lunes, 1 de marzo de 2021

El cementerio de la deuda pública

 

Empiezan a publicarse los datos financieros del 2020. ¡Peor de lo que se esperaba! El Tratado de Maastricht limitó el déficit y deuda pública al 3% y al 60% del PIB. Tras una década tratando de conseguir esos niveles, en 2020 se han disparado al 6,5% y el 120% respectivamente. ¡Un incremento del 27% respecto a la deuda de 2019! ¡Hasta la Guerra de Cuba hemos de remontarnos para encontrar una subida similar! Aunque la pandemia remitiera pronto, los planes fiscales del Gobierno para el 2021, más la caída del 13% que se prevé para el PIB, hacen temer una réplica del seísmo financiero.

                El primer consuelo (consuelo de tontos) es que todos los países del mundo adolecen de la misma pandemia sanitaria y financiera. El segundo consuelo (consuelo de los afortunados) es que el servicio de la deuda no está resultando excesivamente oneroso pues los bonos soberanos se colocan a un interés cercano a cero. De ahí la cara de felicidad que todavía luce en nuestros gobernantes. La explicación de este enigma hay que buscarla en la política de relajación monetaria que aplican los bancos centrales. El BCE ha comprado TODA la deuda emitida por el Gobierno español en 2020. ¡He ahí el cementerio de la deuda pública!

                La creación de dinero, ¡qué manera más bonita, fácil y barata de solucionar una crisis!  ¿No tendrá efectos secundarios? ¿No podría ser que la medicina resultara peor que la enfermedad? Depende. La medicina monetaria puede funcionar si el BCE y todo el mundo entiende que es una situación excepcional; si la economía europea recobra su fortaleza habitual y los gobiernos aprovechan los mayores impuestos para amortizar la deuda. Ahora bien, si la economía no acaba de recuperarse y los gobiernos reciclan su deuda una y otra vez en un BCE “relajado” … En ese escenario hemos de temer una hiperinflación y una crisis cambiaria semejante a la de Venezuela. ¡Cuidado con la paz del cementerio!

La Tribuna de Albacete (1/03/2021)