Limpiemos la ciénaga que hemos generado
y sembremos buenas semillas.
Ayer coincidimos (mi esposa y yo) con un
matrimonio catalán. Con la sabiduría humana que dan cincuenta años de
convivencia en la diversidad (ellos cumplían sus bodas de oro) nos aseguraron:
“Tranquilos, que el independentismo ya ha tocado fondo. Empieza una nueva
etapa: la de construir”.
Me
llamó la atención que emplearan la misma expresión que da título a mi columna
semanal: “Tocando fondo”. Ellos se referían a la ciénaga depositada en el fondo
de los charcos. Yo me fijo en las raíces que sostienen y alimentan un árbol. Ambas
perspectivas son complementarias: limpiemos la ciénaga que hemos generado y
sembremos buenas semillas.
Hemos tocado
el fondo de la política al margen de la ley. El Estado democrático de Derecho
es la herencia más valiosa que recibimos de la Ilustración. Ojalá aprendamos que
nada duradero podemos construir al margen de él.
Hemos tocado
el fondo del enfrentamiento social. Para construir una sociedad de personas
libres e iguales hemos de aceptar la diversidad y aprender a vivir en ella. En
caso de duda que decidan los tribunales de acuerdo con la leyes. Unas leyes que
pueden cambiar, cierto, pero que en su reformulación habrán de respetar los
pasos marcadas por la ley.
Hemos tocado
el fondo de la desconfianza en las relaciones económicas. Cuando la gran
recesión de 2008 parecía superada, se dispara la prima de riesgo de la deuda
catalana, se acelera la fuga de capitales por la noche y, al final del
“procés”, a plena luz del día, dos mil empresas emblemáticas de Cataluña trasladaron
su sede.
El día que el independentismo
tocó fondo descubrimos que detrás de la DUI no había nada pues nadie reconoció
a la República independiente de Cataluña.
La Tribuna de Albacete (30/10/2017)