Aunque la puerta de salida del euro siempre estará abierta
te aboca a un precipicio
Cinco son las
alternativas que se presentan a los griegos, a cada cual peor. Primera: un rescate
detrás de otro que permita a los griegos sobrevivir, con la ayuda de un
Gobierno pendiente de la financiación exterior pero libre para hacer lo que
quiera. La UE, el BCE y el FMI (la “Troika”) se encargaría
de insuflar oxígeno financiero a unos pulmones cada vez más obstruidos.
Segunda: refinanciación
de la deuda por la Troika que garantizaría bajos tipos de interés pero
obligaría al Gobierno heleno a recortar las partidas más abultadas del
presupuesto: pensiones, salarios de empleados públicos y subsidios al
desempleo.
Tercera:
quiebra controlada. La UE, como principal acreedor y controlador, impondría por
decreto-ley ajustes presupuestarios adicionales sobre esas partidas. Al Parlamento heleno solo le
quedaría el derecho a la pataleta.
Cuarta:
quiebra y ajuste espontáneo pero dentro del euro, lo que garantiza cierta
estabilidad de precios y tipos de interés. La falta de recursos financieros
obligaría al Gobierno griego a recortar sus gastos todavía más de lo que haría
la Troika. Los desempleados, en número creciente, se verían abocados a emigrar
pues el subsidio no cubriría sus necesidades básicas. La caída del salario
animaría la entrada de capital extranjero que pondría las bases de una estructura
productiva hoy inexistente.
Quinta: quiebra
y salida del euro (“Grexit”). El Gobierno griego volvería a controlar la
máquina de imprimir dinero para pagar a funcionarios, pensionistas y parados. Los
empresarios capaces de exportar (que se pueden contar los dedos de la mano)
también se animarían con la depreciación. Ahora bien, la inflación galopante
que estas operaciones llevan asociadas, convertiría la nueva moneda griega en
basura que todos tratan de evitar. El escaso ahorro de los ciudadanos griegos
acabaría en otros países de la UE, eso sí, de forma voluntaria.
Syriza defendía y defiende la
primera opción. Sus acreedores (que ya no son los malvados bancos alemanes y
franceses sino la UE, el BCE y el FMI) están hartos de rescates que solo sirven
para prolongar la agonía. Lamentablemente la reducción de las pensiones y el
resto de ajustes que ellos pretenden, tampoco asegura la productividad de la economía
griega, de donde han de salir los impuestos necesarios para amortizar la deuda.
Los libros de texto sobre “áreas monetarias óptimas” presentan la cuarta opción
como solución “natural” en una economía de mercado libre, la única eficiente a
largo plazo. Pero, ¿podemos considerar a la UE como un área monetaria óptima?
Y, ¿encontraremos algún político que defienda una propuesta con tan altos
costes sociales a corto plazo? La quinta alternativa (Grexit) lleva al caos
financiero y la depresión económica. Antes de entrar en la Eurozona un país
debe sopesar las ventajas e inconvenientes. El principal inconveniente es que
aunque la puerta de salida del euro siempre estará abierta te aboca a un precipicio.
La Tribuna de Albacete (29/06/2015)