Con el apoyo de Podemos,
los independentistas podrían conseguir su objetivo
La semana
pasada visitó España Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas. La
primera pregunta de los periodistas estaba cantada: “Qué opina usted sobre la
pretendida República Independiente de Cataluña”. La respuesta fue tan breve como clara:
“Cataluña no está incluida entre los territorios sin autogobierno con derecho a
la autodeterminación”.
El cacareado
derecho a la autodeterminación, recogido en la Carta de la ONU, se refiere a la
lista de pueblos colonizados por los europeos en los siglos XIX y XX. Cabría
hacerla extensiva a los territorios anexionados tras la Segunda Guerra Mundial
por la Unión Soviética. Y punto.
El
modelo de los independentistas catalanes no está en África o la URSS, sino en
Quebec y en Escocia. “¿Por qué a ellos se les ha permitido un referéndum de
autodeterminación y no a nosotros?, se lamentan. Porque ni en Canadá ni en el
RU existe una Constitución que prohíba expresamente la autodeterminación de una
parte del territorio. Alguna lección sí podríamos extraer de los fallidos
referéndums. ¿Piensan ustedes que los independentistas se han conformado con la
voluntad popular? De ninguna manera. Su estrategia pasa por pedir un referéndum
detrás de otro hasta que se alineen los astros y triunfe el SÍ a la
independencia. En ese momento, se acabaron los referéndums. Los que deseen
volver a la situación anterior o aspiren a la independencia de una parte del
nuevo estado, serán tachados de traidores o anarquistas.
Los
independentistas catalanes deberían preguntar a los países que comparten el
esquema constitucional español donde la soberanía reside en todo el pueblo:
Francia, Italia, Alemania, Portugal, Estados Unidos…Casi todos. Cualquiera de sus ciudadanos les explicará que
la secesión de una parte del territorio estatal requiere aprobar una nueva
Constitución que así lo autorice.
“Pero esto es imposible”, reprochan los
independentistas. ¡Nada hay imposible en la política! En 1993, tras la
preceptiva reforma constitucional, Checoslovaquia se escindió en dos mitades:
La República Checa y Eslovaquia. Los independentistas catalanes podrán
conseguir sus propósitos si tienen detrás a la inmensa mayoría de la población
catalana y ganan el apoyo de algún partido de ámbito estatal, tipo Podemos. En
menos de una década podríamos tener una Constitución confederal que admita
referéndums de autodeterminación y desemboque en la República Catalana y
Españaquia.
La Tribuna de Albacete (2/11/2015)