domingo, 4 de junio de 2017

Lo que todos (también los independentistas) sabíamos

No podemos vender el Estado democrático de Derecho 
por un puñado de votos

El pasado lunes el presidente de la Generalitat envió una carta al presidente de la Comisión de Venecia quejándose de la negativa del presidente del Estado español para negociar las condiciones del referéndum de autodeterminación aprobado por el Parlament. La respuesta no se ha hecho de esperar, tan breve como clara.
"Usted [Sr. Puigdemont] es, sin duda, consciente de que no sólo el referéndum como tal, sino también la cooperación con nuestra Comisión, tendrán que llevarse a cabo de acuerdo con las autoridades españolas. También quiero subrayar que la Comisión de Venecia, cuyo nombre oficial es Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho, ha enfatizado constantemente la necesidad de que cualquier referéndum se lleve a cabo con pleno cumplimiento de la Constitución y la legislación vigente" (Gianni Buchichio)
Es lo que todos sabíamos. Pero está bien que la voz venga allende los Pirineos. Yo las imprimiría en bronce junto a los dos primeros artículos de nuestra Ley fundamental.  Sería un texto de lectura obligatoria para todos los que ocupan cargos públicos y los que participan en cualquier debate sobre independencia y referéndum.
Nuestra Constitución arranca con estas palabras: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” (art. 1.1). Un Estado donde ya existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a derecho. Un Estado donde “la soberanía nacional reside en el pueblo español” (art. 1.2). Al conjunto del pueblo español, por mayoría cualificada, le corresponde aprobar los cambios en sus instituciones fundamentales. Por ejemplo, para pasar de la Monarquía parlamentaria del artículo 1.3, a la República. O para pasar del Estado autonómico del artículo 2, a un estado centralista, federal o confederal. Sólo en estos últimos, entre los que podemos incluir a la actual UE, es posible escindirse a través de un referéndum unilateral pactado.

 La Comisión de Venecia, cuya denominación oficial es “Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho”, ha hecho honor a su nombre. Los políticos de dentro y fuera de Cataluña que venden la posibilidad de independizarse tras un referéndum tolerado por el Gobierno de turno y avalado por alguna comisión internacional, esos políticos debieran ser enviados a un centro de rehabilitación jurídica o de desintoxicación populista. La historia nos pasará cuentas si vendemos el Estado democrático de Derecho por un puñado de votos.

La Tribuna de Albacete (05/06/2017)