Nace en las Indias honrado, viene a morir en España
y es en Génova enterrado
En la prueba de
literatura del examen de selectividad es habitual pedir el alumno que comente
un texto literario y lo relacione con situaciones actuales. Si de mí dependiera
hubiera escogido la poesía de Francisco Quevedo “Poderoso caballero es don
Dinero”. Estos podrían haber sido los comentarios de un alumno avispado, de
esos que aunque dicen pasar de todo no pueden evitar la lluvia de ideas (a
veces tormentosa) que lanzan los “mass media”.
“Madre, yo al oro
me humillo, / él es mi amante y mi amado, / Pues de puro enamorado / de
continuo anda amarillo; / que pues, doblón o sencillo, / hace todo cuanto
quiero, / poderoso caballero es don Dinero”
El poeta empieza
desvelando donde reside el atractivo y el poder del dinero: “hace todo cuanto
quiero”. Pero el dinero crea adicción y maltrata al adicto. Algo así como el
anillo de la trilogía de Tolkien, que llegaba
a enloquecer a sus poseedores; hasta su color y aspecto físico cambiaban.
“Nace en las Indias
honrado / donde el mundo le acompaña / viene a morir en España / y es en Génova
enterrado; / y, pues, quien le trae al lado / es hermoso aunque sea fiero / poderoso
caballero es don Dinero”
Con extraordinario
don de profecía (continuaría nuestro hipotético alumno), Quevedo descubre el
destino final del dinero: la sede del PP en la calle Génova de Madrid. Las
minas de las Indias han pasado a ser la caja B de grandes empresas interesadas
en llevarse bien con el gobierno de turno. Los tesoreros del partido son los
camellos naturales para transportar el oro. “El dinero hace bravatas desde una
bolsa de cuero”. Al parecer, el tesorero del PP, un tal Bárcenas, utilizó una
tecnología más rudimentaria (sobres color sepia) para pagar ocho millones de
euros en sobresueldos a los políticos del PP durante 20 años. Para los cuarenta
y ocho millones que a él le tocaron, por una extraña regla de tres, el tesorero
prefirió una caja fuerte en el extranjero. En realidad, concluye la copla, con
dinero nadie se siente forastero, ni en Suiza ni en Canadá.
El dinero consigue
extrañas mutaciones personales y sociales que llevan a una igualdad muy
peculiar. “Poderoso caballero es don Dinero / … pues hace iguales al duque y al
ganadero / … pues da al bajo silla y al cobarde hace guerrero / … pues da
calidad al noble y al pordiosero”.
No falta un aviso a
legisladores y jueces para pedirles que nos saquen del hoyo de la corrupción
antes de que caigan ellos. “Poderoso caballero es don Dinero / … pues da y
quita decoro y quebranta cualquier fuero / … pues rompe recatos y ablanda al
juez más severo”
Estas observaciones,
fabricadas en el Siglo de Oro del Imperio español, siguen teniendo validez 400
años más tarde, en el siglo del euro, la democracia y el estado de derecho. La realidad actual demuestra que las mejores instituciones no son suficientes para erradicar la
avaricia del corazón humano, de donde nace toda podredumbre. Esperemos que sean
tenidas en cuenta en los procesos que cerrarán el año político y judicial, procesos que
me recuerdan la Jura de Santa Gadea en el Burgos del Cid Campeador. El 1 de
agosto comparecerá en el Parlamento el Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy,
para defender la legalidad de la financiación del PP, más allá de los papeles
de Bárcenas. El día anterior habrá comparecido Artur Mas ante el Parlament de
Catalunya por el asunto Palau. Tratará de demostrar que el 3% exigido a las
empresas que contrataban con la Generalitat eran un detalle inocuo (no “inicuo”, como sostenían sus adversarios). Mañana la juez Mercedes Alayaa tomará declaraciones al que fuera interventor de la Junta de Andalucía que sigue responsabilizando a su presidente, José Antonio Griñán del descarrilamiento de los ERES. ¿Cómo
es posible que el dinero destinado por la Unión Europea a fondos sociales
acabara en el bolsillo de los políticos? Quevedo nos diría que cuando Don Dinero toma las riendas de la vida personal y colectiva cualquier cosa es posible.
La Tribuna de Albacete (24/07/2013)