domingo, 5 de mayo de 2019

Localizador político


En el festival electoral en el que estamos sumidos, parece conveniente disponer de un localizador que nos permita situar a los partidos políticos y a nosotros mismos. La división habitual entre izquierda y derecha tiene mucho de artificial y, para colmo, es móvil. Hoy los norteamericanos de derechas votan al Partido Republicano, los de izquierda al Demócrata. En el siglo XIX era al revés, como lo demuestra el republicano Lincon.
Hay que buscar nuevos criterios y combinarlos adecuadamente. Con un poco de imaginación podemos asociar el eje “izquierda – derecha” a temas socioculturales. En el plano económico tiene más sentido la referencia “arriba – abajo”. Por lo que atañe a la organización política, yo introduciría el eje “cerca – lejos”. Estos ejes no son simples como un alambre. Es preferible identificarlos como una cuerda hecha de muchos cordeles. Nuestra posición personal puede variar según el cordel que estemos considerando.
Existe un núcleo por el que pasan o debieran pasar los tres ejes y que debiera ser compartido por todas las personas y partidos políticos. Este núcleo lo marcan los derechos fundamentales del ser humano. Afortunadamente no hay que inventarlos. Emanan de dignidad de la persona humana y están claramente recogidos en la Declaración de Derechos Humanos de 1948 y la Constitución de 1978. Allí se habla del derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, al honor e intimidad. Derecho a la propiedad privada y la libertad de empresa. Derecho al pluralismo político y a la participación democrática en un Estado de Derecho. 
La crispación política en la que vivimos no se debe a que los españoles persigamos fines antagónicos, o que las instituciones democráticas hayan dejado de servir en la era de internet. Emanan de la desconfianza en que nuestros políticos respeten las reglas de juego del Estado democrático de Derecho, que se salten los derechos/obligaciones fundamentales cuando no les acomodan, o que los redefinan a su antojo. ¿Está justificada esta desconfianza congénita hacia los líderes del partido rival? ¿Tiene cura?


La Tribuna de Albacete (06/05/2019)