En el
festival electoral en el que estamos sumidos, parece conveniente disponer de un
localizador que nos permita situar a los partidos políticos y a nosotros
mismos. La división habitual entre izquierda y derecha tiene mucho de
artificial y, para colmo, es móvil. Hoy los norteamericanos de derechas votan
al Partido Republicano, los de izquierda al Demócrata. En el siglo XIX era al
revés, como lo demuestra el republicano Lincon.
Hay que
buscar nuevos criterios y combinarlos adecuadamente. Con un poco de imaginación
podemos asociar el eje “izquierda – derecha” a temas socioculturales. En el
plano económico tiene más sentido la referencia “arriba – abajo”. Por lo que
atañe a la organización política, yo introduciría el eje “cerca – lejos”. Estos
ejes no son simples como un alambre. Es preferible identificarlos como una cuerda hecha de muchos cordeles. Nuestra posición personal puede variar según el
cordel que estemos considerando.
Existe un
núcleo por el que pasan o debieran pasar los tres ejes y que debiera ser compartido por todas
las personas y partidos políticos. Este núcleo lo marcan los derechos
fundamentales del ser humano. Afortunadamente no hay que inventarlos. Emanan de
dignidad de la persona humana y están claramente recogidos en la Declaración de
Derechos Humanos de 1948 y la Constitución de 1978. Allí se habla del derecho a
la vida, a la libertad, a la igualdad, al honor e intimidad. Derecho a la
propiedad privada y la libertad de empresa. Derecho al pluralismo político y a la
participación democrática en un Estado de Derecho.
La
crispación política en la que vivimos no se debe a que los españoles persigamos
fines antagónicos, o que las instituciones democráticas hayan dejado de servir
en la era de internet. Emanan de la desconfianza en que nuestros políticos
respeten las reglas de juego del Estado democrático de Derecho, que se salten
los derechos/obligaciones fundamentales cuando no les acomodan, o que los
redefinan a su antojo. ¿Está justificada esta desconfianza congénita hacia los
líderes del partido rival? ¿Tiene cura?
La Tribuna de Albacete (06/05/2019)