lunes, 28 de marzo de 2022

Economía de guerra

Si las cosas siguen complicándose al ritmo de las últimas semanas, no quedará más remedio que introducir en los planes de estudio de mi facultad una nueva asignatura: “Economía de guerra”. Su temario habría de explicar diez rasgos típicos de estas situaciones desesperadas. 

 · Sustitución de los mercados competitivos por gobiernos que planifican la asignación de los recursos escasos de la sociedad. El ejército y la industria de armamentos pasarían a ser las dos actividades prioritarias.

· Autarquía. ¿Para qué exportar bienes que podemos necesitar mañana? ¿Para que depender de las importaciones?

·  Intervención de los poco mercados que subsistan. La venta de algunos bienes quedará prohibida. La de otros sufrirá restricciones en cantidades y/o precios.

·  Proliferación de los mercados negros donde se comerciarán los productos restringidos a precios disparatados. 

· Desconfianza en el dinero legal. La sobreexpansión monetaria prenderá la mecha de la inflación que, a su vez, reducirá la confianza en el dinero. Así hasta desembocar en la hiperinflación.

·   Oro como refugio de valor (para los ricos que no huyan al extranjero)

·  Emisión de “bonos patrióticos” para atraer el escaso ahorro de la sociedad.

· Disminución del consumo privado para asegurar los recursos que reclama el frente militar. De hecho, este es uno de los efectos de la inflación.

·  Racionamiento del consumo privado para asegurar que todas las familias ingieren el mínimo de subsistencia. Las cartillas de racionamiento reemplazarán las tarjetas de crédito.

·  Acumulación de bienes de primera necesidad por las familias.

La economía de guerra es el típico juego de suma negativa donde todos pueden perder simultáneamente. Ello no evita los beneficios de algunos grupos. Ganan los políticos que disfrutan dirigiendo la vida de los ciudadanos. Los funcionarios-controladores que pueden obtener jugosas propinas mirando para otro lado. Los estraperlistas que se aprovechan de la opacidad de los mercados negros.    

La Tribuna de Albacete (27/03/2022)

lunes, 21 de marzo de 2022

El superhombre

 Una duda me asaltó buscando explicaciones a la guerra de Putin: ¿Dónde he visto yo esta película?, ¿quién me la contó? No tardé en hallar la respuesta. “Crimen y castigo” de F. Dostoievski (1866). Fue la primera novela seria que leí; me marcó. 

Raskolnicov era un estudiante tan racionalista como orgulloso. En un momento dado llegó a la conclusión de que él era un hombre superior y que esta superioridad le eximía del cumplimiento de  las normas morales. Estas eran para el populacho que precisa de la disciplina moral para no enfrentarse con los demás en una guerra permanente.

Ni corto ni perezoso, el protagonista de la novela entró en la casa de la vieja prestamista y la mató. No le interesaba el dinero. Lo único que pretendía era demostrarse a sí mismo que era un “superhombre”, alguien por encima del bien y del mal.

No debía serlo del todo pues la conciencia le remordía hasta el punto de plantearse el suicidio. Afortunadamente tenía a Sonia, la única persona a quien confesó el crimen. Siguiendo sus consejos, Raskolnicov se arrepintió y se entregó a la policía. Junto a Sonia, empezará una vida… en Siberia.

Veinte años después, F. Nietzsche agradece a Dostoievski la imagen del superhombre que él daría vida en las obras emblemáticas de la modernidad: “Muerte de Dios”, “Más allá del bien y del mal”, “El anticristo” … La diferencia es que el filósofo alemán sí se suicidó para demostrarse que era libre de toda atadura, empezando por la moral cristiana. El novelista ruso acertó a comprender que la muerte de Dios implicaba la muerte del hombres en su huida desesperada.     

Dostoievski entendió que el superhombre era un gigante con los pies de barro; lo dejó tirado los suelos. Nietzsche lo sublimó para reemplazar a Dios y sus mandamientos. Hitler mostró lo que pasa cuando el hombre se cree capaz de marcar la frontera entre el bien y el mal. ¿Estará Putin inspirado por Dostoievski?

domingo, 13 de marzo de 2022

Vox-PoPuli

Como era de esperar PP y VOX han pactado para gobernar Castilla y León durante los próximos 4 años. Han escuchado de todo. “El pacto de la vergüenza”, “Derecha y ultraderecha, como en el franquismo”, “Fascismo bicéfalo”, “Sálvese quien pueda” … Propongo tomarnos el acuerdo con más filosofía. Hemos de dar una oportunidad a gobiernos de coalición a diestra o siniestra. Para que la coalición sea posible y duradera me permito dar unos consejos de abuela; suelen ser los más simples y revolucionarios.

·  Política con educación y profundidad. Quienes no tienen nada que decir es lógico que recurran a los insultos de moda (fascista, homófobo…) Los que tienen un mínimo de cultura y educación se conocen porque escucha y responden con datos y preguntas inteligentes.

· Política trasparente, es el mejor fundamento de la confianza y el remedio más eficaz contra la corrupción.

· Política basada en unos objetivos mínimos de cuya gestión habrán de responsabilizarse ante el electorado. Las competencias básicas de las CC.AA. son tan importantes como la educación, la sanidad o la vivienda. A través de ella demostrarán sus ventajas comparativas respecto a otras formas de hacer política.

· Política basada en el respeto de las líneas rojas marcadas por la Constitución. Vox está obligado a respetar las instituciones europeas y autonómicas consagradas en la CE y evitar cualquier tipo de discriminación por raza o sexo. Pero está en su derecho de comprometer al PP contra las proclamas de la ideología de género que inventa nuevos derechos en detrimento de los recogidos en el texto constitucional.

Si estas máximas llegan a hacerse realidad, no me extrañaría que la coalición se consolidara bajo unas nuevas siglas: “Vox-PoPuli”. Si fracasan, mi plan B consistiría en una reforma electoral que introdujera el sistema de doble vuelta. Lo que resulta intolerable es una coalición en la que cada parte se atribuye todos los éxitos y culpa al otro de todos los fracasos. 

"Libertad y responsabilidad", he ahí la regla de oro del comportamiento de personas e instituciones. 

lunes, 7 de marzo de 2022

Refundar la ONU

Unos datos para ambientar la problemática del gasto militar. Pertenecen al 2020. La primera cifra indica el gasto militar en miles de millones de dólares. La segunda el porcentaje del PIB que esa cifra representa.  USA: 778 y 3,7%. China: 252 y 1,7%. Rusia 62 y 4,3%. Arabia Saudí: 58 y 8,4%. Francia 54 y 2%. España: 17 y 1,4%. 

¿Suficiente para asegurar la defensa nacional? –No. Y lo que es peor, el problema no se soluciona aumentando el gasto militar. Esta es la gran peculiaridad del gasto en defensa. La cantidad y calidad de la sanidad y la educación de un país están positivamente relacionadas con el dinero asignado a hospitales y escuelas. La seguridad de un país contra sus potenciales invasores no depende tanto de su gasto militar, como del gasto de los vecinos. De poco servirá que España lo doble (hasta 34 Mm€), si Marruecos lo sube a 50.

Afortunadamente la solución es factible y barata. Basta con que la ONU centralice el servicio de defensa de los países que la integran. Renunciando a un ejército propio, y enviando a la ONU el 1% de su PIB, los países dispondrían de más recursos para atender el orden público interno y los servicios sociales. Con ese pequeño porcentaje de gasto y un 10% de los soldados actuales, la ONU podría disuadir cualquier invasión. Los rebeldes quedarían derrotados antes de 24 horas. 

En tiempos de paz, que previsiblemente serán la mayoría, parte de los recursos de la ONU podrían dedicarse a otros problemas globales como el desarrollo del Tercer Mundo, el cambio climático o pandemias. ¡Y basta! El descrédito actual de la ONU proviene de inmiscuirse en guerras que no le competen. Estoy pensando en su manía por implantar la nueva moral universal que le dictan las ideologías dominantes en cada momento.

La Tribuna de Albacete (7/02/2022)