miércoles, 27 de febrero de 2013

En el Parlamento, más ruido que nueces

Las descalificaciones sin fundamento, 
desprestigian tanto al destinatario como al remitente.


Hay verdades enteras, verdades a medias, mentiras y … estadísticas.  Las últimas son más peligrosas si cabe, al aparecer bajo la aureola de la cientificidad. En el mundo científico, los tramposos son pronto descubiertos por sus colegas. En el Parlamento, por el contrario, faltan esos colegas con la cualificación, la información y el tiempo necesarios para descubrir las falsedades. Los oradores se limitan a exponer los datos que les interesan y acusar de mentiroso al rival. No saben que las descalificaciones sin fundamento desprestigian tanto al destinatario como al remitente. Y, lo que es peor, imposibilitan cualquier acuerdo, incluso cuando los dos oradores estén diciendo lo mismo.
El ejemplo más reciente lo tenemos en el debate sobre el Estado de la Nación celebrado la semana pasada y que se centró en temas económicos. Estos debates suelen concluirse con una práctica tan irracional como estéril. Me refiero a esas encuestas a pie de calle donde se pregunta a los transeúntes por el ganador. Yo vería más útil pedir a un observador extranjero, libre del apasionamiento que nos ciega a los de dentro, que valorara las divergencias y las convergencias para ver si hay margen para un acuerdo constructivo.
Las repetidas promesas de crear empleo o las acusaciones de destruirlo, que a nosotros nos sacan quicio, a él le harían sonreír. Para bien o para mal, la creación de empleo permanente no está al alcance de los políticos. Quienes lo intenten no debieran olvidar los límites financieros, amén de las restricciones impuestas por la economía global a la que pertenecen. ¿O es que se creen soberanos absolutos?
Rubalcaba reprochó a Rajoy por tener una política económica intervenida. Olvidó decir que la intervención empezó en aquel aciago 10 de mayo de 2010, cuando Zapatero subió a la tribuna del Congreso para anunciar las medidas contrarias a las que hasta entonces había defendido. Dicen (y me lo creo) que el mismo Barak Obama le telefoneó suplicándole un golpe de timón que evitara la quiebra financiera del Reino de España que arrastraría al euro. La UE y el FMI le han exigido a Rajoy redoblar el esfuerzo de consolidación fiscal. ¿Y qué haría Rubalcaba si su hada madrina le colocara mañana en la Moncloa? –Más de lo mismo.
Tampoco le faltó razón al líder socialista al afirmar que la UE había seguido una estrategia equivocada al centrar todos los esfuerzos en la reducción del déficit público. Los impuestos necesarios para equilibrar el presupuesto saldrán del crecimiento económico que, al menos en el corto plazo, reclama políticas fiscales y monetarias expansivas. Hemos de ser conscientes, sin embargo, que estas políticas ya no pueden aprobarse a escala regional o nacional. Sólo la UE puede promoverlas sin disparar la prima de riesgo. El mayor logro de Rajoy ha sido presionar a las autoridades europeas para que bajaran el techo de déficit y relajaran su política monetaria. Todos los partidos (los españoles, por supuesto, pero también los alemanes) debieran seguir presionando en el mismo sentido a los tecnócratas europeos.
Lo que sí puede y debe hacer el gobierno español es crear condiciones favorables para la recuperación económica a través de políticas de oferta. Este era el objetivo de la reforma laboral lanzada por el PP. Podrá discutirse la mejor forma de flexibilizar el mercado laboral, pero no su necesidad. ¿Qué es más importante?, preguntaría nuestro observador extranjero a los inmovilistas: ¿Llenar cada día el coche de gasolina o revisar el motor de vez en cuando para evitar pérdidas y asegurar que utiliza toda su potencia?
Otro tanto ocurre al Estado del Bienestar, otro de los temas estrellas del debate. ¿Qué es más importante?, volvería a preguntar: ¿Mantener el nivel actual de las prestaciones educativas, sanitarias y sociales o reformar las instituciones que las sustentan a fin de reparar sus fallos y garantizar su sostenibilidad financiera? El inmovilismo vuelve a perder a los socialistas. No han comprendido que aquel Estado del Bienestar del “gratis total” es sencillamente insostenible.

“Mucho ruido y pocas nueces”, sería la conclusión de nuestro observador extranjero. El problema es que las nueces disminuyen en época de crisis, mientras que el ruido aumentará a medida que la cesta se vaya quedando sin nueces.



La Tribuna de Albacete (27/02/2013)

domingo, 24 de febrero de 2013

De la primavera al infierno árabe

Estos comportamientos echan tierra sobre el legado más valioso
de la civilización occidental. el estado de derecho.


Hay una errata en el título. Yo quería decir algo así como “De la primavera al invierno sin pasar por el verano”. El duende del ordenador cambio “infierno” por “invierno”… y acertó.  “Invierno” era el clima anterior a las revueltas populares en los países árabes que empezaron en enero de 2011 y se saldaron con huída de varios dictadores. Lo que hoy se está cociendo en las cámaras legislativas y en las calles de los países árabes más parece un “infierno”. Como era de esperar, en las primeras elecciones democráticas barrieron los movimientos islamistas, los únicos que ya estaban organizados y tenían en la chistera un mensaje simple capaz de calar en las masas ávidas de consignas simples: “¡Muerte al infiel; muerte al extranjero!” Las constituciones promovidas por estos partidos apuntan a un estado islamista donde las libertades, empezando por la libertad de religión,  brillan por su ausencia y convierten cualquier diferencia de opinión en un conflicto armado.
La Primavera Árabe irrumpió en Túnez en enero de 2011 a raíz de unas protestas informales por la situación económica y política del país. Desde Anibal y San Agustín, ese pequeño estado del Mediterráneo no había tenido tanto eco mediático. Lamentablemente, lo sigue teniendo dos años después. Hace un par de semanas fue asesinado en plena calle el líder de la izquierda laica, Chokri Belaid. Era la voz más crítica contra el Estado teocrático que impulsan los salafistas, un grupo islámico radical que consiguió el 40% de los escaños en las primeras elecciones democráticas.
Egipto fue la segunda flor de la primavera árabe. Las manifestaciones en la plaza Tahir, la más emblemática del El Cairo, obligaron a abdicar al general Hosni Murabak, quien a sus 85 años ha sido condenado a cadena perpetua. En las primeras elecciones democráticas triunfaron los Hermanos Musulmanes quienes han logrado sacar adelante una Constitución “moderada”. El nuevo texto, sin embargo, no satisface ni a los fundamentalistas islámicos ni a la minoría laica. A estos últimos les preocupan dos cosas: (1) La facilidad para decretar un estado de emergencia que otorga poderes absolutos al Presidente; (2) La condescendencia del Gobierno frente a los grupos islamistas radicales. La plaza de Tahir sigue tiñéndose de sangre cada día.
¿Qué lecciones podemos extraer de estos sucesos tan desconcertantes? La primera es un aviso a los árabes: la estabilidad política, la paz social y el progreso económico requiere separar la política de la religión. “Dar a Dios lo que es de Dios y a César lo que es del César” (Mt 22,21). Costó tiempo a los cristianos aceptar la recomendación de Jesús, pero afortunadamente han acabado comprendiendo la sabiduría que esconde. No ha sido así entre los seguidores de Mahoma. Sus líderes políticos y culturales siguen anclados en las prácticas medievales de las cruzadas y la guerra santa (Yihad).
La segunda lección va para los occidentales. Les avisa del peligro de intervenir países a diestro y siniestro sin respetar la legalidad internacional. ¿O es que no existe tal legalidad? Se da, por otra parte, la paradoja de que los líderes árabes depuestos en los últimos años habían sido catapultados al poder tiempo atrás por los Estados Unidos. Estoy pensando en Murabak, en Saddam Hussein o en el propio Osama bin Laden. La intervención del republicano George Busch en Irak para deshacerse de Hussein fue cuestionada por no contar con la venia de la ONU. ¿Y qué decir de los métodos empleados por Barak Obama, Presidente demócrata y premio Nobel de la paz? El comando estadounidense averiguó el paradero de bin Laden torturando a los presos de Guantánamo, se adentró en Paquistán sin la preceptiva autorización del Gobierno, ejecutó al terrorista sin juicio previo y escondió su cadáver para no dejar pruebas. Todo esto con la aquiescencia del Presidente americano, que seguía y aplaudía las operaciones a través de un canal privado de televisión. En cualquier país europeo estas acciones hubieran llevado a Obama a los tribunales. En Estados Unidos se interpretaron como un éxito y le aseguraron la reelección. ¡Craso error! Estos comportamientos echan tierra sobre el legado más valioso de la civilización occidental (el estado de derecho) y suministran el combustible que precisan los radicales islamistas.


La Tribuna de Albacete (20/02/2013)

miércoles, 13 de febrero de 2013

Benedicto XVI

¡Pero qué escritos! ¡Cuánta sabiduría y clarividencia encierran! 

Queridos hermanos y hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela que el Señor sepa trabajar con instrumentos insuficientes y me entrego a vuestras oraciones”. Las palabras son del cardenal Ratzinger que acababa de convertirse en el Papa Benedicto XVI. Era el 19 de abril de 2005.
Sólo una persona sencilla podría aceptar el reto de dirigir a la Iglesia Católica bajo la sombra de ese gigante espiritual y humano que fue Juan Pablo II. Desde un principio, el papa alemán tuvo claro que su voz y ademanes no podían ni debían competir con las de su predecesor quien, no en balde, había sido actor y autor de obras de teatro en su juventud. Ratzinger se limitaría a leer sus escritos muy cerca del micrófono para que no se perdiera su voz cascada. ¡Pero qué escritos! ¡Cuánta sabiduría y clarividencia encierran! En diversos lugares he leído que estas virtudes le vienen de su condición de profesor universitario. Lo dudo. Las universidades están llenas de profesores cuya erudición les hace incomprensibles. La sabiduría (esa capacidad de penetrar en el fondo de las cosas y transmitirlas de manera clara y que interpela), es un don de Dios que va siempre asociada a la santidad de vida.   Otra de las virtudes de las personas inteligentes y sencillas es su capacidad para dialogar con todos sobre cualquier tema. Benedicto XVI ha sido un maestro del diálogo.
No resulta fácil resumir en unas líneas los actos e ideas centrales de estos ocho años de pontificado para demostrar las cualidades que acabo de atribuir al Papa alemán. A modo de atajo, escogeré el último de los discursos anuales a la Curia Romana (fechado el pasado 21 de diciembre) donde tradicionalmente el Sumo Pontífice da cuenta de sus viajes y subraya los mensajes que deseaba transmitir.
En marzo de 2012 viajó a México y Cuba para avivar el fuego de la esperanza cristiana en todo tipo de personas y colectivos. ¡Hasta con Fidel Castro se entrevistó! En mayo presidió el séptimo encuentro de las familias en Milán. A los cientos de miles de personas allí congregadas les recordó que una familia que aspire a ser feliz y educar bien a los hijos ha de basarse en el amor de un matrimonio estable, no en los sentimientos que, de por sí, son volubles y engañosos. Como buen profesor lanzó una serie de preguntas que esperan nuestra respuesta personal. “Puede el hombre comprometerse para toda la vida? ¿Corresponde a su naturaleza? ¿Acaso no contrasta con su libertad y las dimensiones de su autorrealización?” El nuevo desafío a la familia y a la dignidad personal, continuó, se llama “ideología de género”. Tema tabú, donde los haya. Pero  el amor a la verdad y al bien al que se debe el Papa le obligan a  ir más allá de lo políticamente correcto. Con la serenidad y profundidad que le caracterizan explicó que mientras el materialismo comunista trató de extirpar la naturaleza espiritual del hombre, la ideología de género olvida la misma naturaleza corpórea cuando afirma que el sexo biológico es irrelevante; que lo decisivo es cómo se siente uno. ¡De nuevo el sentimiento por encima de la razón y la naturaleza! 
En septiembre de 2012 el Sumo Pontífice viajó al Líbano para defender el diálogo religioso y político como el camino más seguro hacia la verdad, la justicia y la paz. En este frente los enemigos más peligrosos son el fundamentalismo y el relativismo. Los fundamentalistas se sienten tan inseguros que no se atreven a escuchar a nadie ni a superarse. Tampoco los relativistas tienen motivos para dialogar y mejorar desde el momento que dan igual valor a todas las ideas y admiten que hasta la más peregrina puede convertirse en ley universal si así lo aprueba la mayoría parlamentaria. El consejo de Benedicto XVI es que todos caminemos hacia la cima de la montaña. Esta es única y debiera orientarnos a todos aunque nuestros puntos de partida sean diferentes.
En Líbano se refirió también al  diálogo entre razón y fe o entre ciencia, cultura y religión. Este es otro de los ejes del pensamiento del Pontífice, con importantes implicaciones sociales y políticas. En varios lugares explica que la fe y moral judeo-cristianas se aliaron con la filosofía griega y el derecho romano para fundar Europa y la civilización occidental. Si falta una de estas tres patas la civilización andará coja. Lo normal, sin embargo, es que todas crezcan o se desmoronen a la vez.
Benedicto XVI se ha atrevido a hablar ante la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas, en el Parlamento Alemán, en las Universidades que le han invitado... Pero es consciente que el mensaje cristiano (del que se siente un mero transmisor) va dirigido a personas concretas y con una finalidad muy práctica:  animarles a asemejarse a Cristo. Su mensaje para la Cuaresma del 2013 (que empieza hoy) resume así la espiritualidad cristiana: "La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas en el mismo amor de Dios".   

“Por lo que a mí respecta, también en el futuro quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”. Son las palabras de despedida de Benedicto XVI que el 28 de febrero de 2013 volverá a ser el cardenal Ratzinger. O tal vez el Padre José, pues en la celda de un convento los títulos sobran. ¡Gracias, Padre, por tanto trabajo y tanta oración!
La Tribuna de Albacete (13/02/2013)

miércoles, 6 de febrero de 2013

Mali, malísimo

El odio al colonizador y, por extensión, a todo el mundo occidental 
sigue latente medio siglo después de la descolonización


“A perro flaco, todo son pulgas”, dice el refrán castellano. Si, además de flaco, el perro es negro esas pulgas se instalarán para siempre, como esas malas hierbas de las que habla otro refrán. El caso de Mali nos lo confirma. En septiembre de 2012 los tuaregs, un pueblo bereber que se mueve por los países aledaños al desierto sahariano, se sublevaron por la independencia. En su apoyo acudieron movimientos radicales islamistas entre los que no podía faltar Al Qaeda. En tres meses convirtieron aquel movimiento independentista regional en una yihad para la reconquista de todo el país para el Islam. El 11 de enero de 2013 Francia, en calidad de antiguo colonizador, se decidió a intervenir militarmente con la bendición de la ONU y el apoyo de numerosos países africanos y europeos. Si malo era el futuro del país antes de septiembre, ahora podemos decir que es malísimo.
En aquel pobre pero tranquilo país del norte de África se han dado cita todos los fantasmas que azotan al continente, impidiéndole la paz y el desarrollo. Quien abra un atlas para ubicar a Mali, lo primero que le llamará la atención son las fronteras lineales. Las diseñaron las potencias europeas cuando a finales del siglo XIX se decidieron a colonizar África para asegurarse el suministro de recursos naturales y para difundir la cultura patria, a semejanza de lo que los ingleses y españoles habían hecho en América. Otras veces recurrieron a los ríos como divisoria, ignorando que ellos son el principal vínculo de unión.  Resultado: una misma raza o tribu podía quedar repartida en dos Estados. Y a la inversa: un estado podía cobijar dos tribus que se odiaban a muerte. La revuelta organizada por los tuaregs en Mali es un reflejo de estas inconsistencias.
El odio al colonizador y, por extensión, a todo el mundo occidental sigue latente medio siglo después de la descolonización. En Mali se ha recibido a los franceses como libertadores, pero si su presencia se prolonga, acabarán identificándolo con el invasor blanco, portador de toda suerte de maldiciones. A nadie se le escapa que las misiones europeas de paz traen la guerra y esconden intereses políticos y económicos bastante oscuros. La ausencia de yacimientos petrolíferos relegaron el territorio de Mali al olvido durante largas décadas. El descubrimiento de importantes minas de uranio, que alimentan la importante industria nuclear gala, lo volvieron a poner en el mapa y justifican ahora la intervención.
La pobreza, con sus secuelas de analfabetismo y hambre, son el caldo de cultivo ideal para el radicalismo marxista o islámico. En Mali más de la mitad de la población vive con menos de un euro por día. Hasta cierto punto, esta pobreza es una consecuencia del proceso de colonización y descolonización, amén de la globalización asimétrica registrada en las últimas décadas. Los recursos naturales y el capital financiero pueden moverse sin límites. El trabajo, no. Los pobres africanos están condenados a morirse de hambre en sus países o ahogarse en una patera. Dicho esto hay que afirmar que, después de cincuenta años de independencia, ningún gobierno africano está autorizado a sacudirse la culpa. El subdesarrollo africano se explica también, y sobre todo, por problemas domésticos relacionados con la ineficiencia económica, el nepotismo y la corrupción.
Los conflictos religiosos son otro de los flagelos que más ha dañado la paz y el progreso económico. Mali parecía libre de ellos. Su constitución lo define como un estado laico. Pero la pobreza e incultura de sus habitantes lo hacen ahora presa fácil del radicalismo islámico que ya se ha instalado en el país y costará erradicar.

François Hollande justificó la intervención francesa para evitar que Mali se convirtiera en una segunda Somalía, donde los terroristas campan a sus anchas y aplican la ley sharia con todo su rigor. El peligro ahora es que Mali se convierta en un nuevo Afganistán donde los ejércitos occidentales nunca encuentran el momento para marcharse, pues nadie es capaz de asegurar la estabilidad. Al Qaeda será fácilmente batida en las batallas a campo abierto. Pero no olvidemos que su fuerza está en sus cédulas terroristas y en la guerra de guerrillas


La Tribuna de Albacete (06/02/2013)