La
inestabilidad de los gobiernos es un problema sobrevenido de las democracias
modernas. La solución pasa por la reforma del sistema electoral en estos cuatro
frentes. Primero, hacer coincidir la circunscripción con el tipo de elección
(España para las elecciones nacionales; Castilla-La Mancha para las autonómicas,
Albacete para las municipales). Segundo, introducir un sistema puramente
proporcional donde el porcentaje de votos útiles determine el número de escaños.
Tercero, permitir gobernar al partido que obtenga más del 40% de los votos,
regalándole los escaños que le faltan para conseguir el 51%. Cuarto, en caso de
que ningún partido llegue al 40%, se procederá a una segunda vuelta entre los
dos partidos más votados.
Consciente
de las limitaciones de elegidos y electores, yo me daría por satisfecho si
aseguramos que los gobiernos duran cuatro años y los políticos responden ante el
electorado de lo que han hecho o dejado de hacer en ese tiempo. En la situación
actual, los políticos pueden rehuir fácilmente su responsabilidad con la excusa
de que estaban maniatados por sus aliados espurios o que, tras la moción de
censura, no les quedó tiempo para enderezar la situación.