El cuarto objetivo del informe España 2050 apunta a “convertirnos en
una sociedad neutra en carbono, sostenible y resiliente al cambio climático”.
Un reto impresionante que nos obligará a cambiar las formas en la que
producimos, consumimos y viajamos.
Mucho tiempo llevamos
tiempo hablando del cuidado del medio ambiente y la necesidad de evitar el
calentamiento global que podría originar cambios climáticos irreversibles. ¿Nos
los creemos? ¿Estamos dispuestos a aceptar el coste de la reconversión, tanto
en dinero como en hábitos de comportamiento?
Algunos entendidos piden
aclarar dos cuestiones previas. ¿Son ciertos los peligros anunciados? La
evidencia científica parece suficiente para dar una respuestas afirmativa. La
acumulación de CO2 en la atmósfera, origen del calentamiento global, está
ciertamente relacionada con las diferentes fases de la Revolución Industrial.
Al ritmo actual de emisiones, la temperatura media del planeta habrá subido más
de 3 grados antes del 2100. Por encima del 2 grados hemos de esperar un
deterioro medioambiental irreversible.
¿Son posibles y seguras
las propuestas? “Al final del proceso, el balance será abrumadoramente positivo”,
concluye el Informe. Creo que en este aspecto el informe peca de un optimismo
infundado. En un estudio elaborado por nuestro grupo de investigación llegamos
a la conclusión de que para asegurar la ambicionada reducción de emisiones al
tiempo que se crean puestos de trabajo, todos los países debieran avanzar al
ritmo europeo. No está claro que los países pobres puedan afrontar los costes
del proceso. Ni que los ciudadanos de los países ricos estemos dispuestos a
cambiar nuestros hábitos de consumo.
No nos queda más remedio
que “hacer de la necesidad virtud”. Pero hemos de lograrlo por las vías que respeten más la libertad, la
igualdad y la solidaridad. ¡Ahí está el verdadero reto!