lunes, 11 de mayo de 2020

Confinar a nuestros hijos de los 3 a los 17 años


Arrecian las críticas y denuncias al Gobierno por la gestión de la crisis del Covid-19.  En mi opinión, se trata de un problema menor (por su excepcionalidad) y de escaso recorrido jurídico. Más me preocupa que los socialistas aprovechen las aguas revueltas por la pandemia para imponer los programas de ingeniería social que llevan tiempo en su recámara. Que conviertan el sistema escolar en un ariete de la ideología de género y confinen a nuestros hijos en un aula de educación afectivo-sexual para experimentar con ellos desde los 3 a los 17 años.
   Así resume Ángel Arconada, en una entrevista para Educaweb.com, el contenido de la asignatura de marras.  En Educación Infantil, la percepción del propio cuerpo como espacio de respeto y de placer… En Educación Primaria, ya todo lo relativo a la identificación temprana de los síntomas de violencia emocional en los primeros noviazgos. En Educación Secundaria, todo lo relativo al empoderamiento de las alumnas sobre el derecho al placer”.
¿A qué viene tanta prisa? ¿No convendría empezar con un análisis científico de la experiencia acumulada y presentar los resultados a los padres para que elijan consciente y libremente? Para empezar, habrá que aclararles el fundamento antropológico de estas asignaturas: esa ideología de género que niega el carácter sexuado de la persona humana para centrarse en el placer sexual y el empoderamiento. Como contrapunto, habrá que explicar el humanismo cristiano que inspira la educación tradicional. Aquí, la educación afectivo-sexual (cuya importancia nadie discute) se transmite “sobre la marcha” en el seno de la familia. Los valores que enfatiza son el esfuerzo personal, el dominio propio y la sensatez del “cada cosa a su tiempo”. Contrapone la felicidad al placer egoísta y  el servicio frente al poder 
¿Qué método fomenta los males que todos detestamos, a saber, adicción a la pornografía, comportamientos machistas y violencia de género? ¿Qué método equilibra mejor la personalidad del niño y facilita su rendimiento académico y sociabilidad? Los datos están ahí. Lamentablemente, el método científico molesta a quienes no se atreven con la libertad ni tolerarían que la inmensa mayoría de las familias rechazara sus maravillosos programas.


La Tribuna de Albacete (11/05/2020)