domingo, 29 de enero de 2017

De la Gran Muralla China al Muro de Trump

Obras decorativas que muestran a los visitantes 
hasta donde puede llegar la megalomanía de los políticos

La Gran Muralla China fue concluida en el XVI. Contando las ramificaciones, llegó a medir 21.196 Km, con una altura media de 6 metros y una anchura de 4,5. Su objetivo era proteger el imperio chino de las invasiones de los mongoles y otros pueblos norteños. La verdad es que su utilidad defensiva desapareció pronto. En 1644 un general chino abrió la puerta a los manchúes con la condición que le ayudaran a derrocar a la dinastía Shun. La nueva dinastía Quing se lanzó a la conquista del sur de Mongolia dejando la Gran Muralla como obra decorativa en medio de la nada. En 1987 la Unesco la declaró “Patrimonio de la Humanidad” y se han convertido en uno de los principales atractivos del turismo en China.
El Gran Muro de Trump recorrerá los 3.185 Km que separan EE.UU. de México a fin de evitar la invasión de los emigrantes latinos. Lo prometió en su reciente campaña electoral y ya ha puesto la primera piedra (normativa). Como buen empresario, Trump acompañó la propuesta con las cuentas presupuestarias: el muro lo edificarían las constructoras estadounidenses y lo pagarían los contribuyentes mejicanos.
Si en la Edad Moderna las murallas habían perdido su función defensiva, ¿qué diremos en la Edad Contemporánea? A fecha de hoy, la frontera mejicana está muy vigilada pero los centinelas tienen orden de mirar al otro lado en las épocas de prosperidad, cuando la industria necesita mano de obra abundante, barata y sumisa. Llegada la recesión, se refuerza la vigilancia fronteriza y se ordena la repatriación de los ilegales. Esto es lo difícil. Una vez dentro es muy difícil deshacerse de ellos.

Lo mejor que le podía pasar al muro Trump es que quedara en una obra decorativa por haberse hecho realidad la libre circulación de mercancías y personas. (Los capitales hace tiempo que circulan libremente y a la velocidad de la luz). Si tal es el fin del muro, animo a sus constructores a que pongan tanto ingenio como los chinos en su Gran Muralla. Con un poco de suerte, la Unesco lo declararía Patrimonio de la Humanidad y atraería a millones de turistas. El servicio del muro a la humanidad consistirá en mostrar a los visitantes hasta donde puede llegar la estulticia de los políticos.
La Tribuna de Albacete (30/01/2017)