lunes, 31 de enero de 2022

El salario de la discordia

Continuamos con nuestras reflexiones sobre la Reforma Laboral. La determinación del salario mínimo por el gobierno es uno de sus puntos más importantes y polémicos. Los economistas todavía no se han aclarado sobre la conveniencia de un salario mínimo.  

 Para la economía neoclásica (la dominante en la academia) lo peor que puede hacer un político es fijar precios. Rompería la dinámica natural hacia el equilibrio del mercado. A su entender existe un salario que garantiza el pleno empleo. Hacia él presionan la demanda y oferta del mercado laboral… mientras el gobierno y los sindicatos no impongan un salario mínimo. 

 Keynes rompió la baraja. El nivel de producción de equilibrio macroeconómico es compatible con un desempleo masivo y permanente. Tampoco existe un salario de pleno empleo. La evidencia histórica confirma que altas tasas de empleo se pueden conseguir con salarios bajos y altos.

 En economías abiertas, la tesis keynesiana resulta más difícil de justificar. Una subida del salario en el país A pueden erosionar la competitividad de sus empresas que es tanto como decir sus exportaciones y empleo. Contrarréplica keynesiana: lo que importan en la competitividad no es tanto el salario como el coste laboral unitario que tiene en cuenta la productividad de los trabajadores.  Alemania tiene salarios mucho más altos que España, pero su coste laboral unitario es menor debido a su superioridad tecnológica.

 Desde el punto de vista social surgen otras buenas razones para imponer un salario mínimo que permita una vida digna para cualquier trabajador. La condición es que estos salarios no redunden en destrucción de empleo. Para conseguir este difícil equilibrio deberían tolerarse exenciones temporales a las empresas en peligro de extinción. Mientras durase la tormenta, los empresarios y trabajadores de estas empresas podrían descolgarse del salario mínimo y de los pluses acordados en la negociación colectiva. 

La Tribuna de Albacete (31/01/2022) 

lunes, 24 de enero de 2022

Tocando el fondo de la Reforma Laboral

 

La Edad de Oro del capitalismo se sitúa en el periodo 1950-1970. A España llegó con cierto retraso, pero no menos fuerza (1960-1973). La presión competitiva (nacional e internacional) aceleró la inversión empresarial y trajo consigo un aumento del grado de mecanización de la industria, amén de la productividad. Los incrementos de productividad permitieron mayores salarios y mejores condiciones laborales. La llama de la inversión continuó encendida pues la tasa de benefició no cayó, mientras que el consumo de masas garantizaba la venta de los productos.

De este experimento histórico podemos aprender las condiciones necesarias para incentivar las conductas adecuadas de empleadores y empleados en cualquier reforma laboral. Las empresas deben estar sometidas a una presión competitiva que les obligue a invertir para ampliar la capacidad productiva y mejorarla. El aumento del salario no es problema siempre que las nuevas máquinas eleven la productividad laboral. No menos importante es el diseño de un sistema de remuneración que suministre incentivos adecuados para los empleados.

Los trabajadores deben estar incentivados para buscar trabajo con celeridad y para dar lo mejor de sí mismos en el puesto que consigan. Para el primer objetivo, la mejor solución se llama “mochila laboral”. Para el segundo, un sistema de remuneración que premie el esfuerzo y la adaptabilidad.

Los sindicatos son piezas clave en la negociación colectiva, pero si no tienen cintura para adaptarse a las condiciones particulares de empresas al borde de la quiebra, harán un flaco favor a los trabajadores. No hemos de olvidar que todos viajamos en el mismo barco. ¿Lo habrán pensado los ministros promotores de ley de Reforma Laboral, los sindicatos y patronal que la han apadrinado y los parlamentarios que la han de revalidarla esta semana?

La Tribuna de Albacete (24/01/2022)

lunes, 17 de enero de 2022

El gran teatro de la política

En el gran teatro del mundo, el escenario principal lo llena la política. El objetivo, casi único, de nuestros políticos es ganar las próximas elecciones para llegar al poder, acumular más poder y perpetuarse en el poder. La estrategia dominante consiste en seducir a los votantes con promesas tan maravillosas como irreales. A la oposición, ni agua.

La ley de Reforma Laboral gestada a lo largo del 2021es un buen ejemplo del teatro en el que hemos convertido la democracia. “Derogar la ley laboral del PP” pasó a ser un objetivo prioritario desde el primer día de la coalición gubernamental PSOE-UP. La rivalidad del contubernio translucía en la pugna por atribuirse todas y cada una de las propuestas de desguace. Nadia Calviño aprovechó sus contactos con la UE para advertir del abismo al que abocaban las propuestas de sus socios comunistas. Yolanda Díez (UP-IU) viajó a Roma para obtener la bendición papal a una ley que promovía la dignidad de los trabajadores y el trabajo de calidad.

Desde un primer momento la artillería pesada se lanzó contra el PP. En el tramo final le han recordado que de no votar a favor de la reforma quedará retratado como un partido antisistema. Los populares reprochan que no se les hubiera invitado desde el principio y se congratulan de que sigan en pie las columnas de su ley laboral. Recuerdan que es la que más empleo ha creado en España mientras que el PSOE solo crea empleo para políticos afines y funcionarios.   

Los sindicatos, felices de haber recuperado el protagonismo que les confería la negociación colectiva. La patronal disimula la alegría de que esa negociación tenga prohibido tocar los temas más conflictivos: contratación y despido.  

¡Por fin hemos conseguido el consenso que deja a todos los agentes sociales y políticos felizmente enfrentados! Mientras tanto, España seguirá ocupando los primeros puestos mundiales en tasas de desempleo y precariedad laboral.

La Tribuna de Albacete (17/01/2022)

lunes, 10 de enero de 2022

Cuando el error está en la fórmula

 

Las autoridades europeas están convencidas que la fórmula utilizada para fijar el precio de la electricidad es eficiente y justa. Refuerza la regla de oro de la teoría microeconómica, al acercar los precios a unos costes marginales crecientes. La explosión de los precios de la electricidad en el 2021, concluyen, obedecería a anomalías climatológicas de difícil repetición.

¡Niego la mayor! La fórmula representa una aplicación equívoca de la teoría marginalista de Alfred Marshall (1910) quien, a su vez, malinterpretó a David Ricardo (1814). Todo por conseguir funciones de oferta con pendiente positiva. Ricardo afirmó que la competencia ajustaba los precios industriales al coste medio de producción de las empresas más eficientes del sector. En ausencia de cambios tecnológicos, este ajuste se traduciría en curvas horizontales de oferta. Los precios agrícolas constituyen la excepción que confirma la regla. Subirán si, para satisfacer una demanda creciente de alimentos, han de utilizarse tierras de peor calidad. En las explotaciones agrícolas marginales, el precio del trigo cubriría los costes y beneficios normales. Las tierras más productivas obtendrían beneficios extraordinarios que se traducirían en mayores rentas y precios de las tierras.

La fórmula europea para fijar el precio del kWh solo sería correcta si toda la electricidad proviniese de una sola fuente y técnica, digamos, la hidráulica. Al aumentar la demanda de electricidad habría de recurrirse a saltos de peor calidad con el consiguiente aumento de costes y precios. Pero esto no es lo que estamos haciendo. Con el aumento de la demanda eléctrica pasamos de las fuentes más baratas (renovables y nuclear), a las más caras (centrales de gas y ciclos combinados). Las pocas empresas que dominan el mercado eléctrico obtendrán beneficios normales en estas últimas y beneficios extraordinarios en las primeras. ¡Un negocio redondo bendecido por una fórmula pseudocientífica!

Si de verdad creyésemos en el mercado y le dejáramos funcionar, los procedimientos actuales y los resultados a medio plazo serían muy diferentes. Los consumidores de electricidad contratarían para todo el año al precio más bajo posible. Las empresas generadoras de electricidad multiplicarían la potencia instalada de renovables y nucleares (con el obligado cumplimiento de la normativa medioambiental, por supuesto). Desaparecerían las plantas basadas en la quema de combustibles fósiles a no ser que fueran capaces de reducir a la mitad sus costes y emisiones.

Lo peor de la fórmula actual es que trasmite incentivos inadecuados. ¿Para qué invertir en las fuentes más eficientes y seguras si el Gobierno asegura demanda para todas?  ¿Para qué esforzarse en reducir el coste unitario si hay una fórmula que liga el precio al coste de la unidad más cara! 

La Tribuna de Albacete (10/01/2022)

lunes, 3 de enero de 2022

Torres de Babel

 

El año 2021 nos despide con dos noticias que no podemos dejar pasar sin tocar fondo.

En los juegos norteamericanos de diciembre, la atleta Lia Thomas pulverizó todos los récords de natación femenina. Caras serias en las gradas mientras le colgaban las medallas. Todos los espectadores sabían que hasta el pasado año Lía se llamaba Will y competía en el deporte universitario masculino. Cynthia Miller, juez de la federación estadounidense de natación, dimitió tras denunciar que era injusto dejar competir a una mujer trans metida en un cuerpo masculino de 1,90 metros. Las asociaciones feministas multiplicaron sus denuncias contra los grupos LGTBI por su empeño de borrar a la mujer y, consecuentemente, al deporte femenino.

El 9 diciembre 2021conocimos el suicidio de Verónica Forqué. La prensa la despidió como la compasión habitual (y necesaria) en estos casos. “Nada ni nadie podrá reemplazar tu sonrisa”, “Qué lástima no haber sabido ayudarte a superar tu depresión”. … Yo me pregunté, ¿qué hubiera pasado si Verónica hubiera pedido la eutanasia? Me temo que muchos se sentirían felices de reinterpretar la ley recientemente aprobada en España para dar cabida a casos como éste. En breve, Verónica tendría una placa en el callejero español.

Lia y Verónica ponen en evidencia los peligros de legislar contra la ley natural. Cuanto más alta sea la torre que construyamos al margen de esta ley, mayor será el número de víctimas provocadas por su derrumbe. La torre de Babel narrada en el primer libro de la Biblia se hundió por la incapacidad de entendimiento entre los constructores. Algo semejante empezamos a ver entre los constructores del postmodernismo.  

Mi deseo para el 2022: avanzar en el respeto a los derechos fundamentales de la persona, la expresión actual de la ley natural. Sin duda, el mejor cimiento de la felicidad personal y el mejor cemento para la convivencia social.

La Tribuna de Albacete (03/01/2022)