John H.
Newman (1801-1890) fue un eximio teólogo y escritor inglés. Lideró el
movimiento de Oxford para demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la
depositaria de la verdad evangélica frente al inmovilismo de la Iglesia
católica y el caos de las iglesias protestantes. En ese proceso, y obedeciendo
a la luz de la razón y la conciencia, se convirtió al catolicismo. Como era de
esperar, le echaron de la Universidad de Oxford. Tampoco tuvo fácil ganarse la
confianza de los católicos. Sólo en el Oratorio de San Felipe Neri encontró refugio.
Fue canonizado el pasado 20 de octubre en presencia de las autoridades
católicas y anglicanas. Afortunadamente
la historia acaba poniendo a cada uno en su lugar.
Esta frase
(no literal) muestra el espíritu incisivo de Newman: Si algún día –Dios no lo
quiera– los actos religiosos acabaran con un brindis, yo brindaría por la
conciencia y por el Papa. Por el Papa porque a nadie que busca sinceramente la
verdad le molestará la ayuda de otros, en particular, si se trata del vicario
de Cristo en la tierra. Por la conciencia porque solo el que escucha y obedece a
su conciencia llega a conocer y vivir la verdad. El Papa estaría muy solo si los
cristianos no interiorizaran sus mensajes.
John Newman
pasará a la historia como el “doctor de la conciencia”. En su libro
“Pensamientos” (traducido por el Oratorio San Felipe Neri de Albacete) leemos:
“Todo hombre…, posee dentro de sí un mandato que le obliga; no se trata de un
mero sentimiento, no es solamente una opinión, una sensación o un determinado
punto de vista sobre las cosas, sino una ley, una voz que se impone con
autoridad y que le obliga a hacer ciertas cosas y evitar otras”.
Escuchar y obedecer la voz de la
conciencia, he ahí el secreto para la regeneración del mundo.
La Tribuna de Albacete (24/10/2019)