lunes, 27 de abril de 2020

El Arca de Noé



       ¿Dónde y cuándo he vivido o visto yo una historia similar a la actual? La pregunta me ha estado inquietando durante esta larga cuarentena. Hoy, por fin, he encontrado la respuesta: ¡el arca de Noé! La historia, una de las más bellas de la Biblia, está narrada en los capítulos 7-9 del Génesis. La resumo aquí. No hay espacio para comentarios. El lector perspicaz logrará identificar las alegorías bíblicas con el diluvio de coronavirus.
Viendo Dios la perversión y corrupción en la que había naufragado la humanidad, permitió una respuesta airada de la naturaleza con el deseo de conceder al hombre una segunda oportunidad.  Eligió a Noé para que construyera un arca donde habría de refugiarse con su familia y una pareja de animales de cada especie. Una vez dentro, se abrieron las compuertas del cielo y diluvió durante cuarenta días y cuarenta noches. Las aguas cubrieron toda la superficie de la tierra; ni los picos más altos se salvaron.
Un viento cálido achicó las aguas. El arca encalló sobre una colina. Noé fue oteando el horizonte semana tras semana. Primero soltó una paloma que pronto volvió al no tener donde posarse. Siete días después, salió la segunda paloma que regresó con un ramo de olivo en el pico. Las que volaron durante la siguiente semana ya no regresaron. ¡Buena señal! Aunque la tierra necesitaría un año entero para acabarse de secar.
Dios, que no da puntada sin hilo, aprovechó la ocasión para renovar su alianza con los hombres: “Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra… Vuelvo a entregaros todo … Pero, recordad, os pediré cuenta de la vida de vuestros hermanos”. Y rubricó el pacto con el arco iris. “Pondré mi arco en el cielo como señal de mi alianza con la tierra”.

La Tribuna de Albacete (27/04/2020)

domingo, 19 de abril de 2020

Renta básica


                Así imagino las campañas electorales de la próxima década. Partido X: “¿Le gustaría despertarse el día 1 de cada mes con 1000€ en su cuenta corriente?”. El partido Y le reprochará su tacañería: “¿Y por qué no 2000€? Están hablando de la renta básica (RB): una subvención generalista, permanente y no condicionada. Todos reciben el mismo dinero periódicamente y pueden hacer con él lo que quieran. La única diferencia es que, a fin de mes, Hacienda retendrá 3000€ a quienes tengan un trabajo bien remunerado; para los parados, en cambio, la RB coincidirá con la renta disponible.
                En el referéndum suizo de 2016, los ciudadanos rechazaron una propuesta de RB de 2250€ mensuales. En la mente del 78% de la población que votó NO, latía este presentimiento: “Para qué hacer experimentos tan arriesgados, con lo bien que nos va ahora”. A los españoles nos va el riesgo y ya estamos engrasando la rampa de lanzamiento. La RB aparecía en el programa conjunto del PSOE y UP (diciembre 2019). El actual ministro de Inclusividad y Seguridad Social (el albaceteño J.L. Escrivá Belmonte) había diseñado un programa de RB como presidente de la autoridad fiscal (AIReF).  Por la presión de UP, está dispuesto a ponerlo en marcha en unas semanas, con un gasto mensual de 5500 millones de euros, limitado a los hogares más vulnerables.
                Sr. Ministro, no mezclemos churras con merinas. “Hoy, ayudas de emergencia; mañana ya discutiremos sobre la RB”, ha advertido Luis Ayala, otro experto en temas de igualdad que fue profesor de la FCEE de Albacete. Cuando llegue ese momento, no hemos de olvidar la opinión unánime de los promotores de la RB: o la aplicamos íntegramente (renta generalista, permanente e incondicionada) o será más de lo mismo; seguiremos aumentando el peso del sector público a costa de la iniciativa privada.
El quid de la cuestión es si el despertador que suene el 1 de cada mes animará a los trabajadores a saltar de la cama para añadir un sueldo a la RB, o justificará otra cabezadita siendo que ya tienen asegurado el pan. Por lo que respecta a los empresarios-empleadores, el dilema es otro: ¿les animará a invertir más pues la demanda fluye con más facilidad o acabarán cerrando la persiana bajo la presión asfixiante de los impuestos? Si se impone la segunda de las dos alternativas, no hay que descartar el peligro de una escalada inflacionista que acabaría destruyendo la economía de mercado y el estado del bienestar que tanto nos ha costado construir.


domingo, 12 de abril de 2020

El Plan Marshall Europeo



             El plan de choque contra la recesión económica generada por el coronavirus exige más recursos que ninguna otra recesión anterior. ¿De dónde saldrán? Las autoridades europeas se cerraron en banda a la mutualización de los bonos propuesta por Italia y España (“coronabonos”) y a la monetización de sus déficits por el BCE. Sorprendentemente, el jueves pasado llegaron a un acuerdo todavía más audaz: doblar el presupuesto de la UE para iniciar un programa masivo de ayudas a los gobiernos. Los partidarios de un Plan Marshall Europeo (PME) lanzaron las campanas al vuelo.
              Despacio, las diferencias son importantes. El Plan Marshall de 1948 representó una parte exigua del presupuesto y del PIB estadounidense. Se financió imprimiendo dólares que retornaban para comprar bienes “made in América”. El PME representa un esfuerzo fiscal muy superior y habrá de financiarse emitiendo bonos. Aunque la UE logre colocarlos a bajos tipos de interés, cierto poso de dependencia financiera se antoja inevitable.
El Plan Marshall original se materializó en gastos de capital para la reconstrucción del parque inmobiliario e industrial europeo. En cinco años Alemania recuperó su tejido industrial y lo modernizó consiguiendo una ventaja competitiva que le ha acompañado hasta hoy.  El PME se dedicará a gastos redistributivos y consuntivos. Renta básica para las personas que han perdido su empleo de forma temporal o definitiva; subvenciones para las PYMES que han sido obligadas a bajar la persiana; compensaciones a los gobiernos por la caída de impuestos … En el mejor de los casos podemos esperar que dentro de un año la economía europea haya recobrado los niveles de PIB y empleo anteriores al confinamiento. La modernización de la estructura industrial tendrá que esperar. Dependerá del buen hacer de los empresarios alentados, que no asfixiados, por el Estado.
El gobierno alemán de la postguerra respetaba la lógica de una economía social de mercado que pivota sobre la iniciativa privada. Los gobiernos europeos actuales recelan de la iniciativa privada y de los mercados. ¡He aquí la diferencia fundamental entre los dos planes Marshall!
La Tribuna de Albacete /13/04/2020)

lunes, 6 de abril de 2020

El salvavidas del BCE



       El salvavidas de la UE no llegó a tiempo. Alemania y Holanda sortearon la presión de los presidentes de España e Italia para que la UE avalara las millonarias emisiones de bonos planeadas. En la UE-Norte temen que los coronabonos sean la puerta a los eurobonos y estos se dediquen a financiar los déficit recurrentes del sur. ¿Cómo cubrir, entonces, los 200.000 millones de euros anunciados por Pedro Sánchez en su plan de choque contra la recesión generada por la pandemia? ¿Cómo conseguir ese dinero sin que se dispare la prima de riesgo?     
     El segundo salvavidas está en las manos del Banco Central Europeo (BCE). Una alternativa a los eurobonos serían los euros, es decir, un préstamo directo del BCE a interés cero. Su nombre técnico es "monetización de la deuda"; consiste en colocar la nueva deuda pública en el BCE. Que nadie se lleve las manos a la cabeza. Forma parte de las funciones del banco central, acomodar la liquidez a las necesidades del sistema económico. En momentos tan críticos como el presente, esta liquidez podría introducirse a través del plan de choque del gobierno.
          No habrá riesgos inflacionistas si la inyección monetaria consigue estimular la producción de manera que el PIB crezca, como mínimo, al ritmo de la liquidez. Con otras palabras, si el dinero recibido consigue que la economía española recobre el pulso, se recupere rápidamente , no generará ni inflación ni déficit impagables. De las nuevas rentas saldrán los impuestos para devolver el crédito al BCE.
El quid de la cuestión consiste en animar a los empresarios a recuperar los niveles de producción previos a la crisis y realizar las inversiones que en algún momento planearon. Tiempos cruciales y delicados para la política económica. Un gobierno de coalición parece la palanca adecuada para que la política económica consiga los efectos deseados.  
Como europeo que mira el futuro, lo que a mí me preocupa no es tanto la inflación como el hacernos dependientes de las inyecciones de liquidez del BCE. Tal dependencia creará economías “zombi", economias que necesitan respiración asistida para mantenerse en pie.
La Tribuna de Albacete (6/04/2020)