domingo, 31 de marzo de 2019

Más gasto público o menos impuestos



El debate surge cada vez que se anuncian nuevas elecciones. Los partidos de izquierda tratan de captar votos prometiendo un chorro de inversiones públicas y de subvenciones. Lo último es la “renta básica”. ¿A quién no le gustaría levantarse el 1 de cada mes con los 1300 euros que les promete Podemos? Los partidos de derechas anuncian rebajas de los tipos impositivos. Cada grupo advierte que la propuesta del rival llevaría al caos económico y trata de demostrar que su opción no dispararía el déficit público, algo que a la larga sería contraproducente y que en la UE está expresamente prohibido.
La primera opción se justifica por el multiplicador Keynesiano. El aumento del gasto público creará empleo directo e indirecto, de donde resultará un aumento del consumo, de la renta y de los impuestos. La UE no tendría nada que objetar.
La segunda opción se inspira en la “Curva de Laffer” que enamoró al partido republicano de los EE.UU desde Reagan. En un mundo de impuestos confiscatorios, anunció Laffer, una disminución del tipo impositivo disminuirá el incentivo a defraudar o a refugiarse en la economía sumergida. Aumentará el incentivo a invertir e innovar. La mayor actividad económica disparará la recaudación impositiva alejando el fantasma del déficit público.
La evidencia empírica ha demostrado que ambos mecanismos han funcionado … siempre que se daban las circunstancias adecuadas. La elección final dependerá de las preferencias de cada votante. ¿Qué prefiere usted, una economía impulsada por la inversión pública y el consumo de familias infladas de subvenciones, o una economía donde prevalece la iniciativa privada y cuyo éxito se ha basado en la inversión privada y el progreso técnico?

La Tribuna de Albacete (01/04/2019)

lunes, 25 de marzo de 2019

Ciclo económico y ciclo político


            La economía capitalista sigue un ritmo cíclico: recesión, recuperación, auge, desaceleración, recesión… Fue el “trending topic” de la ciencia económica en los años treinta del siglo pasado. En su Teoría General de 1936, John M. Keynes descubrió que el origen del problema radica en el comportamiento cíclico de la inversión y del consumo de bienes duraderos cuyos mercados se saturan intermitentemente. Como remedio propuso una política fiscal anticíclica: la inversión pública compensaría los altibajos de la inversión privada. El déficit se corregiría automáticamente en los años de bonanza.
               Por esa época, Michael  Kalecki, un economista polaco que había anticipado las ideas y políticas keynesianas, advirtió que, a menudo, el ciclo económico resultaba amplificado por el ciclo político. En los años electorales, los gobiernos multiplican sus gastos para comprar votos. El nuevo gobierno se encontrará un déficit desbocado y una deuda cuyos intereses engullen una parte creciente de los impuestos. El obligatorio ajuste de las cuentas públicas, precipitaría y/o agravaría la recesión económica.
               Las finanzas públicas españolas en 2018-19 confirman los peores temores de Kalecki. La economía mundial ha entrado en fase de desaceleración. La menor caída del PIB español se explica por el aumento del gasto público que ha interrumpido el proceso de consolidación fiscal. El nuevo gobierno habrá de afrontar la próxima crisis en peores condiciones y sin apenas capacidad de maniobra. En 2008, el gobierno español tenía dos comodines debajo de la manga: un superávit presupuestario y un stock de deuda pública inferior al 40% del PIB. En 2019, el déficit público ha vuelto a alejarse del objetivo del 3% y la deuda ya supera el 100% del PIB. Pero, ¿a quién le importan estas cuestiones contables en un año electoral? Lo único importante es captar el voto de los ingenuos.
La Tribuna de Albacete (25/03/2019)

lunes, 18 de marzo de 2019

Exit del Brexit



La estrategia de los movimientos separatistas, soberanistas o como se les quiera denominar, suele cosechar buenos resultados electorales gracias a su simplicidad. La separación será rápida e indolora, aseguran. Conservaremos todas las ventajas actuales, pagaremos menos impuestos y recuperaremos la soberanía para decidir nuestro propio destino.  Con estas expectativas los británicos votaron el 23 de junio de 2016 entre EXIT o REMAIN. Ganó la primera opción por apenas cuatro puntos porcentuales. Cayó la libra esterlina y creció la desconfianza entre los ciudadanos. La sociedad y el territorio británico se partieron en dos bloques. ¡Hasta los propios partidos quedaron resquebrajados!
La UE les dio de plazo hasta el 29 de marzo de 2019 para que presentaran un acuerdo de separación. Durante estos dos largos años, los políticos se han centrado en el BREXIT sin llegar a ponerse de acuerdo en el primer paso. Difícilmente lo lograrán por más prórrogas que les concedan. 
Los partidarios del Brexit ignoraban que los engranajes de la historia no tienen marcha atrás. Una vez que te integras en la Unión Europea y saboreas las ventajas de vivir sin aduanas, resulta muy difícil volver a la situación anterior. Los británicos de Irlanda del Norte no quieren oír hablar de un muro-aduana de 500 kilómetros. Los escoceses han pedido un segundo referéndum para separarse del RU, pues en el primero ganaron los que querían una Escocia británica dentro de la UE, no fuera. Los británicos que llevan décadas viviendo en Alicante, todavía piensan que el Brexit no les afecta. No perderán sus propiedades, cierto. Pero ya no tendrán el derecho de atención sanitaria gratuita en hospitales españoles.
                No veo solución. Propongo un concurso televisivo a ver quién tiene la idea más ingeniosa para salir del laberinto en el que el Brexit les ha metido. ¡Exit del Brexit!
 La Tribuna de Albacete (18/03/2019)

lunes, 11 de marzo de 2019

Igualdad y libertad



 El 8 de marzo de 2018 las marchas de mujeres por la igualdad lograron cifras récord en España, muy superiores a las de cualquier otro país. El 8 de marzo de 2019 las cifras se han doblado. ¿Satisfechas/os? No, lo que importa es avanzar paso a paso en la dirección correcta. Los riesgos de divagar sin avanzar o de avanzar deprisa en la dirección equivocada, son evidentes.
Riesgo de dirigir las marchas de las mujeres contra los hombres. De poco sirven las leyes contra el maltrato, si simultáneamente estamos alimentando el odio, la crispación y la desconfianza. A las estadísticas me remito, el número de mujeres asesinadas sigue aumentando.
Riesgo de aliarse con ideologías que socavan la dignidad de la persona humana. La primera es la ideología marxista que necesita del conflicto para avanzar y solo ha conseguido la igualdad por abajo: “todos/as igual de miserables”. La segunda es la ideología de género que niega la propia naturaleza sexual del ser humano y proponen soluciones tan aberrantes como el cambio de sexo.
Riesgo de igualar lo desigual hasta anular el “genio femenino”, esa capacidad de ver a personas más allá de los números y tratarles como tales. Está demostrado: un equipo educativo, científico, político, o empresarial funciona mucho mejor si sabe integrar las singularidades de mujeres y hombres.
Riesgo de ambicionar el mismo poder que los hombres para repetir sus mismos errores. Cuando una persona egoísta consigue más poder no suele ser para servir mejor sino para dominar al prójimo. ¿Y qué decir del dinero? La avaricia no tiene límites y justifica la corrupción.
Riesgo de confundir fines y medios. Lo que importa no es tanto la igualdad de resultados, como la igualdad de oportunidades.
Riesgo de aniquilar la libertad que es otro derecho tan fundamental como la igualdad. Ampliemos el espectro de elecciones para las mujeres, y dejemos que ellas elijan por sí mismas. ¿O es que no confiamos en la mujer?
La Tribuna de Albacete (11/03/2019)



domingo, 3 de marzo de 2019

Objeción de ciencia y conciencia


El Colegio Americano de Pediatras publicó en 2016 un artículo donde dejaba claro que “la ideología de género” y las prácticas químicas y quirúrgicas que sugiere, carecen de bases científicas y causan daños irreparables en los niños. Resumimos sus conclusiones en seis puntos.
(1) La Sexualidad humana es una realidad biológica binaria (XX mujeres; XY hombres). Las anomalías genéticas que pueden manifestarse en los genitales del recién nacido son extremadamente raras y no constituyen un tercer sexo.
(2) La disforia o confusión de género (incongruencia entre el género sentido por una persona y su sexo biológico) es algo sobrevenido. Solía estar asociada a una experiencia personal traumática y hoy se ha multiplicado por la presión del entorno (propaganda en colegios, medios de comunicación y redes sociales).
(3) Hasta un 98% de niños y un 88% de niñas con disforia de género aceptan finalmente su sexo biológico tras pasar la pubertad de forma natural.
(4) Los niños que utilizan bloqueadores hormonales para la reasignación de sexo necesitarán hormonas cruzadas (estrógenos para niños, testosterona para niñas) al final de la adolescencia y las seguirán reclamando el resto de sus vidas. Las hormonas cruzadas se asocian con esterilidad, cáncer de mama, derrame cerebral y otros riesgos para la salud. Además, ¿qué sentido médico y ético tiene la mutilación de órganos sanos?
(5) Las tasas de suicidio son veinte veces mayores entre los adultos que han utilizado hormonas cruzadas y han sufrido cirugía de reasignación de sexo.
(6) Condicionar a los niños a creer que “han nacido en un cuerpo equivocado” y que eso se arregla sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo por el opuesto constituye un abuso infantil.
       Mi conclusión. Si llegaran a aprobarse las leyes “reeducadoras” que propone el lobby LGBT haré objeción de conciencia y de ciencia.
La Tribuna de Albacete (4/03/2019)