El telón del
juicio al “procés” acaba de levantarse y, como novedad, se retransmite en
directo. Los cineastas están que trinan. Temen quedarse sin audiencia. ¿Quién
va a pagar por ver una película donde se recrea una historia si puede ver los
hechos reales por televisión, gratis, en directo y con los protagonistas de
carne y hueso? Como en las buenas sagas, el desenlace es incierto y nunca acaba
de llegar. Con los recursos y contrarrecursos que cabe esperar en un proceso
judicial, tenemos entretenimiento para años.
La
retransmisión asegura que los ciudadanos aprenderemos (y nos sorprenderemos) de
la praxis judicial. En estas primeras sesiones los acusados han podido hacer mítines
políticos, sin previo pago de derechos televisivos. Los fiscales, ataviados en trajes
de época, han lanzado cientos de preguntas que los acusados tenían libertad de
responder, sin que la mentira tuviera consecuencia jurídica sobre ellos.
Si me hubieran
dado la oportunidad de intervenir, yo me hubiera limitado a hacer una sola
pregunta. “¿Qué hubiera hecho usted, como responsable político de la
Generalitat, si una parte del territorio catalán, digamos el Área Metropolitana
de Barcelona, declarara unilateralmente la independencia y secesión respecto al
resto de Cataluña, utilizando los mismos argumentos y métodos que ustedes han
esgrimido frente al Estado español? Y, poniéndose en la piel del juez, ¿qué
penas impondría a los máximos responsables del hipotético golpe de estado
dentro de Cataluña?
“Temo al hombre de un solo libro”, dice el proverbio. Quiere
decir que en las cosas importantes vale más una razón bien fundada que mil
ideas dispersas. O una pregunta que te ponga en el espejo de tus propias
contradicciones y obligue a responder ateniéndote a las consecuencias.
La Tribuna de Albacete (25/02/2019)