lunes, 25 de junio de 2018

Las arenas movedizas de la deuda



Si quieres entender la trampa de la deuda no tienes más que mirar a Grecia. Déficit recurrentes por encima del 6% mantuvieron la deuda soberana en el 100% del PIB a pesar del auge económico (1995-2006). Con la crisis del 2008 cayó el nivel de renta que aparece en el denominador y el cociente se elevó hasta el 180%. Ahí sigue. Si quieres entender las malas soluciones al problema de la deuda, Grecia vuelve a ser el mejor ejemplo. Rescate en el año 2010 a cambio de políticas de austeridad extrema: elevación de tipos impositivos, reducción del gasto, endurecimiento de la política crediticia hacia las empresas. Como la recesión seguía su curso y la recaudación impositiva cayó en picado, hubo de acordarse un segundo rescate en 2011 y un tercero en 2015.
La trampa de la deuda se asemeja a las arenas movedizas. Una vez que has caído en ellas se hace muy difícil escapar, a no ser que un agente externo y fuerte te ayude. Este agente no podía ser otro que la UE. El jueves pasado la UE decidió cambiar su estrategia de rescates. En lugar de lanzar una cuerda al cuello del deudor lanzó una plataforma que le permitirá ayudarse a sí mismo. Al menos eso es lo que queremos creer. Autorizó una quita de deuda por importe de 15.000 millones que transfiere parte del asunto a la banca alemana que hasta el momento había salido de rositas. Creó un fondo de 24.000 para cubrir problemas puntuales de liquidez. Y lo más importante, se levantaron todas las restricciones que impedían a Grecia desarrollar una política económica autónoma y acudir a la financiación del BCE.
En la solución de cualquier crisis es importante que cada uno asuma sus responsabilidades, pero no hasta el punto de ahogarle económica y financieramente. No tiene sentido obligar a Grecia a aumentar los tipos impositivos que desangrarían a su débil tejido empresarial. No tiene sentido impedirle acudir al BCE y disfrutar de los créditos baratos de los que gozan el resto de gobiernos de la UE. De todas maneras, el mensaje fundamental ha de quedar claro para los griegos: el crédito solo es útil cuando es capaz de impulsar la inversión productiva.
 La Tribuna de Albacete (25/06/2018)