“Todo poder tiende a corromperse y
corromper. El poder absoluto lo hace absolutamente”. Lord Acton: Ensayos
sobre libertad y poder (1895).
La tentación de aprovecharse de la
riqueza ajena sobrevuela la cabeza de la mayoría de los políticos. El caldo de cultivo
que transforma estas tentaciones en actos de corrupción guarda relación directa
con la cantidad de dinero y la discrecionalidad de la que disfrutan los
políticos. El tiempo en el poder es otro elemento decisivo para
institucionalizar la corrupción. En España, por ejemplo, los mayores escándalos
se han registrado en las comunidades presididas por el mismo partido durante décadas:
PSOE en Andalucía, PP en Madrid y Valencia, CiU en Cataluña...
La ideología del Estado del bienestar ha
empujado a multiplicar los recursos públicos y la facilidad para gastarlos. PSOE
y PP caen dentro de este saco. La dependencia del PSOE de la izquierda marxista
le ha hecho especialmente vulnerable a la corrupción pues aspiran a organizarlo
todo desde arriba, controlando las instituciones y sectores más importantes. ¿Imaginan
ustedes el grado de corrupción al que llegaríamos si políticos y sindicatos tuvieran
el monopolio de la banca, la energía y la construcción?
Uno de los puntos fuertes de la
ideología liberal es su compromiso por minimizar los recursos públicos y
reducir la discrecionalidad. Esto es lo que propuso Lord Acton en el RU y está
ejecutando Javier Milei en Argentina. Las obras públicas se ofrecerían a la
empresa que se responsabilizara de su ejecución al mínimo coste. Los bancos se
encargarían en conceder o rechazar los créditos que necesitan las empresas para
funcionar. La Bolsa diezmaría el valor de las aquellas empresas incapaces de
entregar las obras en tiempo y forma, amén de las envueltas en procesos de
corrupción.
No acabarían aquí nuestros problemas,
pero alguno menos tendríamos. Lo que está pasando en España resulta
insoportable.
La Tribuna de Albacete (07/07/2025)