domingo, 28 de abril de 2019

Pan y circo


La degeneración del Imperio Romano quedó plasmada en el lema “pan y circo”. La degeneración de la democracia asoma sus orejas cuando se reduce a una elección detrás de otra, sin capacidad de constituir un gobierno estable que tome decisiones y responda de sus resultados. La degeneración se consuma cuando la sociedad vive en permanente campaña electoral donde se promete pan (y caviar) para todos. La guinda del pastel son los debates televisivos que recuerdan la suelta de los leones en el circo romano.
El acto central de la campaña electoral de nunca acabar fueron los dos debates televisivos de la semana pasada. Imagino que ahora empezarán los autonómicos. Visto lo visto, yo propondría que al acabar cada debate se lanzaran a los ciudadanos preguntas del siguiente tenor.
                ¿Quién le ha parecido el mejor y el peor educado? En mi pueblo, a quien interrumpe al otro fuera de tiempo se le llama “maleducado” y se le da de comer aparte.
                ¿Quién le ha parecido el mejor actor? Quienes cambian de chaqueta y de respuestas según quién pregunta y dónde pregunta, merecen un premio al mejor actor. Para la política yo prefiere personas previsibles porque se basan en principios conocidos y fiables.
                ¿Quién miente mejor, con más naturalidad, sin pestañear? Hay que ser condescendientes con quienes se creen sus propias mentiras, de tanto repetirlas. Pero no debiéramos votar al que pasa de la mentira a la calumnia, como si se tratara de una forma de hablar. Quien no sea capaz de probar la veracidad de sus acusaciones merecería un castigo penal.
                ¿A quién escogería usted como maestro de sus hijos? Esta es la pregunta decisiva. Los políticos de hoy tienen la capacidad de meter sus narices (y manos) en nuestros negocios y hogares. Desde luego yo no votaría a quien disfruta haciendo experimentos con los hijos del vecino.
La Tribuna de Albacete (29/04/2019)