Hace una semana se presentó el informe “España 2050. Fundamentos y propuestas para una estrategia nacional a largo plazo”. Un libro que dará mucho que pensar y debatir … a los que nos gusta pensar y debatir. La frase introductoria de Séneca ya merece una buena pensada: “Ningún viento será bueno para el que no sabe a qué puerto se encamina”.
La estrategia del estudio también
me parece encomiable. Siempre he envidiado a los gobiernos que, antes de
abordar una reforma importante, reúnen un “comité de sabios” para que presenten
y debatan sus propuestas sobre el tema en cuestión. Así lo ha hecho el gobierno
español y quiero pensar que ha sido lo suficientemente inteligente para invitar
a verdaderos expertos, con independencia de su ideología. Más importante es que
el estudio siga abierto y se se acepten críticas externas.
El informe empieza por resaltar
los logros conseguidos en los 40 años de democracia. Todos necesitamos un poco
de autoestima Cuando el ritmo de debates lo marcan los problemas del día uno
acaba pensando que nuestro país es un desastre en todo. Solo al adoptar una
perspectiva de largo alcance, podremos apreciar los logros y confiar en nuestra
capacidad de mejorar.
El grueso del informe se centra en
los problemas estructurales de la economía y la sociedad española. Los
presentan a de desafíos. (1) Baja productividad y crecimiento demasiado irregular.
(2) Envejecimiento demográfico que cuelga como una espada de Damocles sobre el sistema
de pensiones. (3) Carencias educativas y de aprendizaje. (4) Degradación
ambiental. (5) Desequilibrios territoriales (ciudad/campo). (6) Tasa de paro,
sobre todo juvenil. (7) Niveles de pobreza y desigualdad excesivos.
Lo que más me molesta del Informe es
que el gobierno se ponga como objetivo el hacernos más felices. Agradezco su
interés, pero mejor si no se entromete en asuntos tan personales. Lo más que
puede hacer un gobierno es crear condiciones propicias para el progreso
económico, social y cultural que suele aportarlo la iniciativa privada.