesinó a 829 personas. La organización paramilitar de las FARC, financiada con el narcotráfico, asesinó a 220.000. En los Acuerdos de la Habana de 2016, las FARC se comprometieron, si eran indultados, a pasar de la lucha armada a la confrontación política. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, aceptó facilitar su presencia parlamentaria y reducir sustancialmente las penas a todos los que tenían deudas pendientes con la justicia. “Es el precio de la paz”, afirmó antes de someter el acuerdo a un plebiscito que perdió por un reducido margen. El acuerdo pudo salvarse gracias a la mayoría parlamentaria del partido presidencial, pero la fractura social quedó en evidencia. La mayor asociación de víctimas del terrorismo (en Colombia y en el mundo) sigue reclamando que los terroristas se pudran en la cárcel en cumplimiento de la legislación vigente.
                “Paz versus justicia”, he ahí el dilema. La visita del Papa Francisco a Colombia ha evidenciado hasta qué punto valora la paz y la justicia que son, de hecho, cara y cruz de la misma moneda. Los ingredientes básicos los encuentra en el Evangelio: humildad y amor. Humildad para reconocer el daño que se ha causado, pedir perdón por él y aceptar el castigo que les corresponda. Amor para perdonar de corazón y estar dispuestos a colaborar en el nuevo contexto histórico. Este perdón personal es compatible con las penas que impone la ley en su función de dar a cada cual lo que le corresponde. Pero también esa ley puede ser legítimamente modificada, para aprovechar las circunstancias excepcionales que podrían liberar al pueblo colombiano de su peor pesadilla.
No son valores evangélicos, por el contrario, esa degeneración de la justicia llamada venganza y esa hipocresía que se manifiesta pidiendo perdón con la boca pequeña pero sin asumir ninguna responsabilidad. El mensaje papal en Villavicencio concluyó con estas palabras. “Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”.

La Tribuna de Albacete (11/09/2017)

domingo, 3 de septiembre de 2017

Lo pequeño es hermoso

Recuperemos la sabiduría tradicional de la humanidad

                “El hombre es pequeño y hermoso. Todo lo que se haga a escala humana, y facilite la integración de las personas en la vida económica, social y política será particularmente hermoso”. Esta frase resume la idea central del libro “Small is beautiful”, publicado por E.F. Schumacher en 1973. Durante el verano he tenido la oportunidad de desempolvarlo para comprobar que las obras clásicas, como los buenos vinos, ganan grados con el paso del tiempo.
                La revolución científica y tecnológica iniciada a finales del siglo XIX nos ha llevado a idolatrar el progreso material y el tamaño de las organizaciones. Las mejores empresas serían las grandes multinacionales; el resto estaría condenado a crecer o extinguirse. El autor advierte que hay una escala apropiada para cada una de las variables que definen la vida humana. Las pequeñas y medianas empresas siguen teniendo un espacio privilegiado. Aunque, las economías de escala justifiquen en algún caso las macroempresas, siempre será preferible remodelarlas para que los trabajadores se sientan miembros activos de una entidad comprensible y de una comunidad local que no rebase el medio millón de personas.
                La publicación de este pequeño libro arrancó aplausos de los marxistas y ecologistas que critican (con razón) la explotación del ser humano y de la naturaleza. Dudo, sin embargo, que captaran su mensaje central que es de índole espiritual. Lejos de pedir más más recursos para un Estado apagafuegos, el libro nos conmina a empezar la revolución cultivando las virtudes personales que la hacen posible. “Nosotros, cada uno de nosotros –concluye el texto–, podemos trabajar para poner en orden nuestra propia casa. La orientación que necesitamos para este trabajo no puede encontrarse en la ciencia ni en la tecnología, cuyo valor depende en última instancia de los fines a los que sirven; pero puede todavía hallarse en la sabiduría tradicional de la humanidad”. Schumacher localiza lo mejor de esta sabiduría en la filosofía y religión que heredamos de la Grecia clásica y del cristianismo. Nos recuerdan que la felicidad personal y la armonía social es la "añadidura" de los que buscan el bien, la verdad y la belleza, siguiendo el empinado camino jalonado por las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Una pregunta impertinente para mis lectores que también la formula el autor: ¿Cuál fue la última vez que usted oyó hablar de esas virtudes? ¿Las ha visto escritas en los estatutos de alguna organización o en un programa político?

 La Tribuna de Albacete 4/09/2017 

domingo, 30 de julio de 2017

Aritmética de la ruptura legal de España

La reforma confederal de la Constitución Españaola
es la vía legal para la secesión

                En España, como en cualquier “Estado democrático de Derecho”, existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a Derecho. Hasta la monarquía y el estado autonómico podrían transformarse en una república y una confederación donde los territorios gozan del derecho a la secesión mediante un referéndum unilateral. El Bréxit es el ejemplo más cercano. La condición para llegar a este resultado es que la nueva Constitución confederal se apruebe por 2/3 del Parlamento y sea refrendada por el pueblo español. Luego vendría el referéndum de independencia propiamente dicho que permitiría la secesión unilateral de la región de marras si se obtiene una mayoría cualificada.
                Me he tomado la molestia de elaborar la aritmética de una ruptura legal de España. Con los datos de las elecciones generales de junio 2016, la solución confederal sería hoy aceptada por el 27% de los votantes. Incluyo los votos de Podemos y de los partidos regionalistas con representación parlamentaria. Podríamos añadir un pico por los partidos regionales que se quedaron a las puertas de un escaño. Por supuesto, no todos estos grupos se declaran independentistas. Me temo, sin embargo, que aceptarían de buena gana una constitución que les permitiera independizarse en el momento que mejor les viniera y a coste cero.
Para conseguir más del 67% de los votos a escala nacional, haría falta que se doblara el voto a la opción confederal más el pico sugerido. El incremento se antoja difícil. Pero, ¿y si la mitad del PSOE pasara de su actual opción federal a la confederal? En este caso bastaría un incremento del 33% para que la constitución confederal quedara aprobada por mayoría cualificada. Este cambio ya entra dentro de lo probable. Terremotos mayores hemos visto recientemente.

                La opción confederal es la vía legal para la independencia de las comunidades autónomas que lo deseen. Requiere que el voto independentista pasara del 50 al 67% de las comunidades implicadas y que alguno de grandes partidos nacionales apoyara la nueva constitución confederal. Una opción que no existe en ningún país del mundo, excepto en instituciones en formación como la Unión Europea. Una opción que atraparía a sus benevolentes promotores en un final no deseado. Podemos promete una y otra vez que, llegado el referéndum regional, ellos votarían en contra de la secesión. El problema es que una vez constituido el Estado confederal, los independentistas ya no necesitarían su voto para tener la holgada mayoría que precisan para aprobar el referéndum y su propia Constitución.  Estos partidos confederales pasarían a la historia de España como el “tonto útil” de los independentistas. 
La Tribuna de Albacete (31/07/2017) 

domingo, 23 de julio de 2017

Referéndums malos y peores

Dudo que un referéndum sea la mejor manera de mostrar 
la insatisfacción popular... incluso en Venezuela

Llevo días criticando el referéndum independentista catalán y defendiendo la reforma constitucional como única vía legal para introducir algunos cambios razonables. Esta semana me he quedado en fuera de juego al leer que la oposición venezolana improvisó un referéndum contra la Asamblea Constituyente propuesta por Maduro.  ¡Y todo el mundo aplaudió!
      Tras una lectura más detenida de los hechos, descubro que ambos fenómenos se encuentran en las antípodas. El referéndum impulsado por la oposición venezolana fue una movilización  complementaria a la huelga general subsiguiente y a las protestas callejeras que se producen cada día en cualquier parte del país. ¡Una población hambrienta es difícil de controlar!
Dudo que un referéndum sea la manera mejor de mostrar la insatisfacción popular. Se presta a la demagogia y la manipulación. Los convocantes cuentan que acudieron a votar 7,2 millones de venezolanos y que el 98% asintió con las propuestas de la oposición. Podrían haber dicho cualquier otra cosa pues las urnas eran de cartón. El régimen podría haber respondido que también los dictadores consiguen cifras de aprobación similares en sus consultas y que el verdadero voto negativo estaría cuantificado en los 12 millones de electores que prefirieron quedarse en casa.
        El objetivo inmediato de la Asamblea Constituyente es distraer la atención de la Asamblea Nacional dominada por la oposición desde enero de 2016. Aunque la Constituyente no consiga reforzar los poderes del Presidente, gana tiempo en espera de una subida del precio del petróleo antes de las próximas elecciones presidenciales. ¡Con los estómagos vacíos es difícil conseguir votos!

         Nada que ver con referéndum catalán que ni es democrático, ni es legal, ni responde a una situación de opresión política o de hambruna desesperada. Así lo han visto los estados y organismos internacionales, ninguno de los cuales ha brindado su apoyo al flamante consejero catalán de Asuntos Exteriores. El caos se apoderaría del planeta si cualquier territorio de cualquier país del mundo pudiera independizarse mediante un referéndum unilateral. Aunque se llegara a celebrar el 1-O no pasaría de ser una pantomima sin reconocimiento nacional o internacional. Sólo el régimen de Maduro ha anticipado su voluntad de reconocer la hipotética República Catalana. ¡Vaya casualidad!
La Tribuna de Albacete (24/07/2017) 

lunes, 17 de julio de 2017

El marco del diálogo

Antes de empezar el juego político conviene repasar 
las líneas, reglas y tiempos que lo enmarcan

            Dos de cada tres artículos sobre el affaire catalán, incluyendo los contrarios al referéndum de independencia, empiezan condenando el inmovilismo e incapacidad de diálogo del actual Gobierno español. ¡Disiento! A los políticos del PP se les puede reprochar muchas cosas. Su negativa a negociar un referéndum de secesión es digna de elogio. Saben que no entra en el marco de sus competencias.
Si mis lectores me apoyan, podríamos crear un nuevo partido político: ALI (Albacete Libre de Impuestos). El señuelo de limitar las cargas impositivas de los albaceteños al IBI, seguro que atraería muchos votos. ¿Y si el Ministerio de Hacienda no nos toma en serio? ¡Pues convocaríamos un referéndum de independencia! ¿En qué consistiría el diálogo en este caso? ¿En decidir hasta donde se rebaja la participación impositiva de la ciudad española de Albacete? ¿O en determinar los nuevos derechos y obligaciones de un Albacete independiente? Ni una cosa ni la otra. Un acuerdo así compete a la soberanía nacional y requiere la previa modificación del texto constitucional.
Pues esto es lo que no quieren ver los “referendentistas” y quienes, sin serlo, acepta las nuevas reglas del juego político que aquellos se han sacado de la manga. Un referéndum como el anunciado para el 1/10/2017, es ilegal y, por tanto, jurídicamente inocuo. Lo seguiría siendo aunque el Gobierno o el Parlamento concedieran a la Generalitat el derecho a convocarlo. La independencia de una parte del territorio español exige una reforma constitucional previa. Según el artículo 168 de la CE esta empieza con la aprobación por 2/3 del Congreso y del Senado; sigue con la disolución de las cámaras, nuevas elecciones y aprobación del texto constitucional por 2/3 de las nuevas cámaras;  acaba con un referéndum nacional.

Antes de empezar el juego político conviene repasar las líneas, reglas y tiempos que lo enmarcan. De lo contrario nos podemos decepcionar tanto como los redactores del Estatuto Catalán de 2005. Catorce de sus artículos fueron declarados inconstitucionales por el TC. De nada sirvió el argumento de que tales preceptos habían sido aprobados por el Parlament y el Congreso, y que habían sido refrendados por el pueblo catalán. Esas instituciones no pueden decidir sobre asuntos que no son de su competencia. El diálogo es útil para todo, pero en cada caso ha de ceñirse al marco legal que protege el Estado democrático de Derecho.
La Tribuna de Albacete (17/07/2017)

lunes, 10 de julio de 2017

Historietas en el "Independence Day"

La diferencia es que en el caso español 
no hay armas de por medio

4 de julio de 2017. Corea del Norte lanzó un misil balístico intercontinental que llegó a la costa de Alaska en 40 horas, mientras los americanos celebraban su “Independence Day”. El Presidente, Kim Jong-un,  se congratuló del éxito de la prueba y advirtió a los “yanquis” que están preparados para lanzar misiles de cabeza nuclear a cualquier rincón del mundo. Los medios estatales de Pionyang remataron: “Es hora de que Corea del Norte demuestre su ímpetu a EE. UU. quien, desafiando una y otra vez sus advertencias, está poniendo a prueba la voluntad del pueblo coreano”. La reacción de EE. UU. no se hizo esperar. Además de enseñar los dientes (msiles en Seul), el Secretario de Estado, Mr. Tillerson, urgió una respuesta conjunta de la comunidad internacional a través del Consejo de Seguridad de las NU y de los gobiernos nacionales: “Todos los países deberían enviar a Corea del Norte el mensaje de que probar armas nucleares tiene consecuencias”.
Con pocas horas de dilación, asistimos a la puesta de largo del independentismo catalán en la presentación de la web “garantías.cat”. Sus dirigentes confirmaron que el referéndum se celebraría el 1 de octubre, con independencia de lo que diga el Gobierno español y el Tribunal Constitucional. Y que sería vinculante si ganara el SÍ a la secesión aunque fuera por la mínima y sin apenas participación. En 48 horas se proclamaría la independencia de la República Catalana y se aprobaría la Ley de Transitoriedad que desconectaría al pueblo catalán del yugo de la Constitución española y del Estatut de Autonomía. El Presidente, Carles Puigdemont, ensalzó el “nuevo Estado de Derecho frente a las actuales cloacas del poder” y  dio la bienvenida a la nueva legalidad que, por su carácter democrático, sí vinculará a todo el pueblo catalán. Los partidos constitucionalistas, que representan una mayoría aplastante a nivel nacional, se pusieron de acuerdo para tachar el referéndum de ilegal. Lamentablemente, en la letra pequeña, sigue prevaleciendo el interés por marcar sus diferencias. A nadie se le ha ocurrido llevar el asunto al Parlamento Europeo y preguntar qué hay que hacer cuando los habitantes de cualquier territorio europeo deciden independizarse a las bravas.
¿Una china en el zapato? Sí, este es el elemento común de estas dos historietas de nunca acabar. La diferencia más ostensible (y reconfortante) es que, en el caso español no hay armas de por medio.
La Tribuna de Albacete (10/07/2017)

lunes, 3 de julio de 2017

El odio populista a la economía de mercado

A quienes critican a la economía del mercado habría que regalarles una empresa 
para que comprobaran lo difícil que es mantenerla viva para acabar consiguiendo un beneficio ramplón

Los argumentos populistas se venden bien porque sintonizan con la vena filantrópica que todos llevamos dentro. Partidos de izquierda y derecha, movimientos sindicales, culturales o religiosos, todos nos sentimos más humanos cuando predicamos las ventajas de la cooperación altruista frente la competencia despiadada en el mercado; o la satisfacción de las necesidades humanas frente a la búsqueda de beneficios. El gran mérito de Adam Smith consistió en verlos como aliados naturales. La presión competitiva fuerza a los empresarios, trabajadores y consumidores a ser más eficientes, honestos e innovadores. Ahí radica el secreto de la mano invisible.
Quien desea desenmascarar las falacias económicas del populismo está invitado a asistir a mi curso de Introducción a la Economía. En la lección primera se aporta evidencia empírica para demostrar que el sistema capitalista de mercado es el único que ha demostrado la capacidad de un crecimiento sostenido de donde deriva el bienestar y el empleo. Siguen existiendo desigualdades clamorosas. Pero son menores que las que había antes del capitalismo y no se perpetúan en el tiempo cuando el sistema educativo logra la “igualdad de oportunidades”. De la “igualdad por abajo” que predica el sistema socialista, mejor no hablar.
En la lección segunda se explica que la competencia fuerza a introducir nuevos y mejores productos, minimizar costes (es lo mismo que “maximizar beneficios”) y ajustar los precios a unos costes de producción en continuo descenso.
En la tercera lección se analizan los fallos de mercado. Entre ellas necesidades insatisfechas, desempleo involuntario y contaminación.  
En la cuarta lección se recomienda la intervención estatal para corregir los fallos del mercado. No podemos obviar, sin embargo, que también el Estado tiene fallos y que los políticos fácilmente corrompen y se dejan corromper.  Lo peor que nos podría suceder es que la intervención pública ahogara la iniciativa privada y nos convirtiera a todos en “buscadores de subvenciones”.
Posiblemente mis clases no serán suficientes para acabar con los prejuicios populistas contra la economía de mercado. Agradecería al Tesoro Público que regalara a cada partido político, a cada sindicato y a cada movimiento filantrópico, el dinero necesario para montar una empresa. Cuando comprobaran lo difícil que es mantenerla viva para conseguir un beneficio ramplón, dejarían de criticar al mercado, a la empresa y al beneficio.
La Tribuna de Albacete (03/07/2017)

martes, 27 de junio de 2017

Los fantasmas de la banca

El regulador debiera prohibir la financiación bancaria de inversiones en activos fon fines especulativos

En mis clases de “Teoría monetaria y bancaria” solía sorprender a los alumnos con esta pregunta: “¿Cuál es el banco más rentable del mundo?” Nadie imaginaba que era el Popular, el más pequeño de los grandes bancos españoles.
Seguía siendo solvente hasta el pasado 5 junio, a pesar de los problemas de liquidez detectados por el Banco de España. El MUS (Mecanismo Único de Supervisión en la UE) entendió que el Popular dejaba de ser solvente cuando su cartera de créditos hipotecarios se valoraba a precios de mercado. Para evitar el contagio del fantasma de la valoración, el MUS decidió liquidarlo. Mejor dicho, convenció al Banco de Santander que lo comprara al valor simbólico de un euro. En la prensa europea, la operación se publicitó como paradigma de la nueva estrategia de rescates bancarios. Ya no recaerían sobre las espaldas de los contribuyentes sino sobre el bolsillo de los accionistas.
Lamentablemente, el fantasma del contagio tiene muchas vidas. Los fondos especulativos intuyeron que los accionistas de otros bancos de tamaño similar (Liberbank, por ejemplo) desearían escapar antes de ser envueltos por el próximo incendio. Y así fue. En una semana, la venta masiva de acciones hundió su cotización un 44%. La CNMV actuó pronto y bien. Bastó la prohibición de posiciones cortas durante un mes para que la acción de Liberbank recuperara al momento el valor perdido.
En este caso, los fantasmas que se esfumaron como por arte de ensalmo, no eran otros que los especuladores a la baja.  Si el especulador piensa que la acción puede desplomarse de 100 a 50 euros en una semana, firmará el lunes un contrato que le garantiza vender en cinco días cierta cantidad de títulos a 90 euros. El jueves comprará (con crédito) títulos a 50 euros que entregará el viernes por los 90 euros convenidos. ¡A esto se le llama saber economía!

Pues no. Eso es aprovecharse de la incertidumbre del mercado financiero para un enriquecimiento rápido con dinero ajeno y con el riesgo de desestabilizar el sistema financiero. El regulador (español y europeo) debiera prohibir de forma permanente este tipo de operaciones especulativas, amén de los créditos que las financian. Los bancos cumplen un papel positivo y crucial cuando financian a la economía productiva. Pasan a ser fantasmas desestabilizadores cuando financian actividades especulativas.
La Tribuna de Albacete (26/06/2017) 

lunes, 19 de junio de 2017

Moción de una noche de verano

¡Señoras y señores, 
el circo no ha hecho más que comenzar!


“Pan y circo”. Para los emperadores romanos ese par de elementos bastaba para tener entretenido al populacho. En el siglo XXI, nuestra dieta de pan está más que cubierta y el fútbol ha suplido con creces la presión de los animalistas contra el circo. ¿Pero cómo llenar el tiempo de los periodistas y telespectadores cuando acaba la liga y el calor empieza a apretar? A alguien se le ocurrió la brillante idea de una moción de censura.
Tras la reciente experiencia que nos ha tocado sufrir, está claro que este tipo de mociones parlamentarias tiene más de comedia teatral (“performance”, le llaman ahora) que de debate político. Me recordó el shakesperiano “Sueño de una noche de verano”. Cada vez que un orador bajaba del estrado, yo esperaba al mago Puck. Tras ser rociado por el elixir mágico, el líder político que bajaba del estarado se enamoraría del primero que se cruzase en su camino y podría formar con él un nuevo gobierno. Algo de eso hubo en el encuentro de Pablo Iglesias con el portavoz del PSOE, Sr. Ábalos. Ya nos han advertido que su objetivo es una segunda moción para el otoño.  ¡Señoras y señores, el circo no ha hecho más que empezar!
    Permítaseme transcribir las lecciones que yo he aprendido de esta “performance” por si fueran útiles para alguno de mis lectores. Primera: los debates parlamentarios de este tipo habrían de catalogarse en la sección de programas no aptos para los adultos que valoren su tiempo y para los menores en formación. Estos corren el riesgo de valorar positivamente a los fanfarrones, mentirosos e hipócritas. Segunda lección: la incapacidad manifiesta de nuestros políticos para escuchar y dialogar, deshace el mito de que los gobiernos en minoría son buenos pues obligan al consenso. Mejor reformar la ley electoral para que el partido más votado (en primera o segunda vuelta) pueda gobernar eficazmente durante cuatro años y luego someterse al dictamen de los electores. Tercera lección: si los políticos se atreven con estas “performances” tan grotescas quiere decir que valoran poco nuestra capacidad intelectual y nuestro voto crítico. Tal vez el problema radica que nosotros confiamos demasiado en ellos. Todos tenemos problemas. La diferencia estriba en que algunos sabemos que el Estado es incapaz de detectar y solucionar ni uno solo de nuestros problemas de fondo. Lo mejor que puede hacer es crear las condiciones para que nos animemos a solucionarlos por nosotros mismos.

La Tribuna de Albacete (19/06/2017)

lunes, 12 de junio de 2017

Mary Poppins al rescate

Vuelve, por favor, al rescate 
de esta sociedad un siglo más desquiciada

¿Qué tema trataré en mi columna de la Tribuna?  ¡Son tantos y tan importantes los asuntos de actualidad! Que si el Banco Popular, el más rentable del mundo durante muchos años, quiebra. Que si el inesperado resultado de las elecciones inglesas hunde la libra esterlina. Que si la Generalitat catalana está dispuesta a saltarse las reglas del juego democrático. Que si en Albacete y Madrid ya empiezan los preparativas de las fiestas estivales del orgullo gay y del odio a la familia de padre-madre-hijos. Que si el pacto educativo nacional no sabe cómo mejorar la educación. Que si… Mientras trataba de deshojar la margarita, unos niños irrumpen en mi despacho para pedirme la película de Mary Poppins. La busco y aprovecho para relajarme junto a ellos. A medida que el argumento iba desenvolviéndose comprendí que allí estaban tratados (y bien) la mayoría de los temas de actualidad. ¡Gracias, Mary Poppins, por venir a mi rescate!
La familia Banks tenía de todo. De todo … menos familia. No es que se llevaran mal. Es que ni siquiera se “llevaban”. Cada uno a su bola. El padre, George, vivía para el banco, buque insignia del imperio inglés en la segunda década del siglo XX donde la película está ambientada. La madre, Winifred,  volvía a casa tarde y estresada tras las marchas sufragistas. Esta noche los niños no salen a recibirle porque se han perdido siguiendo una cometa loca que sus padres no tuvieron ni tiempo ni ganas de reparar. Al día siguiente quebró el banco y se hundió la libra. La culpa la tuvo el pequeño Michel que se resistió a depositar allí sus dos peniques, asustó al resto de clientes y precipitó la retirada masiva de depósitos. Afortunadamente llegó Mary Poppins, la niñera mágica, para devolver a cada cosa el valor que le corresponde. Todos acabaron volando cometas en el parque, con sus respectivas familias,   

¡Ojalá y vuelva Mary Poppins a poner un poco de sentido común y sentido del humor en esta sociedad desquiciada! Habrás de explicarnos el secreto para educar jugando en familia. (A Jane y Michel les advirtió que, para que un juego dure, lo más importante es conocer y respetar sus reglas). Enséñanos a defender a la mujer sin obligarle a abjurar de su naturaleza femenina. Recuérdanos que si falla la familia, el mejor sistema educativo está abocado al fracaso. Danos sensatez para comprender que nuestros buques insignia (los grandes bancos o las divisas más fuertes) son tan frágiles como el Titanic.  ¡Vuelve, por favor, al rescate de esta sociedad un siglo más desquiciada!

La Tribuna de Albacete (12/06/2017)

domingo, 4 de junio de 2017

Lo que todos (también los independentistas) sabíamos

No podemos vender el Estado democrático de Derecho 
por un puñado de votos

El pasado lunes el presidente de la Generalitat envió una carta al presidente de la Comisión de Venecia quejándose de la negativa del presidente del Estado español para negociar las condiciones del referéndum de autodeterminación aprobado por el Parlament. La respuesta no se ha hecho de esperar, tan breve como clara.
"Usted [Sr. Puigdemont] es, sin duda, consciente de que no sólo el referéndum como tal, sino también la cooperación con nuestra Comisión, tendrán que llevarse a cabo de acuerdo con las autoridades españolas. También quiero subrayar que la Comisión de Venecia, cuyo nombre oficial es Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho, ha enfatizado constantemente la necesidad de que cualquier referéndum se lleve a cabo con pleno cumplimiento de la Constitución y la legislación vigente" (Gianni Buchichio)
Es lo que todos sabíamos. Pero está bien que la voz venga allende los Pirineos. Yo las imprimiría en bronce junto a los dos primeros artículos de nuestra Ley fundamental.  Sería un texto de lectura obligatoria para todos los que ocupan cargos públicos y los que participan en cualquier debate sobre independencia y referéndum.
Nuestra Constitución arranca con estas palabras: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” (art. 1.1). Un Estado donde ya existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a derecho. Un Estado donde “la soberanía nacional reside en el pueblo español” (art. 1.2). Al conjunto del pueblo español, por mayoría cualificada, le corresponde aprobar los cambios en sus instituciones fundamentales. Por ejemplo, para pasar de la Monarquía parlamentaria del artículo 1.3, a la República. O para pasar del Estado autonómico del artículo 2, a un estado centralista, federal o confederal. Sólo en estos últimos, entre los que podemos incluir a la actual UE, es posible escindirse a través de un referéndum unilateral pactado.

 La Comisión de Venecia, cuya denominación oficial es “Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho”, ha hecho honor a su nombre. Los políticos de dentro y fuera de Cataluña que venden la posibilidad de independizarse tras un referéndum tolerado por el Gobierno de turno y avalado por alguna comisión internacional, esos políticos debieran ser enviados a un centro de rehabilitación jurídica o de desintoxicación populista. La historia nos pasará cuentas si vendemos el Estado democrático de Derecho por un puñado de votos.

La Tribuna de Albacete (05/06/2017)

lunes, 29 de mayo de 2017

Impuestos a los robots

Impuestos que graven las rentas de capital; 
no las del trabajo que desaniman la contratación

La primera vez que un periodista me preguntó sobre la conveniencia de cargar impuestos a los robots, pensé que era una broma. Y la seguí: “¡Claro y además les reservaremos plaza en una residencia de mayores; y para los que defraudan una cárcel administrada por robots!” Con el tiempo comprendí que no es una idea desbaratada. Nuestro sistema de seguridad social (SS) adolece de problemas estructurales, de esos que ni el tiempo ni el ciclo económico solucionan.  Entre las causas económicas de índole estructural hay que resaltar el desempleo tecnológico asociado a las TIC (tecnologías de la información y comunicación) y a la robótica. La OCDE calcula que en España (donde dominan los trabajos de baja cualificación) un 12% de los actuales empleos podría desaparecer en una década.
Los responsables de la SS española habrán de coger el toro por los cuernos; ya no sirven los cataplasmas políticos. La mitad de los jubilados tendrá garantizada la pensión en base a las cuotas salariales. La otra mitad que, para su desgracia no ha trabajado suficientes horas como para poder vivir de la pensión, deberá recibir pensiones no contributivas del Estado. Algo normal en el modelo anglosajón apadrinado por Beveridge; no en el modelo continental que arranca de Bismark.  
El impuesto a los robots podía cumplir esta función. Hay que explicarlo despacio. No se trata de grabar a los robots sino a los propietarios del capital. Del capital en general pues cualquier máquina compite con el trabajo. Lo apropiado sería elevar el impuesto sobre el beneficio de sociedades que grava, precisamente, a las rentas del capital.  Uno de los aspectos más negativos del actual sistema de SS es que al focalizarse en las rentas laborales, penaliza la contratación de trabajo. El complemento que proponemos equilibraría las tornas. Los empresarios invertirán en robots si realmente son más eficientes. No por meros cálculos de ahorro fiscal.
¡Hay que ver cómo cambian los tiempos! En el siglo XIX los movimientos luditas de Manchester y Alcoy defenestraron los nuevos telares que ponían en peligro muchos puestos de trabajo. En el Siglo XXI recibiremos a los robots con los brazos abiertos. En la mano derecha, el libro de instrucciones para aprender cómo extraer de ellos el máximo beneficio. En la mano izquierda un documento fiscal que les compromete a pagar al fisco una parte de esos beneficios.

 La Tribuna de Albacete (29/05/2017)

domingo, 21 de mayo de 2017

Lecciones francesas sobre el populismo

La mejor vacuna contra el virus del populismo: repasar la historia y votar no en base a promesas sino a hechos probados

Las elecciones francesas han sorprendido por la irrupción de la extrema derecha (Le Front National de Marine Le Pen) y de la extrema izquierda (La France Insumise de Jean-Luc Mélenchon). Todavía más sorprendente ha sido comprobar la similitud de sus programas. Ambos se asientan sobre un rancio populismo alimentado por estos cuatro principios.
 Anti-sistema, en lo político. Las actuales instituciones políticas son un antro de burócratas, liderados por unos políticos tan ineptos como corruptos. ¡Es el momento de echarles a todos! Con nosotros empezará una nueva era de la humanidad donde los políticos representemos directamente al pueblo y gestionaremos generosos presupuestos públicos buscando solo el interés general.
Anti-capitalismo, en lo económico. El mercado, ese sistema basado en la iniciativa privada, no puede resolver la crisis económica ni cumplir nuestros sueños. Estamos obligados a suplantarlo y determinar por nosotros mismos qué es el bien común y cómo se consigue. Organizaremos la economía de arriba-abajo. Quienes pretendían que el mercado la organizase de abajo-arriba han fracasado.
Anti-globalización, en lo cultural y social. La “Nación” es la mayor empresa que debemos construir y lo haremos con espíritu patriótico. La globalización corroe ese espíritu. Hay que controlar lo que entra por nuestras fronteras: productos, ideas y, sobre todo, inmigrantes.  Las formas pueden cambiar y cambian, de hecho, en este punto. La extrema derecha es especialmente dura con los inmigrantes. Con ellos manipula los sentimientos de odio que necesita para medrar.
Anti-Europa, como resumen práctico. La UE es la encarnación de todos los males que acabamos de enumerar: burocratización, beneficios, mercados,  apertura al exterior. Además, las normas e instituciones comunitarias imponen una disciplina presupuestaria y monetaria que podría arruinar nuestros maravillosos planes. ¿Cómo vamos a garantizar una renta básica para todos si la Comisión Europea limita el déficit público y si el BCE detenta el monopolio de la creación de dinero? ¡Abandonemos la UE ya!
Las masas, sobre todo en épocas de recesión, son fácilmente contagiadas por el virus del populismo. La mejor vacuna consiste en repasar la historia y votar no en base a promesas sino a hechos probados. ¿Qué prefieres? ¿Una sociedad imperfecta y manifiestamente mejorable como la occidental, el paraíso comunista de Stalin, o la nación perfecta de Hitler?
 La Tribuna de Albacete (22/05/2017)