lunes, 2 de noviembre de 2015

República Independiente de Cataluña

Con el apoyo de Podemos, 
los independentistas podrían conseguir su objetivo

La semana pasada visitó España Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas. La primera pregunta de los periodistas estaba cantada: “Qué opina usted sobre la pretendida República Independiente de Cataluña”.  La respuesta fue tan breve como clara: “Cataluña no está incluida entre los territorios sin autogobierno con derecho a la autodeterminación”.
El cacareado derecho a la autodeterminación, recogido en la Carta de la ONU, se refiere a la lista de pueblos colonizados por los europeos en los siglos XIX y XX. Cabría hacerla extensiva a los territorios anexionados tras la Segunda Guerra Mundial por la Unión Soviética.  Y punto.
               El modelo de los independentistas catalanes no está en África o la URSS, sino en Quebec y en Escocia. “¿Por qué a ellos se les ha permitido un referéndum de autodeterminación y no a nosotros?, se lamentan. Porque ni en Canadá ni en el RU existe una Constitución que prohíba expresamente la autodeterminación de una parte del territorio. Alguna lección sí podríamos extraer de los fallidos referéndums. ¿Piensan ustedes que los independentistas se han conformado con la voluntad popular? De ninguna manera. Su estrategia pasa por pedir un referéndum detrás de otro hasta que se alineen los astros y triunfe el SÍ a la independencia. En ese momento, se acabaron los referéndums. Los que deseen volver a la situación anterior o aspiren a la independencia de una parte del nuevo estado, serán tachados de traidores o anarquistas.
               Los independentistas catalanes deberían preguntar a los países que comparten el esquema constitucional español donde la soberanía reside en todo el pueblo: Francia, Italia, Alemania, Portugal, Estados Unidos…Casi todos.  Cualquiera de sus ciudadanos les explicará que la secesión de una parte del territorio estatal requiere aprobar una nueva Constitución que así lo autorice.   
               “Pero esto es imposible”, reprochan los independentistas. ¡Nada hay imposible en la política! En 1993, tras la preceptiva reforma constitucional, Checoslovaquia se escindió en dos mitades: La República Checa y Eslovaquia. Los independentistas catalanes podrán conseguir sus propósitos si tienen detrás a la inmensa mayoría de la población catalana y ganan el apoyo de algún partido de ámbito estatal, tipo Podemos. En menos de una década podríamos tener una Constitución confederal que admita referéndums de autodeterminación y desemboque en la República Catalana y Españaquia.
La Tribuna de Albacete (2/11/2015)