Todas las mañanas empieza un año nuevo
Ayer, desempolvando
mi biblioteca, cayó al suelo un texto de Miguel d’Ors, poeta de lo cotidiano
desde el humanismo más profundo. El libro quedó abierto en el poema: “Vida
nueva” cuya primera estrofa reza así: “1 de enero. El mirlo de mi barrio amanece
cantando la misma partitura de todas las mañanas. Y el tonto que hay en mi
piensa: Infeliz, no sabe que esta mañana es la del Año Nuevo”. La última
estrofa recoge el pensamiento del mirlo: “Infeliz Miguel d’Ors (…) no entiende
el verdadero calendario. No sabe que todas las mañanas empieza un año nuevo y
cada día es algo de verdad extraordinario”.
Exquisita
sabiduría, la del mirlo. Bien está que celebremos el uno de enero de cada año
con un poco de cava y muchos buenos propósitos. Necesitamos ponernos metas a
medio plazo. No nos importe repetirlas cada año; es una de las servidumbres asociadas
a la frágil memoria humana. Ahora bien, para que estas metas ayuden a
superarnos, deben colgarse de otras más altas, capaces de dar sentido a toda
una vida. Y deben concretarse en otras más pequeñas, las que orientan nuestros
pasos en el día a día.
Los hombres
nos singularizamos tanto por las metas que ambicionamos como por la
perseverancia en el esfuerzo por conquistarlas. José María Pemán decía con su
gracejo gaditano: “Conocemos a los héroes del 2 de Mayo de 1808 y no
escatimamos elogios para ellos. A mí me gustaría conocer a los héroes del 2 de
mayo, del 3 de mayo, del 4 de mayo… ”
Bajamos del
mundo de la poesía a otro más profano, el que todo el mundo entiende, el del
fútbol. Hace unas semanas visité a unos familiares madrileños, muy del
Atlético. Mi primo me explicaba el provecho que le sacaba, en su tarea
educativa, a los mensajes del entrenador Cholo Simeone: “Las competiciones se
ganan partido a partido. El de hoy es el más importante”.
Comparto la
sabiduría de la vida que hay detrás de las palabras de Simeone, Pemán y d’Ors.
La noche está para eso. Para enterrar las rencillas y angustias cotidianas que podrían
ahogarnos en un vaso de agua. Para recobrar fuerzas y animarnos a empezar el nuevo
día como si fuera el más importante hasta la fecha. ¡Feliz día nuevo!
La Tribuna de Albacete (02/01/2017)