domingo, 7 de mayo de 2017

Caldo de cultivo para la corrupción

La corrupción es proporcional al tamaño del presupuesto 
y la discrecionalidad de los políticos que lo ejecutan 

 “Todo poder tiende a corromperse y corromper, el poder absoluto lo hace absolutamente”.  El “dictum” de Lord Acton ha ganado actualidad con el paso del tiempo. El caso Lezo que salpica a la plana mayor del PP madrileño, se añade al caso 3% de la catalana CiU, al caso de los ERES del socialismo andaluz y un largo etcétera que deja un olor nauseabundo.
Mi lectura del fenómeno de la corrupción política acepta como punto de partida la conclusión de Acton y añade cuatro observaciones de sentido común. (1) La corrupción suele ser el resultado del contubernio entre el poder político y el poder económico. Aflora continuamente en las empresas y organismos públicos. También en las concesiones y contratos de obra pública. (2) La corrupción echa raíces cuando las mismas personas ocupan cargos públicos durante mucho tiempo. (3) La corrupción es proporcional al tamaño del presupuesto y a la discrecionalidad con la que se maneja. (4) El binomio “elecciones – concesiones” suministra el caldo más propicio para la corrupción. “Tú (empresa) me das dinero para financiar la campaña electoral; yo (político) te premiaré con los mejores contratos”.
Mis consejos para atajar la corrupción son tan simples como baratas. (1) Separación de poderes. ¿A quién se le ocurrió que los jueces y fiscales de los organismos supremos fueran elegidos por los propios políticos? Mejor un sorteo entre los letrados que cumplan determinadas condiciones. (2) Disminución del número de políticos y limitación de su tiempo en puestos de responsabilidad. Si las decisiones políticas se toman en el seno de los partidos entre dos o tres personas, ¿para qué necesitamos 350 diputados y 266 senadores, más sus réplicas a escala regional y local).  (3) Minimizar la financiación pública de las campañas electorales. ¿No estamos en la era de las redes sociales, libres y gratuitas? Una hora adicional en las cadenas públicas les bastaría. (4) Adelgazar los presupuestos públicos y limitar la discrecionalidad de los políticos en las concesiones y contratos de obra pública. Estos se sortearían entre las empresas habilitadas por cumplir con determinadas condiciones objetivas. (5) Asegurar que los políticos corruptos salgan de la cárcel preparados para una nueva etapa en la que ya no podrán vivir del dinero de los contribuyentes.

 La Tribuna de Albacete (8/05/2017)