lunes, 27 de junio de 2016

Democracia y plebiscitocracia

Solo con normas claras y rigurosas sobre el "exit" y el "enter" 
evitaremos que Europa retroceda a la Edad Media

Democracia se contrapone a “dedocracia”. También a “plebiscitocracia”. No es más democrático el país que más referéndums realiza sino el que mejor se ajusta a las leyes, las cuales, a su vez, están sometidas a una Constitución aprobada por mayoría muy cualificada. En la era de las TIC, donde las tecnologías de la información y comunicación tienen tanto poder de manipulación, el referéndum es la baza de los movimientos populistas.
Lo acabamos de ver en el referéndum del día 23 de junio en el RU. Han ganado el Bréxit por cuatro puntos porcentuales. Se me antoja una diferencia insuficiente para cambiar el terreno de juego y decidir la suerte de los jóvenes que mayoritariamente apoyaban la permanencia en la UE.  Si se repitiera el mes que viene es posible que cambiaran las tornas. Pero, por una extraña norma nunca escrita,  el derecho a repetir un referéndum pertenece en exclusiva a los separatistas.
Su argumento es tan simple como falaz: “Fuera seguiremos disfrutando de los mismos derechos y ganaremos otros nuevos”. Este tipo de engaños es el que ha de evitar la UE aclarando las consecuencias del “exit”. El artículo 50 del Tratado de Lisboa habla de un límite de dos años para que se produzca la desconexión. Se trata, por supuesto, de un límite superior que el Parlamento europeo puede reducir a un año o seis meses, para despejar incertidumbres.  A partir de ese momento deberán pactar, con la regla de la reciprocidad, las nuevas condiciones de acceso a los mercados de bienes, servicios, capitales y trabajo. Si los ingleses quieren un libre mercado como el que disfrutan los suizos y noruegos, también habrán de aceptar la libre circulación de personas. Lamentablemente, el triunfo del Brexit se ha centrado en el ataque a  la libre circulación de personas.
La ley siempre por delante.  No hagamos leña del árbol caído favoreciendo a unos y castigando a otros. A los escoceses que votaron mayoritariamente contra el Brexit y quieren dejar el RU, les recordaremos que para integrarse en la UE deben conseguir la independencia respetando la legislación británica. Si se independizan a las bravas tendrán cerrada la UE para siempre. Solo con normas claras y rigurosas  sobre el “exit” y el “enter” evitaremos que Europa retroceda a  la Edad Media.  

 La Tribuna de Albacete (27/06/2016)

domingo, 19 de junio de 2016

Referéndum, elecciones y Estado de Derecho

El referéndum de Podemos supone un golpe al Estado de Derecho 
tan grave como la declaración unilateral de independencia

               Dos hechos marcan la agenda europea de la semana que iniciamos: el referéndum británico y las elecciones generales en España. Los dos tienen un elemento común (la desafección de una parte de la población con las instituciones vigentes) y otro diferencial (el respeto o la falta de respeto al Estado de Derecho).
               Mucha chicha para un solo párrafo. Lo explicaremos más despacio. El referéndum del día 23 ha sido un órdago del Primer Ministro, David Cameron, a los euroescépticos británicos, mayoría en su propio partido. “Si me votáis, les dijo, os prometo un referéndum vinculante sobre la permanencia en la UE”. Sin entrar a valorar el fondo del asunto, hay que reconocer que las formas son correctas. En una confederación como la UE, es legítimo un referéndum  local por la escisión.
               Un problema de separatismo planea también sobre las elecciones españolas. Posiblemente sea el principal problema que ha impedido la formación de Gobierno. No es un problema baladí. Está en jaque la pieza clave de la civilización occidental: el respeto a los principios del Estado de Derecho. En España, como en cualquier estado democrático de derecho, existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a derecho. Ya en el primer artículo de la Constitución queda claro que un cambio en la organización territorial (central, autonómico, federal o confederal) y en la forma de estado (monarquía o república) requiere una reforma constitucional aprobada (por mayoría cualificada) en el Parlamento y en un referéndum nacional. No hay atajos posibles.

En el RU, Cameron ha promulgado un referéndum por el Brexit, matizando que él votará NO. Podemos promete lo mismo: un referéndum en Cataluña donde sus afiliados votarán NO a la escisión. La diferencia radica en que en el primer caso el referéndum es legítimo, en el segundo no, al faltar esa reforma constitucional previa que compete a todos los españoles. El referéndum de Podemos supone un golpe al Estado de Derecho tan grave como la declaración unilateral de independencia por un gobierno o parlamento regional. Algunos lo interpretarán como un golpe de estado del que hay que defenderse con todo el arsenal de medios previstos por la propia Constitución. 
La Tribuna de Albacete (20/06/2016) 

domingo, 12 de junio de 2016

Renta básica universal

Como no saben ni quieren saber de límites económicos...

¿Te gustaría tener una renta vitalicia e incondicional superior al salario mínimo, tanto cuando estés trabajando como cuando quedes en paro o te jubiles?  Esto es lo que preguntaron a los suizos hace ocho días. El 78% votó “NO”.
               La renta básica universal es una idea antigua. Algo de bueno debe tener para que haya concitado la atención de economistas de diferente formación teórica e ideología. Milton Friedman, liberal donde los haya, denunció que el estado del bienestar alimentaba la cultura del subsidio, creaba “trampas de pobreza” y destruía la eficiencia económica. ¿Qué incentivo para buscar trabajo puede tener un parado si al encontrarlo pierde el subsidio de desempleo? Mejor, concluyó, garantizar a todos una renta básica que les alimente mientas estén parados y les permita reducir sus impuestos cuando logren un empleo bien remunerado. Según sus cálculos, el esquema podría pagarse con la parte del presupuesto que es succionada por la actual telaraña de subsidios a empresas y particulares.  
No faltan defensores de la renta básica entre los premios Nobel más proclives al intervencionismo estatal. James Tobin y Paul Krugman la invocan como un instrumento para luchar contra la desigualdad creciente del capitalismo y contra el estancamiento secular de economías con problemas de demanda efectiva. Como son economistas, hubieron de hilar fino para no llevar al estado a la bancarrota.
En el terreno político, la magia de la renta básica es aireada de vez en cuando por partidos populistas, tipo Podemos. Como no saben ni quieren saber de límites económicos, lo tienen más fácil.  El parado podemita está de suerte, cobraría la renta básica, más el subsidio de desempleo, más el resto de subsidios acumulados hasta la fecha. Friedman les preguntaría: ¿Qué incentivo tendrá para buscar trabajo? Tobin añadiría: ¿Quién pagaría la fiesta a la que, sin duda, se apuntarán todos los vagos del mundo? –Subiendo impuestos a los ricos, es su respuesta preferida. Pero, ¿y si éstos se marchan o dejan de invertir?
              A lo mejor, el 78% de los suizos que rehusó una renta vitalicia e incondicional, no están locos. Prefieren conservar una economía productiva que les dé oportunidades de trabajar y un sistema de subsidios que anime a buscar un nuevo puesto a quien tenga la desgracia de perderlo.
La Tribuna de Albacete (13/06/2016)

lunes, 6 de junio de 2016

Libertad de exprersión, a no ser que...

Es estos casos se demuestra la madurez 
de una democracia y de las personas que hay detrás


   La libertad ideológica y la libertad de expresión están proclamadas por la Declaración Universal de Derechos Humanos  de 1948 y por la Constitución española de 1978. Pero no basta con declararlas de una vez por todas. Cada día habremos de respetarlas y hacerlas respetar. No siempre resultará fácil, pues mi libertad acaba donde empieza la de los demás. Hemos de estar preparados para tratar con serenidad y profundidad los conflictos de libertades.
          Basta repasar la hemeroteca de los últimos meses para convencerse de la trascendencia y actualidad de estos conflictos.  ¿Puede prohibirse la entrada en una universidad de una mujer cubierta con un velo? ¿Puede el Estado o la FIFA prohibir banderas independentistas en un estadio de fútbol o los pitos que impiden a otros escuchar el himno nacional?¿Pueden las Cortes Valencianas (su ala izquierda) reprobar públicamente por homófobo a un Cardenal que critica la ideología de género y defiende el derecho fundamental de los padres a la educación moral de sus hijos? ¿Puedes llamar ladrón a un político sin aportar ninguna prueba? ¿Puede prohibirse la pornografía impresa o el pasearse desnudo por la playa?
          Es en este tipo de cuestiones donde se demuestra la madurez de una democracia y de los grupos y personas que hay detrás. En principio, la libertad como derecho fundamental. Quienes propongan limitarla aquí o allá habrán de demostrar que hay motivos de peso para hacerlo. Nuestra Constitución incluye el orden público y el derecho al honor personal entre los motivos limitadores. Habrá que esperar la sentencia de los tribunales ante los conflictos de libertades o las denuncias por calumnias personales. Para el resto de las situaciones lo deseable es que a unos argumentos se respondan con otros o que se ponga en evidencia que, a falta de argumentos, el contendiente recurre al insulto o los pitidos.
                Lo que no resulta congruente es defender mi libertad de expresión sin respetar la de los otros. Predicar la tolerancia ideológica y no aceptar que critiquen mi ideología. Utilizar las instituciones para pontificar contra los grupos y personas que en ese momento se encuentran en minoría. Entre las hipocresías más clamorosas de la sociedad actual destaca la imposibilidad de criticar todo lo que tenga que ver con la ideología de género. ¡Pobre de quién se atreva!
La Tribuna de Albacete 06/06/2016