Unas instituciones que garanticen el imperio de la ley, la propiedad privada y la libertad de empresa son la base común de todo proceso de desarrollo sostenido
La Fundación
BBVA ha otorgado el premio “Fronteras del Conocimiento” al economista Daron
Acemoglu, nacido en Estambul en 1967 y profesor del MITT (EE.UU.) desde 1993. Su
popularidad la debe al libro escrito con J. Robinson, “¿Why nations fail?”
Acemoglu, pertenece
a esa generación de economistas que tratan de justificar sus teorías con el
análisis de casos históricos. Contrasta, por ejemplo, la evolución de Corea del
Sur y Corea del Norte desde que se separaron en 1953. O la evolución de la comarca
de Nogales que en 1853 quedó repartida entre México y los Estados Unidos. Corea
del Sur es el mejor ejemplo de industrialización y desarrollo sostenido del
siglo XX. El dictador comunista de Corea del Norte presume de tener armas de
destrucción masiva pero es incapaz de alimentar a sus súbditos. El Nogales
norteamericano ha tenido un crecimiento sostenido desde que forma parte de un
país democrático donde lo normal es que prevalezca el imperio de la ley. El
Nogales mexicano se parece demasiado al del siglo XIX; hay pocos estímulos para
mejorar
Las
posibilidades de desarrollo sostenido de una economía nacional o regional se
multiplican cuando cuenta con instituciones que garanticen la libertad y la
seguridad en todas sus vertientes. Esas “instituciones inclusivas” animan a los
empresarios a invertir a largo plazo y a innovar continuamente. Las
“instituciones extractivas o coloniales”, por el contrario, no crean riqueza;
se limitan a extraerla lo antes posible … y huir a otra parte.
Repasando
el libro de Acemoglu no podía menos de pensar en nuestro país. ¿Qué necesitamos
para asegurar un desarrollo sostenido? ¿Más políticos para reinventar España
cada legislatura? ¿Más leyes para tapar los baches y los baches de los baches?
¿Más subvenciones para acallar a quienes más gritan? No, lo verdaderamente
importante es la presencia permanente de unas instituciones que animen a las
personas y grupos sociales a innovar e invertir, confiados de que podrán
beneficiarse de sus esfuerzos. Unas instituciones que hagan realidad las primeras
palabras de nuestra Ley Fundamental: “España se constituye en un Estado
democrático y social de Derecho”. Unas instituciones que garanticen el imperio
de la ley, la propiedad privada y la libertad de empresa es la base de todo
proceso de desarrollo sostenido.
La Tribuna de Albacete (17/02/2017)