lunes, 18 de diciembre de 2017

La Revolución Rusa de 1917

           “Quien no sabe historia está condenado a repetir sus errores”. Aunque solo fuera por esto, valdría la pena celebrar centenarios. La Revolución Rusa de 1917, es lo que toca hoy. Sus ideales siguen prendiendo con facilidad en las mentes juveniles huérfanas de cultura y experiencia vital.
           En el fragor de la Primera Guerra Mundial, el ejército del Zar Nicolás II se encontraba en estado de sedición. Los soviets de trabajadores, liderados por Lenin, forzaron la retirada del frente europeo y ganaron la Guerra Civil que siguió a la abdicación del Zar. Mucha sangre corrió en 1917 … y siguió corriendo en los años siguientes. Aparcando la promesa de redoblar la democracia y el bienestar del mundo occidental, Lenin proclamó la “dictadura del proletariado”. Una dictadura que se fue recrudeciendo año tras año hasta que el sistema se hundió definitivamente en 1991. ¿Cómo iban a admitir elecciones democráticas que podrían despertar el deseo de volver a los horrores del pasado? ¿Y cómo iban a dejar viajar al extranjero a quienes no valoraban el paraíso comunista?

             El sistema económico que alumbró la Revolución Rusa se manifestó, sobre todo, en la economía pero tiene raíces antropológicas. ¡Nada sólido puede construirse sobre una concepción equivocada del ser humano. Marx consideraba que el hombre era bueno por naturaleza y que volvería a serlo tras erradicar la propiedad privada. En el frontispicio de la sociedad comunista podría escribirse: “A cada uno según su necesidad; de cada uno según su capacidad”. Parece una frase bíblica y lo es. Lo que nadie puede pretender es fundamentar en una idea bonita la organización de una sociedad de hombres egoístas que, para colmo, han perdido todo aliciente al esfuerzo y la responsabilidad.

La Tribuna de Albacete (18/12/2017)