Eso es ayudar a la mujer y al niño. Lo demás huele a hipocresía.
Hace cuatro
días, en Mejorada del Campo (Madrid). Carolina se deshizo de su hijo de 15
días, el cuarto, depositándolo en un contenedor de basura. El bebé se salvó
gracias a unos agentes que oyeron su llanto y le ingresaron en un hospital. Pronto
localizaron a la madre quien justificó su acción por “angustia vital”. Muy
angustiada debía estar Carolina para ocultar a su marido el embarazo que éste no
hubiera aceptado de ningún modo. Tras los sucesos, Carolina ha entrado en
prisión acusada de tentativa de asesinato. Los tres niños quedaron bajo la
custodia del padre quien pronto abandonó el hogar, incapaz de asumir la
responsabilidad de cuidar a su propia familia.
La prensa ha
informado del caso con una mezcla de asombro y condena. “¿Cómo puede una madre cometer
semejante atrocidad?”. “Nunca hubiera imaginado, decía un vecina, que una mujer
tan amable abandonara a su propio hijo”. Del marido, ni mutis.
¿Qué hubiera
pasado, me pregunto yo, si Carolina hubiera acudido a una clínica abortista dos
semanas antes del parto? Aunque, en España, ese tipo de abortos sea ilegal bien
sabemos que con dinero se consiguen fácilmente. Si alguien delatara a la
clínica pronto se escucharían voces justificando el aborto para proteger a las
pobres mujeres que no pueden pagárselo en el extranjero. ¿Y qué hubiera pasado de abortar en las primeras
semanas del embarazo? Esas mismas voces le hubieran felicitado por poner en
práctica el primero de los derechos fundamentales de la mujer.
¡Cuánta
hipocresía! Matar a un ser humano atenta contra el derecho fundamental a la
vida ya se haga dos semanas después del parto o dos semanas antes, en un contenedor
de basura o en una clínica de lujo. Ello no nos autoriza a cargar contra la
madre. Lo que Carolina y su bebé necesitaban y necesitan no es cárcel sino
acompañamiento humano y remedios eficaces ante padres ausentes. Lo mismo hubiera
necesitado dos semanas antes del parto y en las primeras semanas del embarazo. Una
voz amiga que le dijera: “Se valiente para alumbrar al niño. Si no puedes
hacerte cargo de él, nosotros le buscaremos una familia que le permita una vida
feliz”.
Eso es ayudar a la mujer y al
niño. Lo demás huele a hipocresía.
La Tribuna de Albacete (20/07/2015)