El
sábado 6 de marzo tuvo lugar un “Encuentro interreligioso” presidido por el
Papa Francisco y los representantes de las diferentes religiones que conviven
en Irak. El lugar no podía ser más apropiado: la llanura de Ur de los Caldeos
donde nació Abraham hace 4000 años. De él descienden las tres grandes
religiones monoteístas. Tanto el Judaísmo, como el Cristianismo y el Islam lo
veneran como su padre en la fe, el primero de los patriarcas.
El Papa Francisco se arrancó con
las palabras de Dios a Abraham: “Mira las estrellas del cielo”. Mirar al cielo es
la actitud común de los creyentes de donde se siguen tres principios vitales: (1)
Creo y espero en Dios, creador y padre; (2) Me reconozco como criatura que
necesita amar y ser amada. (3) Trato a los demás como hermanos, poniéndome a
su servicio. Quien no levanta su mirada a Dios y a los demás, con esta humildad
y caridad, fácilmente se convierte dominador de los demás y esclavo de sí mismo. Justificará su odio y atrocidades por los argumentos más peregrinos,
incluyendo los religiosos y los humanistas. Las guerras religiosas de antaño y
los actuales ataques terroristas “en nombre de Dios”, son los ejemplos más
sangrantes.
El objetivo del viaje del Papa a
Irak era desenmascarar tamaña hipocresía. Odiar y matar por ideas religiosas es
una contraditio in terminis, la mayor afrenta que se puede hacer
a una religión. A las palabras de Francisco, podemos añadir las de Mahatma
Gandhi, un buen hinduista (1927): “Existen muchas causas
por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual pueda matar”. En la última década, los mártires cristianos de Irak han mostrado cómo
es posible morir en defensa de su fe y libertad religiosa y, además, morir
perdonando. ¡Nuevas estrellas de esperanza en el cielo de Ur!
La Tribuna de Albacete (8/03/2021)