lunes, 24 de febrero de 2020

El secreto de la eterna juventud


              El 21 de febrero la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (FCEE) de Albacete celebró su trigésimo aniversario. Yo tuve el honor de dirigir unas palabras en representación del profesorado. Me pregunté por “el secreto de la eterna juventud”, tanto de las personas como de las instituciones. Respondí: “el espíritu de superación”.
                El periodo 1990 a 2020 está dominado por la revolución de las TIC. Todo ha cambiado. Desde los contenidos a estudiar, a los métodos de enseñar y la mentalidad del alumnado. Los profesores de la FCEE se han adaptado a tales cambios, aprendiendo de sus propios errores. Este es el primer ingrediente del espíritu de superación.
              La carrera académica se ha vuelto más exigente. Antes la promoción de un profesor se confiaba a la benevolencia del catedrático. Ahora depende fundamentalmente de su capacidad de integrarse en buenos equipos y de publicar en las mejores revistas del mundo. Internet ha facilitado este salto existencial. No menos necesario ha sido su espíritu de superación espoleado por un entorno cada vez más competitivo.
                Superarse y progresar, sí, ¿pero en qué dirección, hacia qué meta? La universidad no debiera ser una fábrica de títulos ni una caja negra donde se meten datos y salen publicaciones. Esa función acabarán haciéndola mucho mejor las máquinas inteligentes. La universidad debe aspirar a tratar los asuntos más relevantes en cada momento con la profundidad y el rigor que le es propio. Sus profesores e investigadores deben ser “pensadores”, personas conscientes de lo que están buscando y de los límites del instrumental que manejan.
                Mantener vivo el espíritu de superación sin perder de vista la meta que da sentido al largo y empinado camino que hemos escogido. Ese es el secreto de la eterna juventud de las personas y de las instituciones que dirigen. ¡Larga y joven vida a la FCEE de Albacete y a la UCLM!
La Tribuna de Albacete (24/02/2020)

lunes, 17 de febrero de 2020

Moral natural y moral de Estado

  
           Si conservador es quien trata de preservar lo mejor que la historia nos ha legado, yo soy conservador. Conservador de viejo abolengo pues me esfuerzo por enraizar mi moral en las dos tablas que Moisés bajó del Sinaí hace 3.500 años. La segunda habla de las relaciones con el prójimo y se concreta en cuatro mandamientos enunciados en negativo: No matarás, no robarás, no mentirás, no faltarás el respeto a las personas con las que convives. Centrándonos en la familia, podríamos hablar (ahora en positivo) de la honra merecida por nuestros padres, la educación debida a nuestros hijos y la fidelidad prometida a nuestro cónyuge.
               A decir verdad, estos mandamientos fueron recogidos en casi todos los códigos éticos y legales de la antigüedad, prueba evidente de que reflejan derechos y deberes “naturales” a la condición humana. La peculiaridad de la moral judeo-cristiana estriba en conectarlos con la primera tabla donde se habla del amor a Dios y su deseo de que nos amemos como hermanos que somos, hijos del mismo Padre.
           La tentación más antigua y funesta de la humanidad ha consistido en querer ser como Dios para delimitar a nuestro antojo la frontera entre el bien y el mal. Tras declarar el derecho a la vida, base de los derechos del constitucionalismo moderno, el Estado pretende ahora pontificar sobre dónde empieza y acaba la vida humana. ¡Y así nos va! El aborto, concebido como una excepción al derecho a la vida, pronto pasó a ser un derecho fundamental y es hoy la principal causa de eliminación de seres humanos. Otro tanto ocurrirá con la eutanasia: acabará siendo utilizada para eliminar a las personas que nos molestan. Y seamos sinceros, a medida que alimentemos al egoísmo, cada vez nos molestará más gente, empezando por los de casa.
              El resultado de la moral de Estado es una banalización de la vida y del resto de derechos fundamentales. El verdadero progreso consiste en dejar florecer la moral natural que llevamos dentro, recuperando los cuatro mandamientos básicos: no matar, no robar, no mentir, no faltar el respeto a las personas con las que convivimos.
La Tribuna de Albacete (17/02/2020)

miércoles, 5 de febrero de 2020

Del terruño a la Tierra, sin olvidar a las familias



               La historia de la humanidad puede leerse como una lucha entre las fuerzas centrípetas y centrífugas; los esfuerzos para la centralización territorial del poder político son contrarrestados por las exigencias de descentralización. En cada momento han prevalecido las fuerzas acordes con el alcance territorial de los problemas. La tecnología ha jugado un papel fundamental tanto en la delimitación de los problemas como de las soluciones.
               Los humanos empezaron organizándose en tribus para solucionar sus problemas comunes, la mayoría de ámbito comarcal. Algunas tribus se convirtieron en comunidades regionales y fueron creciendo y creciendo hasta soñar en imperios. Estos imperios impuestos desde arriba fracasaron. No era posible controlar por la fuerza unidades territoriales tan extensas como innecesarias. La Edad Moderna construyó los estados-nación para solucionar los problemas que resultaban inaccesibles para las regiones en las que se fragmentó el Imperio Romano. Hoy, el estado-nación vuelve a quedar pequeño ante la creciente globalización de los problemas. Estoy pensando en el calentamiento global, las crisis financieras, las migraciones o la misma defensa nacional... La respuesta a las nuevas necesidades ha venido de organizaciones supranacionales como la ONU y la UE.
Quienes tratan de solucionar los problemas actuales de convivencia con estructuras políticas de la Edad Media o Moderna, están dando un paso atrás que les priva de la perspectiva adecuada. Lo que sí debemos exigir a los organismos supranacionales es que se limiten a regular lo imprescindible y respeten la autonomía de los entes inferiores.
En el planeta que nos ha tocado vivir solo existen dos comunidades políticas naturales: el mundo y el municipio/comarca. Afortunadamente, hay vida más allá de la política. La descentralización no acaba en el estado-nación, ni en el gobierno regional o municipal. Acaba y empieza en las personas, las familias y la sociedad civil. Antes del terruño estaban las familias. Más allá de la Tierra como unidad política siguen estando las familias.
La Tribuna de Albacete (10/02/2020)

domingo, 2 de febrero de 2020

Brexit sin Big Ben


              El 31 de enero a las 12 de la noche (hora continental) los británicos celebraron la salida de la UE. No sonó la campana del del Big Ben, estaba estropeada. Hubieron de conformarse con grabar unas campanadas y amplificarlas con miles de altavoces.
              A decir verdad, el Big Ben no tenían mucho que celebrar. En los tres años que siguieron al referéndum, los británicos fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre las condiciones de salida. El nuevo Premier, el oportunista Boris Johnson, solo ha cambiado la estrategia: firmamos la salida el 31 de enero y dejamos todo el año 2020 para negociar esas condiciones. ¿Serán capaces de ponerse de acuerdo entre ellos y con la UE? ¿Y qué pasará después? Los fantasmas que pululaban por la torre del Palacio de Westminster enmudecieron la gran campana.
             El Big Ben calló temeroso de la ruptura del Reino Unido. Tras el cambio de las reglas de juego, Escocia ya ha empezado a presionar por un segundo referéndum de independencia. La frontera de las dos Irlandas se ha vuelto tan espinosa que el número de partidarios a la reunificación de la isla no cesa de aumentar. ¿Y qué pasará con Gibraltar?
                 El Big Ben calló por miedo al empobrecimiento del RU. El daño será grave si Londres dejara de ser la gran plaza financiera del viejo mundo. La entrada en la UE reavivó un mercado financiero y una libra esterlina que estaba perdiendo músculo. Hoy la City genera el 25% del PIB inglés. ¿Qué pasará cuando vuelva a quedar fuera del paraguas de la UE?
            El Big Ben calló ante la amenaza de que los ciudadanos británicos pierdan derechos. La promesa de gozar de todas la ventajas de dos mundos opuestos es un círculo cuadrado. No es lo mismo estar fuera de la UE que salir de ella una vez que eres miembro de pleno derecho y te has acostumbrado a sus ventajas. Los jubilados británicos residentes en Alicante todavía no saben lo que significa pagar cada vez que van al médico.
La Tribuna de Albacete (03/02/2020)