lunes, 27 de octubre de 2014

De pícaros y uvas ajenas

Limitar el monto  y discrecionalidad 
en el manejo de recursos ajenos


 Las noticias de la prensa de esta semana han revivido en mi mente aquel pasaje del Lazarillo de Tormes donde su tutor (ciego) le acusa de romper el pacto de comer las uvas de una en una: “ –Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas de tres a tres. –No comí, dije yo, ¿más por qué sospecháis eso? –Porque yo las comía dos a dos y tú callabas, respondió el sagacísimo ciego”.
La picaresca se convierte en un problema social cuando son muchos los que viven de ella. La solución deviene casi imposible cuando la masa anónima de ciudadanos calla, tal vez porque cada uno está tratando de enriquecerse en la medida de sus posibilidades. Así lo hizo nuestro Lazarillo al ver que el ciego incumplía las reglas del juego… ¡Y así le fue!
Hoy la picaresca se llama corrupción. La tentación a robar es tanto más fuerte cuanto mayor es el tamaño de los recursos ajenos que uno maneja y cuanto mayor es la discrecionalidad y opacidad que le permiten en la gestión. El horizonte temporal también influye. Los Pujol no se hubieran atrevido a montar tamaña maquinaria de extraer dinero si el patriarca del clan hubiera tenido limitado su mandato a ocho años. El PP, PSOE, CiU y demás partidos políticos que han llegado al poder, no estarían salpicados de tantos episodios de corrupción si las obras públicas se adjudicaran por sorteo entre las empresas que cumplan determinados requisitos. El despilfarro de los directivos de Bankia y otras grandes empresas hubiera sido mínimo de tener que pagar los gastos con su propio sueldo y responsabilizarse de los efectos de su gestión durante los próximos diez años.

Por aquí han de ir los tiros de la lucha contra la corrupción: limitar el monto y discrecionalidad en el manejo de recursos ajenos, al tiempo que se responsabiliza a los gestores. Miedo me dan quienes pretenden arreglarlo todo con comisiones parlamentarias de investigación. ¿Cuándo se darán cuenta que sólo sirven para poner el dedo en el ojo ajeno con el único fin de arruinarle la próxima cosecha electoral? Tiemblo al oírles decir que la solución consiste en más Estado. ¿Cuándo comprenderán que el Estado es el reino del manejo discrecional de recursos ajenos?    

La Tribuna de Albacete (27/10/2014)

lunes, 20 de octubre de 2014

Cultura y miedo

"La verdad os hará libres"

Últimamente no hago más que tropezarme con conferencias sobre la cultura. Admito que es lo mejor que puede pasarle a uno. La lección inaugural del curso 2014-15 en la UCLM versó sobre el “poder de la literatura”. Pedro Cerrillo habló de un camino tortuoso iluminado por alguna que otra hoguera donde se quemaban libros. Hasta ese punto llegaba el miedo de los dictadores a la difusión de la cultura.
La Tercera Jornada Universitas, celebrada poco después, también versó sobre la cultura. Jerónimo José Martín, crítico de cine, habló del poder del séptimo arte para abrir la mente y para comernos el coco. Como ejemplos positivos, en la mesa redonda de estudiantes y profesores coordinada por Elena Sánchez, se repasó la huella humanista de algunos genios de la cultura: El Greco, Lewis, Chesterton,  Ortega y Gasset. Como ejemplo negativo, Antonio Barnés denunció la utilización de la lengua para crear muros en vez de puentes. El discurso del nacionalismo excluyente nos resulta bien conocido: una lengua, una cultura, un Estado… Un Estado que se encargará de controlar el sistema educativo y los medios de comunicación para sembrar el odio contra quienes utilizan otras lenguas. 
Anteayer el Teatro de la Paz acogió el musical “No tengáis miedo”, sobre Juan Pablo II. Con esta frase exhortaba Karol Wojtyla a sus compañeros de estudio escondidos en un sótano. Los dictadores de turno, primero nazis, luego comunistas, sabían que la educación y la cultura hacían a los hombres más libres y seguros. No les interesaba. ¡Es tan difícil manipular a personas libres! “No tengáis miedo”, volvieron a ser sus primeras palabras como Pontífice: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid –más aún– abrid de par en par las puertas a Cristo! ¡Abrid a su potestad salvadora (…) los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo!”.
“La verdad os hará libres”, garantizó Jesucristo. Antonio Machado le puso ritmo y rima, al tiempo que nos vacunaba contra dos peligros evidentes: la manipulación cultural desde arriba y el relativismo moral por abajo. “Tu verdad no; la verdad / y ven conmigo a buscarla. /La tuya, guárdatela”. Este es el reto de la cultura: abrir caminos, a cada cual más bello, hacia esa verdad que libera a las personas y facilita su convivencia.
La Tribuna de Albacete (20/10/2014)

lunes, 13 de octubre de 2014

Una cultura a la medida del hombre

Contribuye a despertar los mejores sentimientos, 
esos que animan a construir un mundo más humano 

Los seres humanos tenemos necesidades corporales: comida, vestido, cobijo, salud…. A su satisfacción dedicamos la mayor parte del día, desde la cuna a la sepultura. También aspiramos, y aquí estriba la diferencia con los animales, a colmar las necesidades superiores que van desde el mero entretenimiento hasta el hallazgo del sentido de la vida. De esto trata la cultura, del cultivo del espíritu. ¡Y con qué fuerza lo cultiva! Por su belleza estética, el mensaje del artista penetra con facilidad en el corazón de las personas y remueven todo tipo de sentimientos.
Con las reflexiones filosóficas de Sócrates, las epopeyas de Homero, las tragedias de Sófocles y la Venus de Milo, la Grecia clásica ilustró cómo puede contribuir la cultura al desarrollo personal y a la convivencia social. Los medios tecnológicos aparecidos en el último siglo, desde el cine a internet pasando por la televisión, multiplican las posibilidades de creación y trasmisión de la cultura. ¿Se han canalizado en la dirección adecuada? ¿Contribuyen a despertar los mejores sentimientos, esos que dan sentido a tu existencia y te animan a construir un mundo más humano?
Esta es la pregunta fundamental que se planteó el viernes pasado en la Tercera Jornada Universitas bajo el lema: “Una cultura a la medida del hombre”. Se insistió en su carácter de arma de doble filo. Como cualquier otro poder, la cultura puede enfocarse hacia el bien o el mal. Puede utilizarse para ampliar los horizontes de libertad de las personas o para convertirlas en borregos fácilmente manipulables por genios desaprensivos, poderes políticos e intereses económicos.

Una cultura a la medida del hombre implica el compromiso de los creadores de cultura por respetar la dignidad humana al tiempo que le recuerdan sus exigencias. El receptor de cultura, por su parte, no puede resignarse a ser un consumidor pasivo. Ha de estar preparado para separar el trigo de la paja y de la cizaña. Y ha de atreverse a dar carpetazo a los bodrios culturales que sólo saben atraer público despertando sus sentimientos más rastreros. Con nuestra elección responsable obligaremos a los artistas a crear obras más profundas y bellas.
La Tribuna de Albacete (13/10/2014)

lunes, 6 de octubre de 2014

Discriminación negativa y positiva

Airea una vieja polémica en economía laboral, todavía por resolver

“De callar no te arrepentirás nunca; de hablar muchas veces”, reza el viejo proverbio. Entre las personas que hoy deben estar lamentándose por las palabras pronunciadas la semana pasada se encuentra Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios. Se limitó a decir que, como empresaria, ella tenía cierta reticencia a contratar mujeres en edad fértil. Suficiente como para desatar la ira de todo el arco político. “Bochornoso”, “vergonzoso”, fueron los comentarios más suaves que escuchó. No voy a defender a la Sra. Oriol cuyo discurso me pareció pobre, en todos los aspectos, empezando por el gramatical. Sí recordaré que no hizo más que airear una vieja polémica en economía laboral todavía por resolver.     
Para empezar hay que reconocer que en España y en todo el mundo existe discriminación contra la mujer en su sentido más elemental: a menudo, por un mismo trabajo y con la misma capacitación, la mujer cobra menos que el varón. Los políticos suelen atribuir este resultado a prejuicios sociales que tratan de erradicar desde arriba, a golpe de decreto-ley. Ya llevamos muchos con resultados más bien mediocres. La economía positiva (la que busca explicar los fenómenos que observamos en la realidad) profundiza un poco más. Si las empresas pueden obtener los mismos resultados a menor coste –se preguntan estos economistas– ¿por qué no despiden a los varones y contratan a las mujeres en paro? ¿No habrá alguna diferencia real? Existe –concluyen–  una diferencia biológica: la maternidad. Una diferencia que lleva aparejados mayores riesgos de intermitencia laboral y que mueve a los empresarios a ajustar el salario femenino a la baja. De no ser posible, se resistirán a contratar mujeres lo que explicaría las mayores tasas de paro femenino.
        Sobre estas bases ha de actuar la economía normativa, la que busca mejorar la situación real apuntalando instituciones como la familia y la maternidad sobre las que descansa la sociedad y la propia economía. A mi entender, la mejor contribución del Estado en este terreno es diluir el riesgo del que hablábamos antes. ¿Cómo? Haciéndose cargo de los costes especiales que derivan la suspensión temporal del trabajo a causa de maternidad. Es un ejemplo de una discriminación positiva “sensata”, que sabe conjugar la igualdad con la libertad. Si no atacamos el problema de la discriminación laboral contra la mujer en sus raíces difícilmente podremos solucionarlo. 

La Tribuna de Albacete (06/10/2014)