domingo, 28 de febrero de 2016

Veintinueve de febrero

¡Qué suerte tener un 29 de febrero, aunque sea cada cuatro años!

El calendario juliano (matizado luego por el gregoriano) añadió un día cada cuatro años para que la tierra ajustara cuentas con el sol. El invento del veintinueve de febrero puede ayudarnos a los habitantes de la tierra a recuperar el tiempo perdido y restaurar el orden natural de las cosas. Ni YO soy el centro del mundo ni puedo pretender que todos giren en torno a mí.
Hoy, 29 de febrero, aparcaré el coche y caminaré. Allí, donde solo se llega a pie, descubriré nuevos paisajes y nuevas caras. Buena señal si soy capaz de sorprenderme.
Hoy, 29 de febrero, miraré más a las personas que me rodean y menos a la pantalla que tengo enfrente y obedece sumisamente a lo que le mando. Si me libero de esas pantallas tendré tiempo para percibir las necesidades concretas de quienes tengo al lado. Tal vez encontraré un vaso de agua para aliviarlas.
Hoy, 29 de febrero, escucharé con interés, con calma, sin interrupciones. A mi esposa e hijos que por eso de estar tan cerca pasan desapercibidos. A mis alumnos y colegas de los que tengo tanto que aprender y tanto que agradecer.
Hoy, 29 de febrero, callaré pensamientos negativos para dejar vía libre a otros positivos. Más palabras de ánimos y agradecimiento. Menos críticas agrias e inútiles a los políticos, a los jefes y los que me caen mal. Escribiré alguna cosa positiva que puedo aprender de mis “enemigos” y algún error personal del que tenga que arrepentirme. ¡Menudo lastre me quitaría de encima si fuera capaz de reconciliarme con alguno de ellos!  
Hoy, 29 de febrero, pensaré con más profundidad y serenidad. La vida moderna invita a todo menos a la reflexión. He que plantearme de vez en cuando dónde quiero llegar en la vida y qué ruta estoy siguiendo. Es posible que tenga que dar un golpe al volante. Sería el mejor fruto de este día.
Hoy, 29 de febrero, soñaré cómo podría mejorar el pequeño mundo en el que he tenido la suerte de habitar. Y miraré a lo alto suplicando la luz y la fuerza que necesito para hacer realidad esos sueños. Lo recordaré los 1460 días que quedan hasta el próximo año bisiesto.
¡Qué suerte tener un 29 de febrero, aunque sea cada cuatro años!
La Tribuna de Albacete (29/02/2016)


domingo, 21 de febrero de 2016

Brexit

Las instituciones europeas amenazan con convertirse 
en un teatro de comedias

               Hace un par de semanas tuve la suerte de asistir a una conferencia de Martin Schulz sobre la posible salida de Gran Bretaña de la UE, el Brexit. El Presidente del Parlamento Europeo habla alto y claro: “A micrófono cerrado he oído muchas veces Let the British go out. Pero la UE no sería la misma si faltara el RU. Hemos de estar dispuestos a hacer concesiones siempre que no quebranten los principios básicos de la Unión, a saber, la libre circulación de personas y la igualdad de derechos de los europeos en cualquier parte de su territorio”.
El jueves y viernes de la semana pasada, el Primer Ministro británico, David Cameron, aguantó 30 horas de reuniones hasta convencer a sus colegas de la necesidad de un trato especial que empieza por la congelación del derecho a la sanidad y educación para emigrantes con menos de siete años de residencia; no importa que trabajen y paguen impuestos en el RU. Martin Schulz estaba presente y calló.
Lo curioso del caso es que el propio Cameron es partidario de la permanencia en la UE y en otras ocasiones había criticado todo tipo de discriminación personal. Lo único que solicitaba el viernes era alguna concesión que le sirviera para calmar a los dos tercios de euroescépticos de su propio partido (los Tories). En el referéndum del 23 de junio de 2016, posiblemente ganará el SÍ a la permanencia. Lo que no está claro es que los británicos queden satisfechos. En las próximas elecciones volverán a chantajear a la UE si no les ofrece algún privilegio adicional.
Las instituciones europeas amenazan con convertirse en un teatro de comedias. La tragedia no sería la separación de un país euroescéptico, eso forma parte de los postulados de una confederación. Lo peor sería que los eurófilos perdieran el norte del proyecto europeo que, por mucho que les pese los británicos, es tanto económico, como social y político. Hay que mejorar el diseño de las instituciones europeas. Hay que atajar las raíces del problema de la inmigración ilegal. En esos puntos estamos todos de acuerdo. Pero habrá que reformar la UE desde dentro y con el fin de que funcione mejor. Imposible llegar a buen puerto, si el ritmo 
La Tribuna de Albacete (22/02/2016)

lunes, 15 de febrero de 2016

Crédito-dependencia

El problema de la deuda sigue colgando 
sobre las economías occidentales como espada de Damocles

El drogo-dependiente necesita ingerir sustancias alucinógenas para recuperar la fuerza e ilusión. Lamentablemente la dosis ha de ser cada vez mayor para conseguir los mismos efectos. Cuando sobrepasa determinados límites se produce una crisis que le lleva al hospital donde posiblemente le administrarán otro tipo de droga para evitar la muerte súbita. Se la retirarán poco a poco, aunque nadie puede garantizar la plena recuperación del paciente.  
 Las economías occidentales son crédito-dependientes. El crédito parece ser la droga necesaria para estimular la demanda y evitar la tendencia de las economías capitalistas avanzadas hacia  un estancamiento secular. La insuficiencia de demanda efectiva se agudiza cuando la renta se concentra en pocas manos. ¿Quién absorberá, año tras año, una producción que no para de crecer? ¿Cómo comprarán los trabajadores una casa si su precio sube a 10, 20, 30 veces el salario anual? –El crédito hipotecario. Estos créditos reactivarán la economía si son capaces de movilizar los recursos productivos. Pero nada impide que acaben en la especulación pura y dura. Como la oferta activos financieros y de tierra es relativamente fija, hemos de esperar burbujas bursátiles e inmobiliarias que dañan a la economía real mientras se inflan y, sobre todo, al estallar.
Crédito y deuda son dos caras de la misma moneda. Cuando llega la crisis y todos desconfían de todos, el crédito se paraliza pero la deuda sigue ahí y obliga a desviar hacia los bancos una parte creciente de una renta menguante. El servicio de la deuda se convierte en un lastre para la recuperación económica. Un lastre que resulta letal si el impago de muchos deudores provoca la quiebra de los grandes acreedores.
Para evitar este peligro la Reserva Federal de los EE.UU (Fed) no tuvo inconveniente de aceptar como buena la deuda-basura en poder de los bancos y prestarles todo el dinero que necesitaban. Si ese crédito-dinero se hubiera destinado a actividades productivas, el peso de la deuda en el PIB no hubiera crecido y las burbujas no se hubieran vuelto a formar. El hecho de que los índices bursátiles de los EE.UU. vuelvan a estar por encima de los niveles de 2007 pone en evidencia que no ha sido así y presagia una nueva crisis.

Posiblemente la Fed tomó la decisión adecuada para evitar la muerte súbita de buena parte de la economía norteamericana. Pero no hay que olvidar sus efectos a largo plazo: ahonda la crédito-dependencia, anima a endeudarse sin límite. El problema de la deuda sigue colgando sobre las economías occidentales como espada de Damocles.
La Tribuna de Albacete (15/02/2016) 

lunes, 8 de febrero de 2016

Austeridad, ¿qué austeridad?

Ejercitarse en analizar las cosas desde diferentes puntos de vista, incluidos los del adversario

La mayoría de los conflictos (tanto en la arena internacional como en el cuarto de estar) se basan en malentendidos. Dos personas que comparten la idea de fondo pueden llegar a los puños al expresarla con palabras diferentes. Me cercioré de ello la semana pasada en un seminario sobre “políticas de austeridad”.
La expectación era máxima. Para sorpresa de todos los asistentes, la profesora que organizó el evento nos pidió escribir qué entendíamos por “austeridad”. “Por favor, no olviden de concretar los sinónimos y antónimos adecuados”.
Hubo respuestas para todos los gustos. El joven que tenía a mi izquierda no se lo pensó dos veces. “La austeridad es la estrategia de los financieros para fomentar el ahorro. Si obligan al gobierno a equilibrar los presupuestos, la salida democrática e igualitaria de la crisis quedará frustrada”.
Otra joven, no menos indignada, enfatizó que exigir a austeridad a los políticos era la única manera de evitar el despilfarro al que son propensos quienes tienen por oficio gastar el dinero ajeno (sobre todo, cuando lo rentabilizan en votos). A estos políticos hay que recordarles los servicios que deben prestar las administraciones públicas y exigirles que lo hagan al menor coste.
Una señora con porte académico recordó que Keynes no criticaba el ahorro y la austeridad sino el atesoramiento generalizado. Si todos los agentes económicos, gobiernos incluidos, se empeñan en gastar menos de lo que ingresan, el resultado será una caída de la producción y la renta, menos impuestos y más déficit público.
Una persona de cabello blanco dio malos augurios a las sociedades que tratan de vivir permanentemente por encima de sus posibilidades. Sólo países con una moneda fuerte pueden permitirse un déficit exterior continuo, digamos un 5% del PIB. Pero incluso estos países serán desahuciados si no son capaces de frenar la aceleración del déficit. La última crisis financiera de la UE así lo atestigua.

La profesora clasificó los argumentos en cuatro grupos. Insinuó que cada uno era correcto desde la perspectiva económica desde donde se formulaba: corto o largo plazo; economía cerrada o abierta; enfoque de oferta o de demanda; economía real o economía financiera. Nos animó a dialogar para integrar los argumentos con una condición: antes de responder, uno debía resumir la idea del contrincante. “Tú dices…, yo digo…” “Tú me preguntas …, yo te respondo…” Como no fuimos capaces de entrar en diálogo nos mandó a casa con una lista de deberes: “Ejercítense en analizar las cosas desde diferentes puntos de vista, incluidos los del adversario; aprendan a escuchar y a responder solo a lo que les preguntan”.  ¡Toda una revolución!
La Tribuna de Albacete (08/02/2016)

lunes, 1 de febrero de 2016

Dos chinas en el zapato

O trabajar en China o trabajar en un chino 
o crear tu propia empresa y trabajar más que un chino

Hace un par de días me visitó el hijo de un viejo amigo. Estaba preocupado por sus posibilidades de trabajo a medio plazo. Medio en broma, medio en serio le respondí: “O trabajar en China; o trabajar en un chino; o crear tu propia empresa y trabajar más que un chino”.
Posiblemente fui demasiado brusco. Mis consejos hubieran sido más esperanzadores de haberme visitado un día después, tras la publicación de la Encuesta de Población Activa. 525.000 puestos de trabajo en 2015 es una noticia esperanzadora. Pero no; me reafirmo en mi respuesta. Yo estaba pensando en las fuerzas estructurales que presionan sobre la economía occidental. Esas fuerzas no se alteran por un buen resultado de la economía española.
La primera es la competencia China y de otros países en vías de desarrollo. Siempre ha resultado difícil competir vía precios con un país cuyos salarios pueden ser cuatro veces inferiores. La novedad ahora es que ese país también está en condiciones de emular nuestra tecnología y la calidad de los productos. La economía occidental tiene una China en el zapato.
La segunda fuerza estructural, la segunda china en el zapato, se llama Internet. El huracán Internet entró a través de las comunicaciones para acabar transformando las relaciones sociales y laborales. Nuestras madres soñaban en vernos funcionarios o trabajando para una gran empresa multinacional. ¿Quién no desea un puesto de trabajo tranquilo y estable?  “Por favor, Pepe, coloca a mi hijo en la Junta, aunque tenga que trabajar”. La anécdota se la oí a José Bono, expresidente de Castilla – La Mancha.
Para bien o para mal, estos sueños y prácticas son cosa del pasado. En un mundo globalizado y en red (“www”), esos gigantes burocráticos difícilmente pueden resistir los golpes bajos de los competidores chinos o de las empresas minúsculas que cada día emergen en la red. Al joven que me visitó no le vi muchas ganas de irse a China o trabajar en un chino. Sí ha de considerar muy en serio la posibilidad de crear su propia empresa. Sólo necesita una buena idea compartida por un grupo de amigos y muchas, pero que muchas ganas de trabajar. Casi todos los empresarios que yo conozco trabajan más que un chino.
La Tribuna de Albacete (01/02/2016)