Obras decorativas que muestran a los visitantes
hasta donde puede llegar la megalomanía de los políticos
La Gran
Muralla China fue concluida en el XVI. Contando las ramificaciones, llegó a
medir 21.196 Km, con una altura media de 6 metros y una anchura de 4,5. Su
objetivo era proteger el imperio chino de las invasiones de los mongoles y
otros pueblos norteños. La verdad es que su utilidad defensiva desapareció
pronto. En 1644 un general chino abrió la puerta a los manchúes con la
condición que le ayudaran a derrocar a la dinastía Shun. La nueva dinastía
Quing se lanzó a la conquista del sur de Mongolia dejando la Gran Muralla como
obra decorativa en medio de la nada. En 1987 la Unesco la declaró “Patrimonio
de la Humanidad” y se han convertido en uno de los principales atractivos del
turismo en China.
El Gran Muro
de Trump recorrerá los 3.185 Km que separan EE.UU. de México a fin de evitar la
invasión de los emigrantes latinos. Lo prometió en su reciente campaña
electoral y ya ha puesto la primera piedra (normativa). Como buen empresario, Trump
acompañó la propuesta con las cuentas presupuestarias: el muro lo edificarían las
constructoras estadounidenses y lo pagarían los contribuyentes mejicanos.
Si en la
Edad Moderna las murallas habían perdido su función defensiva, ¿qué diremos en
la Edad Contemporánea? A fecha de hoy, la frontera mejicana está muy vigilada
pero los centinelas tienen orden de mirar al otro lado en las épocas de
prosperidad, cuando la industria necesita mano de obra abundante, barata y
sumisa. Llegada la recesión, se refuerza la vigilancia fronteriza y se ordena la
repatriación de los ilegales. Esto es lo difícil. Una vez dentro es muy difícil
deshacerse de ellos.
Lo mejor que
le podía pasar al muro Trump es que quedara en una obra decorativa por haberse hecho
realidad la libre circulación de mercancías y personas. (Los capitales hace
tiempo que circulan libremente y a la velocidad de la luz). Si tal es el fin
del muro, animo a sus constructores a que pongan tanto ingenio como los chinos
en su Gran Muralla. Con un poco de suerte, la Unesco lo declararía Patrimonio
de la Humanidad y atraería a millones de turistas. El servicio del muro a la
humanidad consistirá en mostrar a los visitantes hasta donde puede llegar la
estulticia de los políticos.
La Tribuna de Albacete (30/01/2017)