domingo, 17 de diciembre de 2023

Cabezas huecas

 La Real Academia Española (RAE) advirtió hace unos días del deterioro observado en el aprendizaje de la lengua. Esa misma noche, la Ministra de Educación descalificó el estudio por “parcial”, solo se basaba en quince informes de personas inmovilistas. Coincido con la RAE de que estas cuestiones no se resuelven con macroencuestas ni por mayoría democrática. Mejor recoger las conclusiones de profesores con experiencia y criterio. Como profesor universitario que soy, aprovecho la ocasión para dar mi modesta opinión.

 Lo que observamos en la Universidad es que un porcentaje creciente de estudiantes llega con menos preparación e interés. Un compañero físico me explicaba tiempo atrás: “La Física no cambia. Pero, para adaptarnos al nivel de los alumnos no nos queda más remedio que rebajar el nivel de exigencia. Un día, para salir de dudas, les puse el mismo examen de hace diez años. No me quedó más remedio que retirarlo al cabo de una hora”. En mis exámenes de Economía, un 40% de la nota consiste en dos preguntas teóricas. “Ya sé -les advierto- que es imposible responder en un folio todo lo que sabéis; por favor, seleccionad lo más importante”. No deja de sorprenderme que muchos alumnos respondan en tres líneas con una frase que no deja de ser su opinión personal.

 Comparto con la RAE que no hay que contraponer el estudio de contenidos con la formación en competencias. Ambas actividades caminan juntas. Nada hay más práctico que una buena teoría en una cabeza bien amueblada. Admiro también la importancia que la RAE otorga a la construcción de una cultura general en los años de la enseñanza obligatoria. Una cabeza hueca está condenada a girar como una veleta al ritmo de las opiniones dominantes.  

La Tribuna de Albacete (18/12/2023)

domingo, 10 de diciembre de 2023

Tres golpes de Estado en los 45 años de la Constitución española

 El 23 de febrero de 1981 asistimos a un golpe de estado tradicional: un alzamiento militar con tiros en el mismo Congreso nacional. El golpe quedó en una simple asonada cuando el Rey Juan Carlos I compareció en TVE para condenarlo.

 El 1 de octubre de 2017 la Generalitat cambio las armas por las urnas y las sonrisas. Un referéndum ilegal y chapucero desencadenó una declaración unilateral de independencia.  La parodia fue desmontada con las herramientas de nuestro estado de derecho: el Rey Felipe VI lo condenó de forma inequívoca, los dos partidos mayoritarios acordaron en las Cortes la aplicación del art. 155 de la CE, los tribunales (Supremo y Constitucional) dictaron las sentencias oportunas.

 El golpe de estado que estamos viviendo en el 45 aniversario de la Constitución española (CE) es más sutil. Son las propias autoridades estatales quienes están alterando la CE por la puerta de atrás, reinterpretando su letra y controlando las instituciones destinadas a protegerla. Un ejemplo. Tras asegurarse la mayoría “progresista” en el Tribunal Constitucional (TC), el Gobierno aclara: “Como no podía ser de otra manera, será constitucional todo lo que el TC considere como tal”.

 Tres métodos diferentes de alterar el orden constitucional saltándose los cauces de reforma dispuestos por ella. En eso consiste un golpe de estado, además de acabar con la división de poderes. Tres tragicomedias más propias de un escenario teatral que de la arena política. Los dos primeros golpes se desmoronaron antes de materializarse. El tercero es más peligroso y no tiene marcha atrás. Para conseguir los votos que necesitaba para llegar al gobierno y mantenerse en Moncloa, Sánchez ha dado tantos privilegios a la extrema izquierda y los independentistas que es muy difícil que le abandonen. Tampoco el PSOE sabría dónde ir. Solo cuando los votantes miren a Venezuela se despertarán de su letargo.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Los mantras contra el liberalismo

 En el lenguaje actual la palabra “mantra” alude a esas frases hechas que se repiten a modo de latiguillo para ensalzar o condenar ciertas instituciones o ideas. El “liberalismo” es uno de los términos más cargado de mantras, siempre con una finalidad denigratoria. Tales condenas no necesitan prueba alguna, se imponen al repetirse amplificadas desde los centros mediáticos.

 Primer mantra: el liberalismo es una corriente política asociado a la ultraderecha. Falso. El contraste estatismo / liberalismo no se sitúa en el eje horizontal (izquierda / derecha), sino en el vertical (arriba / abajo).  Hitler y Stalin coinciden en su odio a la libertad y la concentración del poder económico y político para controlarlo todo desde arriba. El liberalismo apunta a una organización de abajo – arriba dando protagonismo a la iniciativa privada libre y responsable. Responsabilidad en el sentido que quien hace las cosas bien progresará recompensado con el éxito económico.

Segundo mantra: el liberalismo favorece a los ricos. Falso. El liberalismo estimula a todos los agentes económicos a dar lo mejor de sí mismos para crear y disfrutar de la riqueza que crean. Buscando el beneficio privado, el empresario está obligado a innovar y producir bienes cada vez mejores y más baratos. De no hacerlo, pronto será barrido por la competencia. Esas empresas crean, al mismo tiempo puestos de trabajo que permiten a las familias vivir con más libertad y bienestar que cuando dependían de las subvenciones concedidas por los políticos.

 Tercer mantra: el liberalismo descuida necesidades sociales tan básicas como la sanidad y la educación. No, el liberalismo deja que los demandantes (familias) satisfagan a su manera tales necesidades y que los oferentes (empresas) actúen de forma eficiente, lo que genera más riqueza a repartir y más impuestos. El estado puede priorizar estos servicios sociales, pero sería absurdo que prohibiera la iniciativa privada y la competencia. La sanidad privada ayuda a aligerar las colas. La educación privada se adapta mejor a las necesidades concretas y reduce las presiones ideológicas de los centros públicos.