lunes, 4 de diciembre de 2017

El viejo árbol constitucional

               Pasado mañana celebraremos el 39 aniversario de nuestra Ley Fundamental. Sólo la de 1876 cumplió más años. El ranking de longevidad lo encabeza la Constitución de los Estados Unidos de 1787, en pleno uso de sus facultades. No ha podido evitar crisis de todo tipo … pero ha contribuido a solventarlas de la mejor manera posible. ¡Para eso sirve una Constitución!
                “La antigüedad representa un grado”, dicen los militares  en el ejército y se aplica a casi todas las facetas de la vida. La longevidad de una Constitución también dice mucho (y bien) de ella. Un árbol centenario forma parte del paisaje y constituye un elemento de identidad de los lugareños. A su sombra ser reúnen para conciliar sus disputas, para unirse recordando momentos agradables o para planear nuevas aventuras. ¡Para eso sirve la Constitución!
Si indagamos en el secreto de la longevidad de estos árboles centenarios encontraremos podas ocasionales en las ramas descoyuntadas. Con las instituciones pasa algo parecido. El vigor creciente de la Constitución estadounidense tiene que ver con las 26 enmiendas registradas en sus 230 años de historia. Enmiendas que, como no podía ser de otra manera, han respetado los cauces legales y se han concretado en textos tan breves como bien amarrados.

Tras cuatro décadas de andadura, no parece descabellado que los españoles pensemos en algún tipo de reforma constitucional. Para que la reforma mejore la gobernabilidad de España, es imprescindible que esté avalada por una amplia mayoría de diputados. 2/3 es el porcentaje mínimo marcado por nuestra Carta Magna. Antes de abrir el melón, estas personas deberán tener muy claro lo que quieren reformar y el sentido de la reforma. El remedio será peor que la enfermedad si falta ese consenso o si pretenden solucionar todos los problemas reales e imaginarios de una sola tacada. 
La Tribuna de Albacete (04/12/2017)