Cada vida importa. Por la vida, la mujer y la maternidad
Las estatuas
deberíamos tener la oportunidad de escribir lo que presenciamos desde nuestras
columnas. Yo, Colón, tendría muchas anécdotas que contar, a propósito de las innumerables
manifestaciones que transcurren por la madrileña plaza que lleva mi nombre. La del último
sábado seguía una pancarta gigante donde podía leerse: “Cada vida importa. Por
la vida, la mujer y la maternidad”. Otra decía: “Tienes derecho a ser madre. Y
cuando ya lo eres, tienes el derecho a que te ayuden antes y después del
parto”. Evidente, pensé, a estas alturas de la historia y de la ciencia, ¿habrá
alguien que pueda negar al feto la condición de ser humano? ¿Quién osará ponerse
en contra de esa vida y negar a la madre la ayuda que necesita?
Mi corazón
de piedra se conmovió por los testimonios que escuché. “Tengo cuarenta años y
he sufrido dos abortos, confesó una mujer. El primero para no perder el trabajo,
el segundo para no perder al marido. El tercer embarazo decidí llevarlo a
término por amor a la vida y para ser yo misma. Me quedé sola”. Varias mujeres
manifestaron la presión que tienen para abortar y la soledad que sufren en esos
momentos tan delicados. Al final de estos testimonios cientos de miles de
personas cantaron con entusiasmo: “Pero sola no estás, estamos contigo, mi
valiente mujer”.
Admiré la serenidad
y sinceridad de los oradores. Benigno Blanco resalto que la defensa de la vida
y la mujer responde a un derecho humano; no a credos religiosos o ideologías
políticas. Tan responsables son, matizó, quienes promulgan leyes contra la vida
como quienes, pudiendo derogarlas, no se atreven.
Me gustó el
tono animoso que unía a varias generaciones. Los jóvenes ponían la esperanza y
los mayores la serenidad. Muchos eran conscientes que no llegarían a ver una sociedad
de “aborto cero”. Pero todos daban por ganada la batalla por los derechos
fundamentales que empiezan por la vida. Yo les lancé un guiño. Desde mi columna
he visto como se levantaban y desmoronaban imperios. Como las ideologías más
peregrinas subían como la espuma para secarse de golpe por falta de raíces. La
ideología de género, que está detrás del actual tsunami abortista, correrá la
misma suerte. Colon dixit.
La Tribuna de Albacete (24/11/2014)