domingo, 17 de septiembre de 2017

El referéndum que ahogó el seny

Los "referendistas" no han calculado ni las fuerzas del estado de derecho ni las propias

Llamo referendistas a los partidarios de la independencia de Cataluña utilizando como ariete un referéndum ilegal. Me acordé de ellos al leer el siguiente texto evangélico, cargado de sensatez: “Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar? ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz” (Lucas 14:28-32)
                Los referendistas, que suelen operar en “modo avestruz”, no se han atrevido a calcular los recursos del Estado español. No estoy pensando en los efectivos militares, que también. Me refiero a los formidables recursos de que dispone cualquier estado democrático de derecho.
                Los referendistas carecen de apoyos internacionales, aunque aquí no se les puede acusar de negligencia. Pagaron fuertes cantidades a lobbies que les abrieran las puertas de estados para conseguir algún reconocimiento oficial. Sólo picó Maduro en Venezuela. El resto dieron un portazo al enterarse que se trataba de un referéndum no pactado con el Gobierno español y que nadie podría autorizar hasta reformar la Constitución. La UE les ha recordado, por activa y por pasiva, que una Cataluña independiente quedaría automáticamente excluida y para su readmisión necesitaría el beneplácito de todos y cada uno de los estados miembros.
                Los referendistas ni siquiera han calculado sus propias fuerzas. “Junt pel Sí” apenas obtuvo en 2015 el 45% de los escaños que representa el 39% del voto efectivo y el 29% del censo electoral. Para conquistar la mayoría parlamentaria se vio obligado a pactar con la CUP, grupo antisistema que difícilmente aguanta acuerdos superiores al año. Para callar una minoría cercana al 50% no dudó en reformar ilegalmente los procedimientos parlamentarios. 

                Esperemos que el 2-0 vuelva la sensatez a la tierra del “seny”. Y que si los ganadores en las nuevas elecciones autonómicas insisten en construir una torre independiente, empiecen por sentar los cimientos.
La Tribuna de Albacete (18/09/2017)