lunes, 3 de enero de 2022

Torres de Babel

 

El año 2021 nos despide con dos noticias que no podemos dejar pasar sin tocar fondo.

En los juegos norteamericanos de diciembre, la atleta Lia Thomas pulverizó todos los récords de natación femenina. Caras serias en las gradas mientras le colgaban las medallas. Todos los espectadores sabían que hasta el pasado año Lía se llamaba Will y competía en el deporte universitario masculino. Cynthia Miller, juez de la federación estadounidense de natación, dimitió tras denunciar que era injusto dejar competir a una mujer trans metida en un cuerpo masculino de 1,90 metros. Las asociaciones feministas multiplicaron sus denuncias contra los grupos LGTBI por su empeño de borrar a la mujer y, consecuentemente, al deporte femenino.

El 9 diciembre 2021conocimos el suicidio de Verónica Forqué. La prensa la despidió como la compasión habitual (y necesaria) en estos casos. “Nada ni nadie podrá reemplazar tu sonrisa”, “Qué lástima no haber sabido ayudarte a superar tu depresión”. … Yo me pregunté, ¿qué hubiera pasado si Verónica hubiera pedido la eutanasia? Me temo que muchos se sentirían felices de reinterpretar la ley recientemente aprobada en España para dar cabida a casos como éste. En breve, Verónica tendría una placa en el callejero español.

Lia y Verónica ponen en evidencia los peligros de legislar contra la ley natural. Cuanto más alta sea la torre que construyamos al margen de esta ley, mayor será el número de víctimas provocadas por su derrumbe. La torre de Babel narrada en el primer libro de la Biblia se hundió por la incapacidad de entendimiento entre los constructores. Algo semejante empezamos a ver entre los constructores del postmodernismo.  

Mi deseo para el 2022: avanzar en el respeto a los derechos fundamentales de la persona, la expresión actual de la ley natural. Sin duda, el mejor cimiento de la felicidad personal y el mejor cemento para la convivencia social.

La Tribuna de Albacete (03/01/2022)