... pero cada pregunta a quien corresponda
Lo que más admiro del Presidente
de la Generalitat Catalana, Sr. Carles Puigdemont, es su tranquilidad. Podría
declararte la guerra sin perder la sonrisa. Con todo lo que está cayendo sobre
Cataluña y la clase política catalana, convocó recientemente una rueda de
prensa para desvelar la pregunta a incluir en el referéndum prohibido: “¿Quiere
que Cataluña sea un Estado independiente?”.
Desde luego,
la pregunta no puede ser más educada, concisa y clara. Hay, sin embargo, un
problema jurídico: nuestra Constitución reserva ese tipo de preguntas para el conjunto
del pueblo español. Y un problema político: las consecuencias del SÍ o del NO bastarían
por quitar el sueño a cualquiera que no se llame Carles.
La prudencia
aconseja hacer algún experimento previo en un laboratorio más cercano y amigable.
Propongo empezar con un referéndum en la capital de Cataluña. “¿Quiere usted que Barcelona sea un Estado
independiente?”. Independiente de Cataluña y de España, se sobreentiende.
Las
encuestas advierten que la mayoría de los habitantes de Barcelona capital y,
sobre todo, de su área metropolitana no están por la secesión. Ahora bien, el
resultado puede cambiar si les explicáramos que están pagando impuestos al
Estado por encima de la media pues su
renta y nivel de vida superan la media española. La desproporción de rentas es
mucho mayor con el resto de Cataluña por lo que la ganancia de los barceloneses
se maximizaría al independizarse simultáneamente de España y de Cataluña. Por
supuesto (esto no puede faltar en la explicación), la nueva ciudad-estado
conservaría todas las ventajas socioeconómicas que derivan de un mundo abierto.
¿Qué pasaría
si los barceloneses respondieran SÍ a su referéndum de independencia? Me temo
que ese día el Sr. Puigdemont perdería su sonrisa y los independentistas con
carné podrían el grito en el cielo. “¿Qué sentido tiene que un 51% de los
barceloneses decida sobre el futuro del 49% restante y de los seis millones de
catalanes que llevan siglos amándose y odiándose? ¿Y si al año siguiente
cambiaran las tornas? ¿Cómo pueden ser tan insolidarios esos barceloneses que
siempre han cortado el bacalao para toda Cataluña?”
Preguntas incómodas,
preguntas necesarias. Pero no se preocupen ustedes que un referéndum de
secesión de una parte de Cataluña nunca tendrá lugar. Si alguien lo planteara
la respuesta de la Generalitat sería instantánea y contundente. “¡Basta ya de
tonterías! ¡Somos una nación seria que no tolera experimentos peligrosos!
Además ni nosotros como Generalitat, ni el Parlament de Catalunya, ni el
Congreso de España podrían autorizarlo aunque quisieran. Previamente habría de
modificarse el Estatut y la Constitución”.
Por
preguntar que no quede … pero cada pregunta a quien corresponda.
La Tribuna de Albacete (10/04/2017)