Dudo que un referéndum sea la mejor manera de mostrar
la insatisfacción popular... incluso en Venezuela
Llevo días
criticando el referéndum independentista catalán y defendiendo la reforma
constitucional como única vía legal para introducir algunos cambios razonables.
Esta semana me he quedado en fuera de juego al leer que la oposición venezolana
improvisó un referéndum contra la Asamblea Constituyente propuesta por Maduro. ¡Y todo el mundo aplaudió!
Tras una lectura más detenida de los hechos, descubro
que ambos fenómenos se encuentran en las antípodas. El referéndum impulsado por
la oposición venezolana fue una movilización complementaria a la huelga general subsiguiente
y a las protestas callejeras que se producen cada día en cualquier parte del
país. ¡Una población hambrienta es difícil de controlar!
Dudo que un
referéndum sea la manera mejor de mostrar la insatisfacción popular. Se presta
a la demagogia y la manipulación. Los convocantes cuentan que acudieron a votar
7,2 millones de venezolanos y que el 98% asintió con las propuestas de la
oposición. Podrían haber dicho cualquier otra cosa pues las urnas eran de
cartón. El régimen podría haber respondido que también los dictadores consiguen
cifras de aprobación similares en sus consultas y que el verdadero voto
negativo estaría cuantificado en los 12 millones de electores que prefirieron
quedarse en casa.
El objetivo inmediato de la Asamblea Constituyente es
distraer la atención de la Asamblea Nacional dominada por la oposición desde
enero de 2016. Aunque la Constituyente no consiga reforzar los poderes del
Presidente, gana tiempo en espera de una subida del precio del petróleo antes
de las próximas elecciones presidenciales. ¡Con los estómagos vacíos es difícil
conseguir votos!
Nada que ver con referéndum catalán que ni es
democrático, ni es legal, ni responde a una situación de opresión política o de
hambruna desesperada. Así lo han visto los estados y organismos
internacionales, ninguno de los cuales ha brindado su apoyo al flamante consejero
catalán de Asuntos Exteriores. El caos se apoderaría del planeta si cualquier territorio
de cualquier país del mundo pudiera independizarse mediante un referéndum
unilateral. Aunque se llegara a celebrar el 1-O no pasaría de ser una pantomima
sin reconocimiento nacional o internacional. Sólo el régimen de Maduro ha
anticipado su voluntad de reconocer la hipotética República Catalana. ¡Vaya
casualidad!
La Tribuna de Albacete (24/07/2017)