lunes, 28 de octubre de 2019

Lecciones no aprendidas de 1929

Hoy hace 90 años que se consumó el hundimiento de Wall Street. El 28 de octubre de 1929, lunes negro, el índice de la Bolsa neoyorkina cayó un 13%. La caída se sumaba al -11% del jueves negro (24 de octubre) y demostraba que no se trataba de una nube pasajera. En 1932 la caída acumulada de la Bolsa llegó al 89%.  Por comparar. El IBEX español pasó de 5.500 puntos en 2003 a 16.000 en septiembre de 2008. Tras el crack bursátil, el IBEX perdió la mitad de su valor antes de acabar el año y tocó fondo a mediados del 2012: 6000 puntos, una pérdida del 62%.
Los dos cracks bursátiles fueron el resultado de una aceleración crediticia. La última tiene la peculiaridad de que fue mucho más rápida gracias al nuevo modelo bancario de “originar para distribuir”. Los bancos concedían hipotecas de baja calidad (“sub prime”) con la confianza que podrían venderlas a la banca de inversión. Esta se encargaba de “titulizarlos”, es decir, juntarlos en paquetes negociables en Bolsa, y adornar los paquetes para disimular los riesgos subyacentes.
Las dos explosiones de crédito alimentaron sendos periodos de auge económico: los “Felices años 20” y la “Gran moderación”. Los líderes económicos justificaron el boom bursátil por los sólidos fundamentos de le economía. El tiempo desmintió semejante optimismo. La caída de esos castillos de naipes generó sendas recesiones. En Estados Unidos la tasa de paro subió del 1 al 24% en tres años (1929-32). En España, del 8% al 26% entre 2008 y 2012.
La lección que podemos extraer de ambas crisis es la misma. Una aceleración sostenida del crédito por encima del crecimiento del PIB desvía el dinero hacia actividades especulativas. El resultado son burbujas que merman la inversión productiva mientras se hinchan, y colapsan la economía al explotar. ¿Cuántas crisis bursátiles necesitaremos para aprender la lección?
La Tribuna de Albacete (28/10/2019)