domingo, 28 de abril de 2019

Pan y circo


La degeneración del Imperio Romano quedó plasmada en el lema “pan y circo”. La degeneración de la democracia asoma sus orejas cuando se reduce a una elección detrás de otra, sin capacidad de constituir un gobierno estable que tome decisiones y responda de sus resultados. La degeneración se consuma cuando la sociedad vive en permanente campaña electoral donde se promete pan (y caviar) para todos. La guinda del pastel son los debates televisivos que recuerdan la suelta de los leones en el circo romano.
El acto central de la campaña electoral de nunca acabar fueron los dos debates televisivos de la semana pasada. Imagino que ahora empezarán los autonómicos. Visto lo visto, yo propondría que al acabar cada debate se lanzaran a los ciudadanos preguntas del siguiente tenor.
                ¿Quién le ha parecido el mejor y el peor educado? En mi pueblo, a quien interrumpe al otro fuera de tiempo se le llama “maleducado” y se le da de comer aparte.
                ¿Quién le ha parecido el mejor actor? Quienes cambian de chaqueta y de respuestas según quién pregunta y dónde pregunta, merecen un premio al mejor actor. Para la política yo prefiere personas previsibles porque se basan en principios conocidos y fiables.
                ¿Quién miente mejor, con más naturalidad, sin pestañear? Hay que ser condescendientes con quienes se creen sus propias mentiras, de tanto repetirlas. Pero no debiéramos votar al que pasa de la mentira a la calumnia, como si se tratara de una forma de hablar. Quien no sea capaz de probar la veracidad de sus acusaciones merecería un castigo penal.
                ¿A quién escogería usted como maestro de sus hijos? Esta es la pregunta decisiva. Los políticos de hoy tienen la capacidad de meter sus narices (y manos) en nuestros negocios y hogares. Desde luego yo no votaría a quien disfruta haciendo experimentos con los hijos del vecino.
La Tribuna de Albacete (29/04/2019)

domingo, 21 de abril de 2019

Una catedral con buenos cimientos


El 15 de abril de 2019 se incendió Notre Dame de París, una de las cumbres del arte gótico que, desde que se abrió al culto en 1260, no ha dejado de atraer a devotos y turistas. Trece millones de visitas quedaron registradas el año 2018. Las maravillosas imágenes del templo que hemos tenido ocasión de presenciar estos días invitan a plantearse dos preguntas fundamentales.
¿Cómo es posible que ya en los siglos XII y XIII pudieran levantarse unos edificios tan impresionantes? ¿Acaso no estábamos en la baja Edad Media, la época más pobre, inculta y lúgubre de la historia? Pues sí pero no; las historias oficiales escritas en la modernidad nos han engañado. Las piedras y los pergaminos atestiguan de que en la Edad Media, bajo el impulso de la Iglesia, se levantaron las catedrales más altas y luminosas, las abadías mejor organizadas que hacían las veces de hospitales y asilos, amén de las primeras universidades.
¿Cómo es posible que estas catedrales sigan en pie novecientos años después y continúen atrayendo a millones de devotos y turistas? Fácil, desde luego, no lo tuvieron. Notre Dame hubo de sobrevivir no solo a catástrofes naturales sino también a saqueos humanos.  Los revolucionarios franceses de 1789, tras declarar que la religión era la causa de todos los males, se apresuraron a repartirse todos los bienes que encontraron en el templo. El secreto de las catedrales románicas y góticas radica en descansar sobre cimientos profundos y haber sido levantadas con piedras de sillería. Este secreto arquitectónico también puede ser leído en clave espiritual. La  belleza y permanencia de la Iglesia se fundamenta en la muerte y resurrección de Cristo que hemos celebrado esta Semana Santa. Su actualidad está asegurada si los cristianos somos piedras vivas levantadas sobre Cristo.

La Tribuna de Albacete (22/04/2019)

domingo, 14 de abril de 2019

Cuatro profesores de Albacete en la NBA


Lector, imagina que estás presenciando por la televisión un partido de la NBA. De pronto te percatas que entre los jugadores hay cuatro vecinos de Albacete. Jóvenes a los que tú enseñaste a botar la pelota y tirar a canasta. Pues esto es lo que me pasó el jueves pasado cuando me enteré, por diferentes medios nacionales e internacionales, que cuatro profesores de la UCLM, a los que yo introduje en los estudios de Economía y luego dirigí sus tesis doctorales, habían conseguido publicar un artículo en “Nature Communications” (NC), una filial de “Nature”, posiblemente la revista científica más prestigiosa del mundo.
        Los autores, todavía en sus treinta o cuarenta, son profesores de la FCEE de Albacete: Luis Antonio López, María Ángeles Cadarso, Jorge Zafrilla y Guadalupe Arce. Su artículo analiza la emisión de gases de efecto invernadero por las multinacionales norteamericanas, especialistas en localizar su producción allí donde los salarios son más baratos y las restricciones medioambientales más laxas. Demuestran que estas multinacionales ocuparían el lugar 12 de un ranking hipotético de “países” más contaminantes. Sus emisiones doblan a las generadas en todo el territorio español.       
La noticia nos enseña que, en la era de internet, la capacidad de investigar y de publicar los resultados en las mejores revistas del mundo no depende tanto del prestigio secular del centro donde trabajas (la UCLM también está en la treintena), ni de los recursos que manejas (los autores agradecen la ayuda del Ministerio, no se atreven a detallar que solo contaban con 19.000 euros para 10 profesores en 3 años), ni del rango académico de los autores (entre ellos solo hay una profesora titular). El éxito radica en la conjunción de un equipo de investigadores entusiastas, con olfato científico, seriedad en el trabajo e inaccesibles al desaliento.
La Tribuna de Albacete (15/04/2019)

domingo, 7 de abril de 2019

Derecho a la vida



Hace ocho días la Sexta retransmitió una entrevista al Papa. Ya en los primeros compases, el entrevistador, Jordi Évole, le colocó entre la espada y la pared. “Admitiría usted abortar a una adolescente que quedó embarazada tras una violación”. El Papa reconoció el drama que la situación suponía para esa joven y la obligación de ayudarle por todos los medios, pero no hasta el punto de sacrificar una vida humana. “O, dígame usted, preguntó al entrevistador, ¿es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?”
Hace cuatro días Ángel Hernández ayudó al suicidio de su mujer, Isabel Carrasco que padecía de esclerosis múltiple desde hacía 30 años. ¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?, nos volvemos a preguntar hoy.
Jordi Évole tuvo la honradez de callarse tras reconocer que era una cuestión compleja. Algunos líderes políticos españoles han sido más osados. Aprovecharon el caso de Ángel e Isabel para incorporar la eutanasia a sus programas electorales. Se ilusionan pensando la de votos que van a cosechar con este anuncio que convertiría a España en un referente internacional.
Tres preguntas nos ayudarán a tocar fondo de estas cuestiones bioéticas. ¿Reconoces el derecho fundamental a la vida, cuyo inicio y fin corresponde aclararlo a la comunidad científica, no al político de turno? ¿Aceptas sostener con tus impuestos un Estado del Bienestar que facilite a estas personas una vida digna y, en lo posible, libre de dolor? ¿Estás dispuesto a implicarte con las personas afectadas que necesitan del cariño de los suyos tanto o más que los cuidados sanitarios del Estado?
Una respuesta negativa a estas tres preguntas nos hará más egoístas a nosotros y más inhumana a la sociedad. Me temo que, con los eufemismos de la interrupción voluntaria del embarazo y la eutanasia, estamos abriendo las vías para eliminar a quienes molesten. Y, no nos engañemos, ¡cuánto más egoístas seamos, más personas nos molestarán!


La Tribuna de Albacete (8/04/2019)