domingo, 28 de junio de 2020

Hipocresías de la vida



   El COVID-19 ha alumbrado muchos sentimientos nobles. El primero, la preocupación por los ancianos. En España, el 69% de los fallecidos por Covid-19 ha ocurrido en residencias de tercera edad.  ¿Cómo es posible, claman los políticos rasgando sus vestiduras, que hayan impedido la hospitalización de ancianos necesitados de respiración asistida?
Lamentablemente, detrás de tantas lágrimas y vestiduras rasgadas, hay mucha hipocresía. El PP utilizó estos datos para acusar al Gobierno del PSOE-UP de ser el país que peor había gestionado la crisis sanitaria. El Gobierno contraatacó advirtiendo que la mayoría de las muertes provenía de las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid (PP). La Presidenta madrileña recordó al Gobierno que era él quien había asumido el mando único en materia de sanidad y residencias. Además, en términos per capita, el ranking de fallecimientos lo lideraba Castilla-La Mancha (PSOE). Vamos que una vez más hemos convertido una tragedia social en un partido de tenis ante a la galería electoral.
Hay otro tipo de hipocresías todavía más sangrante. Mientras que por el día algunos políticos se rasgaban las vestiduras a causa de la muerte de ancianos desatendidos, por la noche ultimaban una ley de eutanasia. Y ya empezamos a saber qué es la eutanasia. En Bélgica, la inmensa mayoría de las 2357 personas que murieron “dignamente” en 2019 superaba los 60 años. La cifra se acerca a los muertos por coronavirus en residencias de ancianos en 2020. Bajo secreto de sumario, el 41% de los médicos holandeses que practican la eutanasia ha reconocido que, la dificultad de comunicarse con estos pacientes de edad avanzada, les obliga a decidir por ellos mismos cuándo una vida deja de tener sentido.  ¿No ven ustedes excesivas coincidencias con el trato recibido por los ancianos durante el confinamiento?
La Tribuna de Albacete (29/06/2020)