El debate
surge cada vez que se anuncian nuevas elecciones. Los partidos de izquierda
tratan de captar votos prometiendo un chorro de inversiones públicas y de
subvenciones. Lo último es la “renta básica”. ¿A quién no le gustaría
levantarse el 1 de cada mes con los 1300 euros que les promete Podemos? Los
partidos de derechas anuncian rebajas de los tipos impositivos. Cada grupo
advierte que la propuesta del rival llevaría al caos económico y trata de demostrar
que su opción no dispararía el déficit público, algo que a la larga sería
contraproducente y que en la UE está expresamente prohibido.
La primera
opción se justifica por el multiplicador Keynesiano. El aumento del gasto
público creará empleo directo e indirecto, de donde resultará un aumento del
consumo, de la renta y de los impuestos. La UE no tendría nada que objetar.
La segunda
opción se inspira en la “Curva de Laffer” que enamoró al partido republicano de
los EE.UU desde Reagan. En un mundo de impuestos confiscatorios, anunció
Laffer, una disminución del tipo impositivo disminuirá el incentivo a defraudar
o a refugiarse en la economía sumergida. Aumentará el incentivo a invertir e
innovar. La mayor actividad económica disparará la recaudación impositiva
alejando el fantasma del déficit público.
La evidencia
empírica ha demostrado que ambos mecanismos han funcionado … siempre que se
daban las circunstancias adecuadas. La elección final dependerá de las
preferencias de cada votante. ¿Qué prefiere usted, una economía impulsada por
la inversión pública y el consumo de familias infladas de subvenciones, o una
economía donde prevalece la iniciativa privada y cuyo éxito se ha basado en la
inversión privada y el progreso técnico?
La Tribuna de Albacete (01/04/2019)