domingo, 29 de octubre de 2023

Votar en Argentina y en España

 La dinámica de la democracia representativa lleva a la partitocracia y la proliferación de partidos. Todo lo puede quien llega al cetro, pero cada día resulta más difícil obtener el 51% de los escaños necesarios para ello. Las últimas elecciones en Argentina y España ofrecen dos maneras de solucionar el problema.

Los argentinos tienen un sistema electoral de doble vuelta. En la primera (22-10-2023) participó el 78% de los electores. El peronismo oficial, liderado por S. Massa, obtuvo el 37% de los votos. Una alianza entre el segundo candidato (Carlos Milei, liberal-libertario) y la tercera (Patricia Bullrich, conservadora), suman 54%. En tres semanas han de escribir los compromisos de esta alianza. Corresponde a los ciudadanos decidir el 19-11-2023 si votan a esa coalición, o se abstienen.

En las elecciones generales del 23-07-23 se acercaron a las urnas el 70% de los electores españoles. El PP de A. Núñez Feijóo obtuvo el 33% de los votos. El PSOE de Sánchez, el 31%. Vox y Sumar, el 12%. Los siete partidos restantes, con participación parlamentaria, quedaron por debajo del 2%. Tres meses después de las elecciones seguimos sin conocer quién será nuestro presidente. Para obtener la mayoría del Congreso, Pedro Sánchez prometerá el oro y el moro para atraer a esos siete partidos. ¿Y si le piden lo imposible, digamos una amnistía o un referéndum de independencia? Pues también. El Tribunal Constitucional, hecho a su imagen y semejanza, se encargará de validarlo.

De las diferencias observadas entre los dos modelos electorales destacaré la que me parece más relevante. Los acuerdos entre Milei y Bullrich deben ser aprobados por el pueblo argentino en una segunda vuelta. Los acuerdos de Sánchez no pasan por el control de nadie: ni del PSOE, ni de los catalanes, ni de los españoles de  las restantes comunidades autónomas. 

Me quedo con el sistema argentino de la doble vuelta.

lunes, 23 de octubre de 2023

Javier Milei, liberal-libertario

Mientras escribo estas líneas, los argentinos están votando a su nuevo Presidente. El economista Javier Milei se antoja como el vencedor en primera o segunda vuelta. Sería sorprendente que así ocurriera, no imposible. La situación económica de Argentina pide a gritos un revulsivo. Los índices de pobreza e indigencia son del 40% y 9% respectivamente, y al alza. La inflación interanual es del 150%. El tipo de cambio (dólar/peso) que hace tres décadas era 1, hoy está en 0,003.

 No se trata de unas elecciones más en un país del Cono Sur. Las preguntas que asaltan mi mente son mucho más cercanas, profundas y duraderas.

¿Puede ganar unas elecciones democráticas un partido liberal-libertario fundamentado en tres principios: vida, libertad y propiedad privada? Hasta hoy, “liberal” era un insulto.

¿Puede aspirar a la presidencia de una República un líder que considera al Estado como el origen de casi todos los problemas económicos y sociales? Un candidato que está dispuesto a reducir drásticamente los impuestos, el gasto público, el número de ministerios y las empresas públicas.

¿Podrá gobernar un líder que promete borrar algunos de los símbolos tradicionales de un Estado soberano? La dolarización de la economía que propugna Milei implica sustituir el peso por el dólar y eliminar el Banco Central.

¿Podrá desmantelar el Estado del Bienestar en 30 años (es el plazo que se da el candidato)? W. Beveridge propuso en 1930 que el Estado cuidara de los ciudadanos “de la cuna a la sepultura”. La alternativa de Miley es que cada persona-familia cuide de sí misma y despliegue su iniciativa económica.

¿Podrá llegar y mantenerse en el poder un político que dice lo que piensa y se atreve a criticar lo políticamente correcto? ¿Qué le espera a Milei por condenar la ideología de género como el peor ataque a la inteligencia, el sentido común, la libertad y la vida?


domingo, 15 de octubre de 2023

La ley del Talión

 En sus primeros milenios, la humanidad estuvo regida por la ley del más fuerte. A los humanos no les quedó más remedio que agruparse para defender su vida y propiedades. Utilizar la fuerza solo en defensa propia constituye un hito fundamental, aunque nadie ignora que los excesos debieron estar a la orden del día. La propia Biblia nos cuenta cómo los ganadores del combate quemaban las viviendas del perdedor, saqueaban sus riquezas, y, si podían, exterminaban al enemigo. 

 La ley del Talión (“Ojo por ojo y diente por diente”) supuso un avance fundamental en la historia de la civilización. Violencia personal solo en defensa propia y practicada con moderación y proporcionalidad. La ley es recogida por el Código de Hammurabi, Babilonia, circa 1750 a.C.

 Cristo menciona la ley del Talión para superarla. “Habéis oído que se dijo Ojo por ojo y diente por diente (…). Pero yo os digo amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos”. (Mt. 5, 38-48). El mensaje anima a los hombres de buena voluntad a combatir el mal con el bien. Evidentemente, esta actitud individual precisa de un complemento social. El monopolio de la fuerza se lo reserva el Estado, pero también él está sometido a la ley y ha de aplicarla con la moderación debida. El Estado de derecho, construido a lo largo de muchos siglos, es el encargado de organizar un sistema de defensa nacional, orden público y justicia.

 Pasemos a los hechos de la semana pasada. El grupo terrorista palestino, Hamás, entró en territorio judío para asesinar a más de mil personas, niños incluidos, y capturar a un nutrido grupo de rehenes. El Estado israelí reaccionó al instante con un bombardeo masivo y dio un ultimátum al millón de habitantes de Gaza para que abandonaran la ciudad en 24 horas si no querían morir con los terroristas allí escondidos.

 Pido ayuda al lector para discernir si la humanidad avanza o retrocede en el camino de la paz y de la resolución de los conflictos que acarrea la convivencia social.

domingo, 8 de octubre de 2023

Juego de la escalera decadente (3)

El juego de la escalera consiste en enumerar las opiniones de un partido “progresista” sobre una institución fundamental del Estado. Hoy le toca el turno de la monarquía parlamentaria consagrada en el artículo 1.3 de la CE de 1978. El juego invita al lector a señalar el escalón donde se sitúa hoy (los valores que defiende) y el escalón que pisaba cuatro años atrás. No le costará trabajo imaginar donde se situará previsiblemente el próximo lustro. Si tuviera la osadía de pensar por sí mismo, podría calibrar la manipulación que ese partido progresista está ejerciendo sobre él.

1-      La Monarquía parlamentaria es una institución plenamente democrática, ni más ni menos que el resto de las instituciones que configuran la Ley fundamental refrendada por el 85,54% de los votantes. De hecho, los ciudadanos se identifican más fácilmente con un rey que con un presidente republicano que en su frente lleva grabadas las iniciales del partido que le aupó al poder.  

2-   Rectifico. La monarquía parlamentaria no es democrática ni representa a la población que nunca votó la Constitución. La monarquía sale cara. Más pronto que tarde, la Monarquía se corrompe y acaba usurpando y dilapidando la riqueza nacional.

3-   Remato. El desprestigio de la Monarquía resulta imparable. Mejor evitar que el Rey ejerza los escasos poderes que le otorga la Constitución. El modelo por seguir es la Commonwealth británica. El Rey es recibido con pitos cada x años, cuando realiza su visita de cortesía a las antiguas colonias. Lo mismo pasará al Rey español cuando salga de su jaula-palacio.

4-    Todavía cabe un paso adicional en la confusión lingüística. Convertiremos la Monarquía parlamentaria en una ReyPública. El rey estará obligado a abdicar cada cuatro años para proceder a la elección del siguiente Jefe de Estado.

¡Impresionante! Han conseguido pasar de la Monarquía a la República y controlar todos los poderes sin necesidad de reformar la Constitución. El partido progresista de marras nombra al Jefe de Estado y al Jefe de Gobierno; controla las Cámaras y el Tribunal Constitucional. Todas las ventajas de la monarquía y la república en una única palabra: ReyPública. ¡Vivan los lingüistas progresistas!

domingo, 1 de octubre de 2023

El juego de la escalera decadente (2)

 Seguimos con el juego de la escalera decadente que hoy aplicaremos a la organización territorial del Estado español. A continuación, se enumeran las proclamas electorales de un partido que busca a la desesperada mantenerse en el poder atrayendo a unos partidos independentistas con pocos votos pero muchos escaños. El lector es invitado a señalar la propuesta que considera correcta a día de hoy y la que mejor le parecía cuatro años atrás. Extrapolando estos resultados el lector puede imaginar donde estará ubicado en el próximo lustro. El juego le ayudará también a calibrar su capacidad de resistencia frente a la manipulación de políticos oportunistas.

1-      El artículo 2 de la CE afirma: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común indivisible de todos los españoles”. Si me votáis quedará salvaguardado este mandato que comparten todas las constituciones de los países democráticos.

2-      Los golpistas del 1-O habrán de sufrir las penas que sentencie el Tribunal Supremo. Como no podía ser menos, este Gobierno garantiza el cumplimiento íntegro de las penas.

3-      Por las razones A y B (Armonía social y Bloqueo a una oposición reaccionaria) nos vemos obligados a indultar a los sediciosos. Lo que de ninguna manera sería constitucional es una amnistía que permita al poder ejecutivo borrar lo que han aprobado el poder legislativo y el judicial.

4-      Por las mismas razones (A y B) hoy sí parece conveniente aprobar una amnistía. Lo que de ninguna manera se tolerará es un referéndum sobre la independencia unilateral de una parte del territorio español.

5-      Por las mismas razones (A y B) hoy sí parece conveniente autorizar una “consulta popular sin efectos vinculantes”.

6-      En la consulta sólo participaron los independentistas. El 100% votó a favor. A la vista de un resultado tan abrumador, parece lógico concederles la independencia que reclaman.