domingo, 30 de abril de 2017

Dios como excusa

Nada más contradictorio que "matar en nombre de Dios"

 La semana pasada el Papa Francisco fue invitado en Egipto a una Conferencia Interreligiosa para la Paz. El encuentro tuvo lugar en la Universidad Al-Azhar, sede del Instituto Teológico del Islam Suní. Allí le esperaba el Gran Imán Ahmad Al-Tayeb quien condenó el error de  etiquetar al Islam como una religión de terroristas. ¿Qué diríamos, preguntó, de las iglesias europeas que se pasaron siglos enteros enfrentados en guerras de religión contra el Islam y entre ellos mismos? ¿Y de los estados occidentales del siglo pasado a quienes bastaron dos guerras mundiales para matar a setenta millones de personas, donde incluimos seis millones de judíos gaseados?  Entiendo que el argumento del Gran Imán no sirve de excusa para justificar el terrorismo islámico contemporáneo. Sí para hacernos más humildes a los occidentales y reconocer que no estamos libres  de la tercera (y última) guerra mundial.
Como es habitual, el Papa Francisco, fue claro y a la raíz. Urge trabajar en la educación de los jóvenes para la paz. Una educación que pasa por explicar la naturaleza abierta y relacional del ser humano y por condenar todo tipo de violencia. Nada más contradictorio que “matar en nombre de Dios”. ¿Oyen esto los niños musulmanes?
Sus denuncias se extendieron a algunas prácticas que, a fuerza de repetirse, ya nos parecen normales e inevitables. Las guerras en el Tercer Mundo y los grupos terroristas musulmanes no podrían mantenerse de no existir un tráfico de dinero y armas hacia ellos. ¿Alguien ha investigado estos flujos y ha puesto los medios para controlarlos?
Los movimientos populistas, que medrar junto al terrorismo, también recibieron su toque de atención: “[H]oy se necesitan constructores de Paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción”.
El mensaje común en Al-Azhar fue que la religión no es un enemigo para la paz; puede y debe ser su principal aliado. Creer en Dios implica respetar sus mandamientos entre los que destaca el “no matarás”. Creer en Dios nos anima a reconocernos como hermanos y responder al odio con amor. Creer en Dios nos obliga a trabajar por la paz allí donde  estemos. 
La Tribuna de Albacete (01/05/2017)