domingo, 23 de julio de 2017

Referéndums malos y peores

Dudo que un referéndum sea la mejor manera de mostrar 
la insatisfacción popular... incluso en Venezuela

Llevo días criticando el referéndum independentista catalán y defendiendo la reforma constitucional como única vía legal para introducir algunos cambios razonables. Esta semana me he quedado en fuera de juego al leer que la oposición venezolana improvisó un referéndum contra la Asamblea Constituyente propuesta por Maduro.  ¡Y todo el mundo aplaudió!
      Tras una lectura más detenida de los hechos, descubro que ambos fenómenos se encuentran en las antípodas. El referéndum impulsado por la oposición venezolana fue una movilización  complementaria a la huelga general subsiguiente y a las protestas callejeras que se producen cada día en cualquier parte del país. ¡Una población hambrienta es difícil de controlar!
Dudo que un referéndum sea la manera mejor de mostrar la insatisfacción popular. Se presta a la demagogia y la manipulación. Los convocantes cuentan que acudieron a votar 7,2 millones de venezolanos y que el 98% asintió con las propuestas de la oposición. Podrían haber dicho cualquier otra cosa pues las urnas eran de cartón. El régimen podría haber respondido que también los dictadores consiguen cifras de aprobación similares en sus consultas y que el verdadero voto negativo estaría cuantificado en los 12 millones de electores que prefirieron quedarse en casa.
        El objetivo inmediato de la Asamblea Constituyente es distraer la atención de la Asamblea Nacional dominada por la oposición desde enero de 2016. Aunque la Constituyente no consiga reforzar los poderes del Presidente, gana tiempo en espera de una subida del precio del petróleo antes de las próximas elecciones presidenciales. ¡Con los estómagos vacíos es difícil conseguir votos!

         Nada que ver con referéndum catalán que ni es democrático, ni es legal, ni responde a una situación de opresión política o de hambruna desesperada. Así lo han visto los estados y organismos internacionales, ninguno de los cuales ha brindado su apoyo al flamante consejero catalán de Asuntos Exteriores. El caos se apoderaría del planeta si cualquier territorio de cualquier país del mundo pudiera independizarse mediante un referéndum unilateral. Aunque se llegara a celebrar el 1-O no pasaría de ser una pantomima sin reconocimiento nacional o internacional. Sólo el régimen de Maduro ha anticipado su voluntad de reconocer la hipotética República Catalana. ¡Vaya casualidad!
La Tribuna de Albacete (24/07/2017)