lunes, 11 de diciembre de 2017

Estrategias de confusión y de claridad

           La estrategia de la confusión es la preferida de los demagogos. Mezclando todo en el mismo saco siempre encontrarán alguna ganga para atraer a los ingenuos. Lamentablemente la confusión no sirve para cimentar nada sólido y perdurable. La estrategia más eficaz y honrada para solucionar cualquier problema, digamos el del nacionalismo, empieza por separar los niveles o planos que allí se cruzan.  
                El primer nivel hace referencia a la adhesión sentimental. Hay que dejar claro que cada uno es soberano para sentirse prioritariamente europeo, español, catalán o ampurdanés. No hace falta justificar la opción, ni sirven de nada los argumentos para convencer al vecino. El odio es el único sentimiento a evitar. Quien note que le está creciendo, “debería hacérselo mirar”.
El plano racional, entra en escena en el momento de elegir el sistema de organización política del territorio. ¿Un estado central como el francés, uno autonómico como el español o uno federal como el alemán? ¿Y por qué no una confederación tipo la UE en la que cada parte del territorio es libre de salirse de forma unilateral? Aquí es cuando hay que poner en la balanza los pros y contras de cada opción y analizar los problemas, uno detrás de otro. ¿Agravios comparativos? –Vale, ¿cuáles son? ¿Pueden solucionarse en el sistema actual o requieren la ruptura? Por favor, presente sus datos y argumentos.
Por último, pero no menos importante, está el nivel jurídico. Para llegar donde queremos (sea un nuevo sistema de financiación o la independencia pura y dura), ¿qué pasos prescribe la Constitución? Si ésta no nos gusta, ¿qué hay que hacer para reformarla sin salirnos del estado democrático de Derecho?
La Tribuna de Albacete (11/12/2017)