La mejor vacuna contra el virus del populismo: repasar la historia y votar no en base a promesas sino a hechos probados
Las
elecciones francesas han sorprendido por la irrupción de la extrema derecha (Le Front National de Marine Le Pen) y de
la extrema izquierda (La France Insumise
de Jean-Luc Mélenchon). Todavía más sorprendente ha sido comprobar la similitud
de sus programas. Ambos se asientan sobre un rancio populismo alimentado por estos
cuatro principios.
Anti-sistema,
en lo político. Las actuales instituciones políticas son un antro de
burócratas, liderados por unos políticos tan ineptos como corruptos. ¡Es el
momento de echarles a todos! Con nosotros empezará una nueva era de la
humanidad donde los políticos representemos directamente al pueblo y gestionaremos
generosos presupuestos públicos buscando solo el interés general.
Anti-capitalismo, en lo económico. El
mercado, ese sistema basado en la iniciativa privada, no puede resolver la
crisis económica ni cumplir nuestros sueños. Estamos obligados a suplantarlo y
determinar por nosotros mismos qué es el bien común y cómo se consigue.
Organizaremos la economía de arriba-abajo. Quienes pretendían que el mercado la
organizase de abajo-arriba han fracasado.
Anti-globalización, en lo cultural y social. La
“Nación” es la mayor empresa que debemos construir y lo haremos con espíritu
patriótico. La globalización corroe ese espíritu. Hay que controlar lo que
entra por nuestras fronteras: productos, ideas y, sobre todo, inmigrantes. Las formas pueden cambiar y cambian, de hecho,
en este punto. La extrema derecha es especialmente dura con los inmigrantes. Con
ellos manipula los sentimientos de odio que necesita para medrar.
Anti-Europa, como resumen práctico. La UE es la encarnación de todos los males
que acabamos de enumerar: burocratización, beneficios, mercados, apertura al exterior. Además, las normas e
instituciones comunitarias imponen una disciplina presupuestaria y monetaria
que podría arruinar nuestros maravillosos planes. ¿Cómo vamos a garantizar una
renta básica para todos si la Comisión Europea limita el déficit público y si
el BCE detenta el monopolio de la creación de dinero? ¡Abandonemos la UE ya!
Las masas, sobre
todo en épocas de recesión, son fácilmente contagiadas por el virus del
populismo. La mejor vacuna consiste en repasar la historia y votar no en base a
promesas sino a hechos probados. ¿Qué prefieres? ¿Una sociedad imperfecta y
manifiestamente mejorable como la occidental, el paraíso comunista de Stalin, o
la nación perfecta de Hitler?
La Tribuna de Albacete (22/05/2017)