lunes, 10 de abril de 2017

Por preguntar que no quede

... pero cada pregunta a quien corresponda

 Lo que más admiro del Presidente de la Generalitat Catalana, Sr. Carles Puigdemont, es su tranquilidad. Podría declararte la guerra sin perder la sonrisa. Con todo lo que está cayendo sobre Cataluña y la clase política catalana, convocó recientemente una rueda de prensa para desvelar la pregunta a incluir en el referéndum prohibido: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?”.
Desde luego, la pregunta no puede ser más educada, concisa y clara. Hay, sin embargo, un problema jurídico: nuestra Constitución reserva ese tipo de preguntas para el conjunto del pueblo español. Y un problema político: las consecuencias del SÍ o del NO bastarían por quitar el sueño a cualquiera que no se llame Carles. 
La prudencia aconseja hacer algún experimento previo en un laboratorio más cercano y amigable. Propongo empezar con un referéndum en la capital de Cataluña.  “¿Quiere usted que Barcelona sea un Estado independiente?”. Independiente de Cataluña y de España, se sobreentiende.
Las encuestas advierten que la mayoría de los habitantes de Barcelona capital y, sobre todo, de su área metropolitana no están por la secesión. Ahora bien, el resultado puede cambiar si les explicáramos que están pagando impuestos al Estado por encima de la media  pues su renta y nivel de vida superan la media española. La desproporción de rentas es mucho mayor con el resto de Cataluña por lo que la ganancia de los barceloneses se maximizaría al independizarse simultáneamente de España y de Cataluña. Por supuesto (esto no puede faltar en la explicación), la nueva ciudad-estado conservaría todas las ventajas socioeconómicas que derivan de un mundo abierto.
¿Qué pasaría si los barceloneses respondieran SÍ a su referéndum de independencia? Me temo que ese día el Sr. Puigdemont perdería su sonrisa y los independentistas con carné podrían el grito en el cielo. “¿Qué sentido tiene que un 51% de los barceloneses decida sobre el futuro del 49% restante y de los seis millones de catalanes que llevan siglos amándose y odiándose? ¿Y si al año siguiente cambiaran las tornas? ¿Cómo pueden ser tan insolidarios esos barceloneses que siempre han cortado el bacalao para toda Cataluña?”
Preguntas incómodas, preguntas necesarias. Pero no se preocupen ustedes que un referéndum de secesión de una parte de Cataluña nunca tendrá lugar. Si alguien lo planteara la respuesta de la Generalitat sería instantánea y contundente. “¡Basta ya de tonterías! ¡Somos una nación seria que no tolera experimentos peligrosos! Además ni nosotros como Generalitat, ni el Parlament de Catalunya, ni el Congreso de España podrían autorizarlo aunque quisieran. Previamente habría de modificarse el Estatut y la Constitución”.

Por preguntar que no quede … pero cada pregunta a quien corresponda.
La Tribuna de Albacete (10/04/2017)