Terremoto
de mociones de censura. A Murcia le cabe el “mérito” de ser el epicentro,
aunque las réplicas no se hicieron esperar. El espectáculo bochornoso que hemos vivido esta semana pone en evidencia la falacia de gobernar a
base de diálogo y consensos. Si no sabes dialogar con los de tu propio partido,
¿cómo vas a dialogar con tu rival político? Apremia la aprobación de una nueva
ley electoral que permita la gobernabilidad del país y la propia democracia.
Cuatro son los ingredientes de
una ley electoral útil.
1º Hacer
coincidir las circunscripciones electorales con el ámbito territorial de la consulta.
España para las elecciones nacionales; Castilla-La Mancha para las regionales;
Albacete para las municipales.
2º Que
todos los votos valgan lo mismo. Si un partido consigue el 25% de los votos “efectivos”,
tendrá derecho al 25% de los escaños (no cuentan los votos a partidos que no
llegan al mínimo exigido).
3º Al
partido que consiga más del 40% de los votos se le regalarán los escaños que precisa
para poder gobernar.
4º Si
ningún partido llega al 40% de los votos, se convocará una segunda vuelta entre
los dos partidos más votados. El resto, una vez que conoce su peso político,
pactará con quien prefiera. Durante esas dos semanas hemos de esperar cuchilladas entre bastidores. Menos malo que estar cuatro años de bronca continua y televisada
Una reforma electoral de esta
guisa es la mejor manera de defender la democracia de las urnas frente a las
mociones de los más descarados; la mejor manera de asegurar gobiernos eficientes y
responsables. Cuatro años después, el electorado valorará lo que el Gobierno ha
hecho o dejado de hacer, sin que valga la excusa “mis socios me impidieron
gobernar”. Hemos de esperar la oposición de los partidos nacionalistas, hoy
sobrerrepresentados. Afortunadamente, estos grupos carecen de fuerza para frenar
una ley orgánica necesaria para la democracia y la supervivencia del Estado.
La Tribuna de Albacete (22/03/2021)