La reforma confederal de la Constitución Españaola
es la vía legal para la secesión
En España, como en cualquier “Estado democrático de
Derecho”, existe el derecho a decidir y la obligación de decidir conforme a
Derecho. Hasta la monarquía y el estado autonómico podrían transformarse en una
república y una confederación donde los territorios gozan del derecho a la
secesión mediante un referéndum unilateral. El Bréxit es el ejemplo más
cercano. La condición para llegar a este resultado es que la nueva Constitución
confederal se apruebe por 2/3 del Parlamento y sea refrendada por el pueblo
español. Luego vendría el referéndum de independencia propiamente dicho que
permitiría la secesión unilateral de la región de marras si se obtiene una
mayoría cualificada.
Me he tomado la molestia de elaborar la aritmética de
una ruptura legal de España. Con los datos de las elecciones generales de junio
2016, la solución confederal sería hoy aceptada por el 27% de los votantes.
Incluyo los votos de Podemos y de los partidos regionalistas con representación
parlamentaria. Podríamos añadir un pico por los partidos regionales que se
quedaron a las puertas de un escaño. Por supuesto, no todos estos grupos se
declaran independentistas. Me temo, sin embargo, que aceptarían de buena gana
una constitución que les permitiera independizarse en el momento que mejor les
viniera y a coste cero.
Para
conseguir más del 67% de los votos a escala nacional, haría falta que se
doblara el voto a la opción confederal más el pico sugerido. El incremento se
antoja difícil. Pero, ¿y si la mitad del PSOE pasara de su actual opción federal
a la confederal? En este caso bastaría un incremento del 33% para que la
constitución confederal quedara aprobada por mayoría cualificada. Este cambio
ya entra dentro de lo probable. Terremotos mayores hemos visto recientemente.
La opción confederal es la vía legal para la
independencia de las comunidades autónomas que lo deseen. Requiere que el voto
independentista pasara del 50 al 67% de las comunidades implicadas y que alguno
de grandes partidos nacionales apoyara la nueva constitución confederal. Una
opción que no existe en ningún país del mundo, excepto en instituciones en formación
como la Unión Europea. Una opción que atraparía a sus benevolentes promotores
en un final no deseado. Podemos promete una y otra vez que, llegado el referéndum regional,
ellos votarían en contra de la secesión. El problema es que una vez constituido
el Estado confederal, los independentistas ya no necesitarían su voto para
tener la holgada mayoría que precisan para aprobar el referéndum y su propia Constitución. Estos partidos confederales pasarían
a la historia de España como el “tonto útil” de los independentistas.
La Tribuna de Albacete (31/07/2017)